Capítulo XXIII: Resiliencia

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El 29 de abril del 2136 la séptima familia, encargada de administrar el turismo y la fluidez de las fronteras, así como representada por el escudo de los dos ciervos y el roble de sabana, dejó de ser comandada por el apellido Vascante. Ese día oficialmente Holger Vascante Oreaguirre y Fiorella Vascante Ullestel renunciaron al puesto de Jefes para dejarlo en manos de una de sus peonas de mayor confianza, Nana Porres Ocha.

A Holger le dio mucha pena abandonar lo que le gustaba, pero al mismo tiempo no paraba de agradecer a Dios la oportunidad. Sabía que Nana era capaz de gestionar por completo algunas de las labores, por lo cual se reunió con ella para enseñarle el funcionamiento general de lo que aún desconocía y para dejarle una guía para que no tuviera problemas con el cargo. Recibiría también apoyo de Biram Sow.

Tanto él como Fiorella se perderían del paso de poder de la trigésima familia, Backeft-Ruan, encargada de las áreas mineras. Los mellizos Huanning y Meemann, de casi treinta años, suplirían a su madre Ji Jie en octubre. Conocían también los cambios que fueron convenidos en la última reunión que tuvieron con las Treinta y los que aún faltaban a raíz de la septembrina con la de los Doce Grandes. En ambos, aunque más para Holger que para Fiorella, estaban presentes muchos de los pendientes a realizar tanto con su propio ámbito como de los relacionados con las demás Familias. Y, pese a ello, todo eso les resultaría un conocimiento apenas útil.

Fue al día siguiente que la casa de Santa Cruz fue vendida. Lo único que se mantuvo bajo nombre de los hermanos fue el bosque funerario, del cual removieron las placas. Mesas, camas, escritorios, asientos y decoraciones; casi todo se le dejó a la inmobiliaria para que se hiciera con cada objeto lo que mejor les pareciera.

Sarabi y Jonathan decidieron quedarse en Turrialba y tomaron dos de los espacios del Vistazul, edificio que continuó siendo propiedad de los Vascante. Un ingreso extra para tener ahorros regulares.

Lucas dejó que Mandy jugara con Peluchín y Látigo un buen rato antes de subirla al auto. Consiguieron un departamento en Montes de Oca, San José. A Fiorella le quedaba muy cerca la Sede Rodrigo Facio de la Unicori donde continuaría dando clases; eso sí, aún con pocos grupos a cargo, deseaba invertir buena parte de su tiempo en lo que quería convertir un nuevo hogar.

Fue la muchacha quien estuvo a cargo de pedirles a sus hermanos dónde distribuir los muebles recién comprados antes de dedicarse a limpiar y acomodar los detalles pequeños. Colocó la maceta gris con los cactus en una mesita de la sala, espacio donde también colgó el cuadro Batalla de jugos y el calendario de natalicios. Se propuso conseguir lienzos en blanco para decorar una pared que lucía «poco agraciada» por ser tan lisa y pálida. Deseaba pintar tres animales: un erizo, un perro y un colibrí usando colores y patrones de origen más bien del mediterráneo oriental.

Los tres se sintieron complacidos cuando en el transcurso de esa semana consiguieron acomodar en sus mentes pequeños deseos para los meses cercanos. Lucas empezaría a ir con un psicólogo y a buscar un empleo enfocado en lo que había estudiado. Holger iría a la universidad y trabajaría a medio tiempo hasta sacar su título.

Tan concentrados se hallaban en empezar, que apenas se percataron del fallecimiento de Álvaro Evera el 6 de mayo. Cumplido ya su contrato y propósito, el hombre no tenía más chance ni motivos aparentes para continuar su existencia.

Lucas cepillaba el oscuro pelaje de Mandy mientras que Fiorella y Holger terminaban el desayuno que él les preparó. La plática entre los tres solapó el ruido del pequeño televisor en la sala.

—El cuerpo de Álvaro Evera fue encontrado sin señales de vida por el ama de llaves a eso de las nueve de la mañana, cuando le llevaba el desayuno a la alcoba. Se cree que el Primo Uzodinna falleció a causa de un infarto que...

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