Escuchaba un ruido molesto, así que me cubrí hasta la cabeza con el cobertor. Pero ese extraño sonido seguía ahí. Enojada, me levanté, alcanzando a descubrir que el molesto sonido provenía de mi celular. Lo alcancé con la mano, y cuando miré la pantalla, noté que era la alarma y que… ¡se me hacía tarde!
Rápidamente me encaminé hacia el baño, donde tomé una ducha rápida y me puse el primer vestido que tenía a la mano. Me preparé un rápido desayuno, tomé mi mochila y me monté en mi bicicleta, porque no había tiempo para ir andando.
Faltando unos minutos para que sonara el timbre, me encontré a Valeria, mi nueva amiga; la tomé del brazo y entramos al salón antes que el profesor nos dejara fuera.
Después de un par de clases más, por fin sonó el timbre que anunciaba el descanso. Mientras nos sentábamos a comer en una banca, decidí contarle a Valeria todo lo que había pasado el día anterior.
Cuando llegué a la parte del beso y la pregunta de volvernos a ver, ella escupió el agua que estaba tomando, empapándome.
–Qué asco, Valeria –le dije entre risas– me mojaste toda.
Se limpió con el dorso de la mano el jugo que le caía por la barbilla.
–Lo lamento, pero, ¿en serio todo lo que me dices?
–Sí, ya te lo dije. –Me entristecí un poco– ¿no estas feliz por lo que me pasó?
–Britani –me llamó.
–Dime.
–Bri –puso una mirada seria– él tiene novia.
Al escuchar aquello, algo dentro de mí se rompió. Después de todo lo de ayer… quería llorar, pero me negaba a hacerlo.
– ¡Britani! –Valeria me zarandeó– ¿Qué tienes, que sientes?
–Nada, solo… no sabía que tenía novia.
En el pasar el rato, me seguía manteniendo algo deprimida. Pero a pesar de eso, había algo que aun quería saber, y fue hasta que me armé de valor, que dije:
–Vale, ¿Quién es la novia de Cristofer?
Me regaló una mirada confusa.
– ¿Para qué quieres saber?
–Solo es curiosidad, dímelo, por favor.
Asintió no muy convencida. Caminamos y caminamos, buscando a la “novia” de Cristofer. Después de un tiempo, Valeria se detuvo y supuse que la habíamos encontrado.
–Ella es su novia –dijo, señalando a una chica.
Tenía el cabello largo y negro, sus ojos eran cafés, y su piel blanca. Llevaba puesta una blusa negra sin mangas y una falda amarilla.
No me había dado cuenta que me había quedado mirándola, hasta que Valeria me jaló del brazo y comenzamos a caminar lejos. Pero yo no podía dejar de ver a la chica, hasta que nos alejamos lo suficiente y la perdí de vista.
A la salida de la escuela…
–Vale, ¿te gustaría venir a mi casa más tarde?
Esperaba que dijera que sí, y que no tuviera otra cosa que hacer.
–Mmm, claro espero no causar molestia con tus padres –dijo, sacando su celular– le avisaré a mi mamá.
–Mis ¿padres? –Aquí íbamos de nuevo. Aunque hubiesen pasado ya años de eso, aun me dolía demasiado–. Ellos… ellos murieron hace tiempo.
Valeria se llevó las manos a la boca, ahogando un gritito.
–Lo siento, Bri, en verdad no sabía lo de tus padres.
–No te preocupes, te lo hubiera contado antes solo que –tragué saliva– no me gusta hablar sobre lo sucedido.