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Atado de pies y manos a la cama, con una mordaza en la boca, nuestra presa nos mira con ojos de terror profundo.

Nunca esperó que las niñitas por las que pagó,
frágiles,
delicadas,
delgadas en extremo y fáciles de corromper lo hubieran podido llevar a rastras escaleras arriba sin delicadeza alguna.

"Yo digo que lo castremos."
Comenta una de mis réplicas niñas.

"Yo digo que le extirpemos un testículo lentamente..."

"Y lo dejemos desangrarse..."

"Luego hagamos lo mismo con el otro testículo."

"Y después le arranquemos el minúsculo miembro."

Una idea sublime que ha tenido otra de mis niñas replicas.

"Bueno, es todo suyo niñas."

"Yo tengo que ir a revisar como lo están pasando los demas invitados de honor este día."

Admiro al depredador cazado, quien tiene buena parte de la piel azulada debido a un delicioso y efectivo veneno que le suministre para dejarlo paralizado por un tiempo.

El suficiente para que mis niñas lleven a cabo sus sádicas tareas.

"De acuerdo."

Que hermoso es escuchar los  chillidos agudos de ese puto que será torturado hasta que muera!

Abajo, ya me espera Greta quien tiene un cronómetro en la mano.

Su expresión es seria y creo que se debe a la concentración.

"Esta surtiendo efecto en todas las demás casas del placer."

"Hicieron lo que les pedí antes de atar al bastardo?"

Sonrio mientras le enseño el pequeño video que grabe con el celular tan caro y magnífico del hombre.

Cuando lo reproduzco, Greta observa y escucha atentamente el corto video de quince segundos.

"Magnífico!"

Lo sé.

Yo tambien me sentí feliz al ver el resultado!

"Debemos ir con el segundo hombre que adquirió la membresía Monárquica."

Por supuesto.

Camino detrás de Greta para que juntas nos deslicemos por el laberinto de pasillos ocultos que unen de forma clandestina todo el Club.

En silencio, nos movemos por el angosto, sucio, mojado y maloliente pasadizo para llegar al siguiente objetivo.

"Dime si está despejado."

Me indica Greta mientras me agacho para mirar por una rendija oculta.

"Todo está despejado Greta."

Ambas empujamos la pared falsa para que entramos en la casa del bastardo hijo de puta número dos.

"Porque tardaron?"

Iris me abraza con fuerza mientras cuestiona.

"Lo siento, creo que me emocioné demasiado con mi presa."

Me disculpo.

Y es que disfruté tanto desgarrar con el escalpelo el pantalón orinado por el miedo a ese puto cobarde cuando se dió cuenta que no podia mover ni un solo músculo del cuerpo.

Pero si podia sentir todo lo que le hacíamos...

"No importa, ya están aquí."

"Aunque debo decir que fue difícil ordenar los turnos."

Dulce JuguetitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora