Cristofer
No sabía qué hacer. El peso de Britani comenzaba a jalar al mío hacia el precipicio. Y peor aún, las manos comenzaban a sudarnos, ocasionando que el agarre se hiciera cada vez más resbaloso.
Miré a ambos lados, buscando algo mejor a que aferrarme o a alguien que pudiera ayudarnos. Devolví la vista a Britani, sus ojos estaban inundados de lágrimas, y apretaba los labios para evitar soltar los sollozos.
–Tranquila, te subiré y ambos estaremos bien.
¿Qué haría? No podía seguir sosteniéndola por mucho tiempo más. Y tampoco podía tirar de ella, porque podría irme junto al precipicio con ella.
Debía pensar más rápido mis opciones. Pero no dejaba de pedir al cielo que me ayudaran.
Y, como si mis plegarias fueran escuchadas, comencé a oír unos pasos acercándose con rapidez hacia mí.
Antes de que pudiera girarme a ver quién venia en nuestro auxilio, ya tenía a Cristian tirado a mi lado, sujetando la otra mano de Britani.
Juntos, tiramos de Britani hacia arriba y la pusimos a salvo en el pasto.
Estaba agotado y sentía los brazos agarrotados. A mi lado, Cristian se encontraba en las mismas, la carrera y el peso de Britani lo había agotado como a mí.
Me giré en busca de Britani, para observar cómo se encontraba, pero al hacerlo, sentí el peso de su cuerpo impactar contra el mío. Enrolló sus brazos en torno a mi cuello y enterró la cara entre el hueco de mi cuello.
La envolví con mis brazos, tratando de mantenerla así por más tiempo. Pero no duró mucho, se separó de mí, y se dirigió a Cristian para abrazarlo como había hecho anteriormente conmigo.
Reprimí un gruñido, me crucé de brazos y giré la cabeza. Cuando estaba por decir algo, un quejido me interrumpió.
Al girarme, divisé que la rodilla de Britani se encontraba sangrando, y en el brazo tenía un gran raspón.
Hizo el intento de dar un paso, pero soltó un grito y se tambaleó.
Cristian, siendo más rápido que yo, tomó en brazos a Britani y comenzó a correr en dirección a la enfermería. Me tomó unos segundos reaccionar y comenzar a correr detrás de ellos.
Al llegar, la enfermera se asustó al ver a Britani, y comenzó a bombardearnos de preguntas mientras buscaba lo que necesitaba para atender a Britani. Mientras tanto, Cristian trataba de responder con lo que sabía.
Decidí dejarlo solo con la enfermera, y me acerqué a donde Britani se encontraba sentada, observando con una mueca su pierna.
Me senté a su lado en la camilla, y la atraje hacia mí, recostando su cabeza en mi hombro, y rodeándole los hombros con mi brazo.
–No te preocupes, todo estará bien.
Susurré, besándole la coronilla.
