Una brisa fría envolvió a Fiorella y tuvo que subir el zíper de su abrigo negro ante el escalofrío que recorrió su espalda. Respiró hondo al ver su hogar, apenas y asintió al saludar a los guardias frente al alto portón rojizo y cubierto de veraneras.
El caminillo de adoquín grisáceo se dividía y formaba curvas alrededor. De niña gustaba pensar que si se iba en otra dirección podría llegar a otro sitio muy lejos de su hogar y que al volver apenas habrían transcurrido unos segundos. Notó desde su posición la estatua de un par de venados cola blanca en el jardín techado del lado opuesto al bosque fúnebre.
Se detuvo frente a la puerta principal, realmente no quería entrar. En cuanto lo hiciera la ceremonia daría inicio y no quería despedirse de su hermano. Ni sus padres ni parientes estarían adentro, tan sólo empleados de la familia y los dos mejores amigos de Holger; Toni Zabalza Vascante y Jeytter Koch Vascante. Le daba rabia ser consciente de que eso también era culpa de Chasseur.
Caminó a paso lento a través de las flores y arbustos, el par de árboles de cas aún no daban fruta, pero el de manzana de agua ya tenía varios frutos rosados listos para comer. Se detuvo frente a la puerta oscura y pensó un insulto en árabe mientras rodeaba el pomo con su mano. No se movió más mientras respiraba hondo. Se percibió pequeña y sola.
—No tiene que entrar todavía si no lo desea, señorita —dijo DeMarco suavemente.
—Tendré que hacerlo de todas formas, es sólo que... —Sus marrones ojos se empañaron y las pestañas se humedecieron al parpadear para alejar las ganas de llorar.
—¿Algo le preocupa? —preguntó Cinthia, colocando su mano sobre el hombro de la muchacha.
—Sí... No.
—¿Quiere que llamemos a Toni o a Jeytter?
—No es eso, Cinthia... Es que... Es que no creo todavía que Holie esté... Que Holie... —Su voz se quebró y las lágrimas corrieron por sus mejillas.
Fiorella ahogó un sollozo apenas ingresó al recibidor. La sala pintada de blanco crema fue ordenada para una ceremonia funeraria íntima. La camilla, cubierta de blanco, no dejaba ver el cuerpo para velar. Había una sábana blanca y bordada de púrpura cubriendo un bulto. Fiorella no podría llevarse el recuerdo que Holger tan sólo dormía plácidamente; sino el de un cadáver escondido entre telas como si aún estuviera en la calle esperando ser llevado a la morgue. Le dolió el pecho, deseaba que fuera su enfermedad lo que le impidiera respirar y no el pesar.
Toni, vistiendo de negro, blanco y gris como las demás personas en la sala, se acercó a Fiorella y la tomó de las manos para guiarla a su lado. La mujer morena de veintisiete años no lloraba, pero en su mirar de hielo había una gran pena; lejos del cierto enojo que Fiorella captó en los ojos ámbar de Jeytter cuando este la saludó, pudo notarlo incluso con las gafas de tono violáceo para su daltonismo. Fiorella era la única que se escuchaba sollozar, pero ese insignificante hecho se escapó de su mente.
Una mujer de unos cincuenta años, ya en tiempo para jubilarse de su carrera secular, se acercó a Fiorella. Vestía mayormente de blanco con un vestido largo. Era la misma pastora que asistió el funeral de Káralie y la que guiaba la congregación de una iglesia bautista en aquel distrito. Las manos suaves de Ramona envolvieron con ternura las de la muchacha y le dio palabras de aliento.
Fiorella apenas asintió sin dejar de llorar y Ramona suspiró. Se irguió y acomodó un negro mechón que se escapó de su moño. Era momento de dirigir la oración inicial. Tomó lugar en frente de los presentes acompañada de dos asistentes. Un hombre y una mujer vestidos con un pantalón negro, una camisa blanca y un cinturón gris.
Después de la primera oración para encomendar la ceremonia a Dios Padre, la mujer al lado de Ramona hizo una oración para que los presentes pudieran sanarse y mantenerse fuertes frente a la situación. La comisura de sus labios se curvó por un instante en una mueca desagradable, justo antes de regresar a la seriedad debida. Los presentes pronunciaron un amén; todos menos Fiorella, quien se cubrió el rostro y se agachó en su silla para llorar en silencio. Ramona empezó a hablar sobre el destino de los espíritus encomendados a Dios, sobre lo finita que era la vida en la Tierra y lo infinita que sería cada espíritu al regresar al seno de Dios.
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La Novena Familia
РазноеLos Vascante son una de las familias dominantes del mundo en el siglo XXII, la novena de treinta. Sin embargo, ni la influencia ni el poder han evitado que el autodenominado Chasseur les haya impuesto un juego de cacería que se ha mantenido por cuat...