Capítulo I

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"En otras noticias, la familia Dremmy acaba de confirmar el fallecimiento de su patriarca Van J. Dremmy. A sus setenta y cinco años, el magnate de negocios conocido mayormente por su activismo político a favor de la clase omega, ha sucumbido en su lucha contra el cáncer..."

-¡JA!... ¡Ya era hora que ese viejo zorro muriera! - la imponente voz salía del cuarto de baño retumbando por toda la lujosa habitación, sobrepasando el volumen del noticiero -Si sus viejos huesos no hubieran colapsado por cuenta propia otros lo habrían ayudado ja, ja, ja-

"... la viuda de Dremmy... 'Han sido momentos difíciles, pero con la ayuda de nuestros seres amados y amigos, mi familia logrará reponerse de esta difícil...'"

-No diga eso, mi coronel...- un suave susurro respondió de entre las sábanas revueltas de la cama, dejando ver a un joven muchacho que frotaba sus ojos algo adormilado.

-¡Yo solo digo la verdad ja, ja, ja, ja! - respondió el coronel aún en la otra habitación.

"... la familia Dremmy, es una de las familias de alfas más poderosas del país en el último siglo, con gran influencia en el ámbito internacional por su..."

-El señor Dremmy era tan humano como usted o yo, nadie merece una muerte tan dolorosa...- el muchacho un poco más despierto elevó el volumen de la televisión, prestando atención a la información del noticiero mientras cubría su desnudo y pequeño cuerpo con las rojas mantas de seda.

-Si cualquier otro alfa te escuchara decir eso, ya te habrían arrancado esos bonitos labios y lengua de un mordisco, muchacho - unos pasos comenzaron a retumbar y el coronel salió del cuarto de baño con tan solo una toalla envuelta en su cintura, haciendo que el joven pusiera su mirada en él.

El coronel era un hombre alto y fornido, con grandes extremidades que marcaban sus músculos; en su moreno cuerpo desgastado por el arduo sol de incontables entrenamientos y batallas, resaltaba el gris de su pelo corporal, delatando así su edad mayor a los cincuenta años. Su rostro, aunque tuviera facciones toscas, se podía considerar como atractivo aún con todas las arrugas y cicatrices.

-Por algo no acepto a cualquier alfa... Mi coronel- el joven muchacho contestó lentamente sin apartar la mirada, haciendo que los verdes ojos del coronel se cruzaran con los suyos. Los gruesos labios del hombre dibujaron una gran sonrisa antes de comenzar a reír.

-Siempre he admirado esa lengua tuya, tanto por lo que dice por lo que logra hacer- el coronel caminó de regreso hacía la cama y con su gran mano acarició gentilmente la cabeza del muchacho, como si de un gatito se tratara -Pero como siempre te he dicho, este no es un mundo de omegas, cuida tus modales porque...- sus enormes dedos bajaron a los finos labios carmín del joven estrujándolos.

-Porque me puedo meter en problemas...- el joven terminó la frase entre balbuceos, bajando esta vez la mirada, completamente rendido.

-Así me gusta- el coronel sonrió complacido -Y porque has sido tan buen niño, puedes quedarte cuanto gustes en la suite y pedir lo que desees, corre por mi cuenta-

-No esperaba nada menos de la inmensa generosidad de mi coronel- el muchacho asintió varias veces con su cabeza, aún sin elevar la mirada -Por eso siempre será mi favorito-

-Siempre has sabido cómo alegrarme el día- el coronel contestó felizmente apartándose para tomar su uniforme del perchero y vestirse.

"... así fue como el Primer Ministro terminó su gira por el sur del país, a puertas de las elecciones del siguiente año. Su despedida simbólica al cargo que ha ostentado por dos mandatos finalizó, dejando como sucesor de su partido al favorito en encuestas..."

Los infiernos de Van J. Dremmy (Historia Original) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora