Casi a mediados de junio Holger ya empezaba a sentirse un poco más seguro de que pudiera superar la muerte de su mejor amigo y seguir adelante. Ya no visitaba a diario el bosque funerario y, cuando lo hacía, ya no sentía tantas ganas de llorar. Aún tenía familia viva y amorosa y eso lo ayudaba a levantarse cada mañana.
Aquel día Fiorella y Holger tenían agendada una reunión con un par de miembros del Consejo. Hacía una semana que él ya estaba trabajando con normalidad. Incluso llegó un informe de La Pimienta que mostraba buenos números de crecimiento para dicho pueblo y pudo archivar el documento con la tranquilidad de que ahora el sustento de la región no residía tanto en sus acciones y podía desentenderse un poco de la misma. Nuevos asuntos le concernían en el momento, como el hecho de que Fiorella a veces tenía bajones anímicos por haber cortado su amistad con los amigos de su colegio.
La noche anterior Holger felicitó a Tristana por su cumpleaños veinte y le comentó con brevedad cómo estaba su hermana en los últimos días. La muchacha le agradeció el gesto y le pidió que cuidara de Fiorella. A Holger no le dio tiempo de preguntar por qué esa última frase en un tono tan pesaroso, la modista colgó. El lado positivo de esa confusión fue eludir el hecho de que ese mismo día se celebraba a los padres y él no podía pasar el tiempo con el suyo; tenía que conformarse con pensar en que él como mínimo tenía una idea de cuánto sus hijos lo amaban, así como el hecho de felicitar a sus tíos. Escribió, eso sí, un mensaje al aire sobre la paternidad. En su oración nocturna no sólo felicitó a Dios, también le pidió que cuidara de su padre terrenal.
Fiorella no felicitaba a nadie directamente el día del padre ni mucho menos en el de la madre, tan sólo colocaba en DimWat fotografías y algún versículo para dedicárselo a quien lo viera. Desde que fue separada de sus padres optó por hacer de cuentas que aquellas celebraciones eran ajenas a su persona.
—¿Toni no se está tardando mucho? —Fiorella tenía una computadora frente a ella en la mesa de la oficina y había dejado de escribir un correo apenas notó que ya pasaban de las siete y media de la mañana.
—Salió a correr con Inés en la madrugada —recordó Holger sin apartar su vista de una carpeta que tenía entre sus manos.
—Pero Elián dijo que ella dijo que para las siete ya estaría lista. ¿Será que se torció el tobillo o algo así? Ni siquiera bajó a desayunar.
—Hoy es su día de dieta líquida. —Holger se giró un momento para ver la hora y decidió levantarse—. Pero sí es raro que se haya atrasado tanto. Posiblemente esté atascada hablando con Fyodor sobre el caso de Chile.
—Uy, es verdad. —Fiorella frunció el ceño y torció la boca en desagrado—. Qué pereza. Se lo encargo porque sé que usted es muy capaz y diligente y capaz y definitivamente mejor que yo para tratar algo tan importante.
—Sí, por supuesto que lo soy. —Holger se rio por lo bajo antes de salir de la oficina y encaminarse hacia la habitación de Toni.
La mujer no contestó luego de que Holger tocara varias veces. Holger anunció que entraría y abrió la puerta. Llamó a Toni de nuevo al ver que sobre la cama de ella tan sólo estaba una mudada de ropa limpia. Suspiró y caminó hacia el baño, tocó la puerta y llamó de nuevo a Toni. De nuevo no hubo respuesta y presintió que algo no estaba bien, vaciló un momento al poner la mano sobre el picaporte.
—Toni, llamé varias veces, voy a entrar.
Ni bien abrió la puerta, sintió que su energía se drenó de un tirón.
Toni estaba tendida sobre las baldosas con la toalla reposando a su lado y empapada de su propia sangre. El filo del lavatorio tenía una mancha roja. La frente del cuerpo de Toni estaba abierta y de la herida había brotado suficiente sangre como para formar un charco alrededor de la cabeza. La acumulación del líquido rojo, sin embargo, era mayor en la zona del pecho y provenía de los hombros con tejidos expuestos y hueso asomándose ante la falta de brazos.
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La Novena Familia
RandomLos Vascante son una de las familias dominantes del mundo en el siglo XXII, la novena de treinta. Sin embargo, ni la influencia ni el poder han evitado que el autodenominado Chasseur les haya impuesto un juego de cacería que se ha mantenido por cuat...