En la mesa alargada de la oficina del hogar Toni esparció varios archivos. Con un plumón rojo y otro azul señalaba en un mapa de Izabal de Nova Guatemala determinadas calles. Lucas, a su lado, observaba con atención las rutas que ella le enseñaba para llegar y salir de Pastoreras, el edificio en el que sus jefes se presentarían a una reunión en pocos días. Junto a él, Elián tenía los ojos fijos sobre los planos del edificio y de las cuadras aledañas.
En medio de sus explicaciones escuchó que tocaron la puerta y permitió que entraran. Dos de sus compañeros ingresaron, José Alfaro y Stefano Couch Londoño, vistiendo el uniforme. El primero traía un maletín grueso y el otro un par de bolsas de tela selladas y con el bordado de la familia.
Stefano se disculpó por la tardanza y su actitud relajada le permitió a Toni percibir el acentillo que había heredado de su primera infancia en Austria y resto de su adolescencia en Alemania; del primero provenía su madre y donde su padre fue a parar cuando se enamoró de ella, al segundo fue con sus hermanas mayores que decidieron alejarlo de un hogar disfuncional. A Toni le gustaba escucharlo hablar y le recordaba que sentía un poco de lástima que Jeytter no practicara tanto la lengua de sus abuelos. Los hoyuelos del hombre se marcaron al saludar con una sonrisa relajada, muy diferente de la expresión seria que mantenía José.
—Oh, vaya, qué bueno conocerlos en persona. —Stefano no perdió el tiempo para dejar el maletín sobre la mesa y saludar con un fuerte apretón de manos a los chaineds, era más alto que José y Lucas—. Me llamo Stefano, seguro también me conocen por fotos.
Lucas sonrió de lado y estrechó la mano.
—Por supuesto, es un placer.
—José, ¿dónde están tus modales?
—No me presione, ya tengo suficiente con trabajar con él. —José ni siquiera volteó a ver a Elián, quien asesinó a su mejor amigo.
Toni decidió no participar en la conversación y se dedicó a revisar algunos de los documentos pendientes y repasar los nombres de los embajadores y Jefes que asistirían a la reunión, además de los respectivos peones. Tan sólo le echaba vistazos a su interacción y escuchaba con atención. Los recién llegados pasaban dos y tres años de la treintena, pero contrastaban más con actitudes y apariencia. Mientras que Stefano tenía cabello rubio oscuro, el de José era negro y ondulado; al primero lo cubría un tono de piel apenas moreno y al segundo un marrón claro.
—José, por favor —suspiró Stefano.
—Está bien —dijo Elián con tranquilidad—. Lo entiendo perfectamente. Mejor dejemos eso.
—Ay, sos más lindo de lo que pensé —Stefano mantuvo su desenfado mientras abría el maletín—. ¿Te puedo adoptar como mi hermanito? Tan sólo tengo dos hermanas mayores y desde que cumplí treinta se me antojó consentir a alguien y mis sobrinos están en la edad donde todo les apena.
—Usted necesita hijos, no hermanos a los cuales fastidiar —murmuró José mientras revisaba la etiqueta de cada bolsa—. Y tres años de antojo deberían bastarle para tener uno o por lo menos conformarse con sus sobrinos. De todas formas, ¿cómo hace con los niñitos del ministerio infantil?
Stefano se alzó de hombros y respondió con un tono de obviedad: —Son la razón de que me espere hasta conseguirme una esposa.
—Dios ampare a esa mujer... Lucas, aquí tienen sus uniformes.
José le colocó en frente el paquete y a Elián le puso el correspondiente sin mirarlo. Stefano procedió a sacar de cada lado del maletín armas, atadas con fajas de fieltro al interior. Las primeras fueron unas tonfas de madera negra con los extremos reforzados con metal. Se los entregó a Lucas.
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La Novena Familia
RandomLos Vascante son una de las familias dominantes del mundo en el siglo XXII, la novena de treinta. Sin embargo, ni la influencia ni el poder han evitado que el autodenominado Chasseur les haya impuesto un juego de cacería que se ha mantenido por cuat...