Algo que Elián consideró medianamente bueno sobre su estado fue el hecho de no sentir pánico desmedido por las agujas. Sarabi le aplicaba una mezcla de medicamentos experimentales cada dos días desde diciembre del año pasado y ahora, terminando marzo, ya consideraba las inyecciones como una nueva rutina. La intravenosa aún le generaba mucha incomodidad, pero ya no tenía que taparla para ignorarla, sino que no le prestaba atención desviando sus pensamientos hacia lo que le rodeaba. Mandy ayudaba mucho, parecía comprender algo de lo que estaba pasando y jugaba sin tantos movimientos con él.
Holger había modificado su horario de trabajo dejándole casi todos los deberes a Nana con el fin de no dejar que sus hermanos pasaran por el difícil momento en soledad. Se turnaba con Fiorella para acompañarlo y ayudarlo en lo que hiciera falta. A Fiorella se le notaba más la angustia; Holger se ayudaba de sus propios medicamentos contra la ansiedad y de sus mecanismos de defensa contra el estrés. Aunque, de todas maneras, ambos se esforzaban por generar conversaciones que nada tuvieran que ver con enfermedades. A veces discutían con Stefano por quedarse con la atención de Elián, ya que el hombre tendía a hablar casi tanto como Fiorella cuando lo visitaba después del trabajo. Le causaba cierta ternura y gracia eso.
Ánker llegó el último día de marzo para visitarlos como si nada malo pasara. Se despidió de Elián como si se fueran a ver de nuevo.
Tanto Sarabi como Iverna determinaron que su cuerpo no resistiría más de un mes.
Elián hubiera querido decir que se sentía tranquilo al respecto, pero habría sido una mentira. Miedo no, el miedo Dios se lo sacó gota a gota hasta que no le quedó nada. Por ello lo que tenía eran nervios a lo desconocido, una expectativa nublada y carente de bueno y malo. Tal expectativa creció en las últimas semanas, lo que Sarabi le dijo lo consideró un pequeño error de cálculos. No había transcurrido ni una semana desde que el matrimonio Nabiha y Yurem visitó la familia y ya no podía abandonar la habitación. El dolor era agobiante y el cansancio le hacían ver que no pasaría de abril.
Lucas permanecía con él la mayoría del tiempo. Tanto Holger como Fiorella le habían dicho a Lucas que en ese tiempo dejara de preocuparse por la cocina y que no se lo tomara más como trabajo. Sin embargo, Lucas insistía porque, primero, le gustaba; y segundo, lo ayudaba a controlar una especie de hipervigilancia que estaba generando. Mientras que se distraía constantemente en pensamientos bulliciosos, cuando alguien aparecía de sorpresa o tan sólo intentaba llamar su atención, Lucas sobre reaccionaba en defensiva. Holger comenzó a adelantársele por las mañanas para que no tuviera que hacer el desayuno, además de que se llevaba a Mandy a su habitación para que las inquietudes del animal no los afectaran al dormir.
Lucas cantaba todos días antes de dormir y ya no sabía si lo hacía por él o por Elián. El segundo se lo pedía, pero con los fármacos se dormía rápido, las dosis ya ni siquiera tenían que ser tan fuertes. Se quedaba recitando lo que le viniera a la mente, ya fueran cantos populares, alguna canción que Fiorella pusiera seguido a todo volumen o alguna alabanza.
Esa noche del primero de abril se repitió una breve conversación entre ambos. Elián siempre le hablaba con una alta seguridad en sus palabras y forzando la voz a que sonara calmada pese a la tensión en su cuerpo.
—Lucas, podrá vivir sin mí.
—Los dos sabemos que no es cierto, Elián —respondió Lucas con seriedad sin quitarle la mirada.
—Hace dos años le tomaría la palabra, pero ahora tenemos una familia y una vida diferente. No está solo ni lo estará después de que me vaya. Un día simplemente no me dolerá nada y todo estará bien..., para ambos.
Ese último argumento era lo único que no podía refutar ni responder con ninguna palabra. Deseaba que el dolor de Elián se fuera y a la vez quería tenerlo durante más tiempo. Se lo pedía a Dios constantemente con un miedo que le enfermaba las entrañas. Le pesaba también escuchar los murmullos de su hermano cuando oraba por paz.
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La Novena Familia
AcakLos Vascante son una de las familias dominantes del mundo en el siglo XXII, la novena de treinta. Sin embargo, ni la influencia ni el poder han evitado que el autodenominado Chasseur les haya impuesto un juego de cacería que se ha mantenido por cuat...