Pese a que ninguna carta llegó para Lucas aquel día, a inicios de agosto Holger continuaba bloqueado para trabajar. Aún su estado anímico permanecía en un vaivén de días malos y días buenos. Ni fingiendo que hubiera dejado de importarle el asunto podía hallar calma. El recordatorio de que no estaba haciendo su deber aparecía siempre de una u otra manera. Fiorella le decía constantemente que no tenía problemas con suplirlo en sus deberes, aunque poco le gustara a ella, y que era mejor que él recuperara salud. Desde la perspectiva de Fiorella y de su terapeuta el descanso era un buen medicamento y debía dejarlo actuar.
—El bloqueo se irá tan rápido como vino. Dele chance a su mente para sanarse del dolor —había dicho la mujer con una firmeza que le impidió soltar todos sus peros.
«¿Cuánto es pronto?», se cuestionó antes de beber un poco de licor de café. Después de cenar decidió servirse un poco más y permaneció sentado en el comedor rodeado de silencio.
En su mente sólo había recordatorios de errores o de cosas que no pudo lograr para contrarrestar las acciones de Chasseur. Era consciente de que muchas veces el miedo lo consumió y dejó de lado a su hermana para evitarse problemas. Aunque ella lo perdonara y supiera que Dios también lo hacía, él mismo no llegaba aún al perdón propio. No haber podido conseguir la información que necesitaba para armar el rompecabezas también lo afectó muchísimo en su momento y en los últimos tres años quiso continuar.
«¿Pero a quién se llevaría si siquiera me pongo a investigar otra vez? O posiblemente le tuerza un brazo a Jonny o haga que dama Ramona acabe en bancarrota. Genial, perdí todo chance que me quedaba».
Un nuevo trago de alcohol aromático y con un fondo de crema de café. La botella redonda ya transparentaba la mitad superior y Holger sabía que quizá debiera parar de beber. La abrió esa noche y un ligero calor ya le cosquilleaba la piel.
Estuvo a punto de tapar la tentación, pero sin evitarlo le echó un vistazo a los cactus. Recordó que Jeytter los consiguió cerca de cuatro años atrás y estuvo esperando a que estos florecieran desde que los colocó juntos en esa macetilla de arcilla que compró en el Mercado Central de San José. No había flores aún, pero sí lo que le parecía el inicio de un brote de capullo, no lo sabía bien. Jeytter jamás vería esas flores. Toni nunca crearía un vestuario con los colores que saliesen de ellos como le prometió, entre alegres bromas, a su compañero.
«Habría sido más piadoso dispararles en la cabeza», pensó y volvió a llenar el vaso antes de tomárselo con un solo trago que le causó picor en la garganta y calor en el estómago. La combinación de autorreproches y la creencia de que debiera pedirle perdón a Dios por un asesinato imprudente, y quizá cómplice si retorcía el punto de vista, lo llevaron a acabarse la botella de licor. El dolor de cabeza, los mareos y las agruras no se hicieron esperar mucho y se mezclaron con los pensamientos.
Con la cabeza echada hacia atrás, los brazos colgando a los lados y los ojos puestos en el techo se sintió como alguna clase de despojo. Escuchó un murmullo proviniendo de la planta de arriba. Las voces de Fiorella y de Lucas lo trajeron de vuelta a la cocina. Había un tinte de energía feliz cuando comparaban lecturas y Fiorella aprovechaba para conversarle sus conocimientos sobre las diferentes literaturas del continente africano. Miró el vaso y la botella vacíos y respiró hondo, mareado. Sonrió de lado, burlón, al darse cuenta de que era demasiado alcohol para una sola persona.
Se puso en pie con la intención de ordenar, pero le temblaron las rodillas y se sostuvo de la mesa para no caer. El golpe que se dio contra la madera botó la botella y esta, para su suerte, no se rompió al rebotar y resonar contra la cerámica. Se echó a reír sin entender mucho el porqué le hizo gracia aquello. Trató de levantar el recipiente y apenas consiguió colocarlo sobre la mesa con movimientos torpes y casi tirando el objeto. El ruido hizo eco de nuevo.
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La Novena Familia
RandomLos Vascante son una de las familias dominantes del mundo en el siglo XXII, la novena de treinta. Sin embargo, ni la influencia ni el poder han evitado que el autodenominado Chasseur les haya impuesto un juego de cacería que se ha mantenido por cuat...