Capítulo VII

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La habitación era simple, tenía lo necesario para sentirse cómodo pero desde que su primo se había ido hace ya meses, Dere no podía evitar sentirse ansioso y estresado aún en la seguridad de su suave cama. Mantenía la mirada fija en la pantalla de su pequeño smartphone qué mostraba el último chat enviado con Ivy.
 
“Ivy: ¿Te ha molestado la vieja? ¿Está todo bien por allá?”
 
“Dere: Sip. Freyja me ha ayudado con Draco, así que no he tenido qué tomar tu lugar como amenazó el día que te fuiste”
 
“Ivy: Maldita sea, no la perdonaré si te obliga a ser uno de sus chicos. Ese es el jodido trato qué tenemos, que te deje en paz y yo me encargo de sus putos clientes”
 
“Dere: Ntp. No me harán nada, y si me quieren obligar Tom ya me dijo que me ayudará y también Auguste <3”
 
“Ivy: Aún así, nunca bajes la guardia, sé que puedes confiar en ellos pero la vieja siempre está varios pasos adelante”
 
“Dere: Solamente vuelve pronto hermano… Te extraño… “
 
“Ivy: Tranquilo Dere. Estaré de regreso pronto. Te llamaré después del trabajo, hoy me toca cerrar así que será un poco más tarde de lo usual”
 
El pequeño muchacho refresco una y otra vez el chat con su primo, intentado en vano recibir el mensaje o la llamada qué tanto esperaba, pero no hubo respuesta por más que tratara. Sus ojos comenzaron a humedecer y su corazón a estrujarse con tanta fuerza, y es que sabía muy dentro de sus entrañas qué algo no iba bien con Ivy.
 
—Toc, Toc… — lentamente la puerta de su habitación se abrió, y una cabeza se asomó —¿Estás? —
 
—Si… — Dere contestó con un hilo de voz, tratando de que el nudo en su garganta no se soltara para no romper en llanto.
 
—Hay no cielo… — rápida la persona entró al ver el estado del muchacho. Una mujer de esbelta figura, con curvas suaves y delicadas, hizo presencia, su largo y rosa cabello estaba atado en un moño para apartarlo de su rostro, sus facciones bonitas y ojos marrones se llenaron de tristeza —Ven, déjame darte un abrazo— se acercó rápidamente a Dere y lo tomó entre sus brazos haciendo qué su rostro se estrujara contra su pecho.
 
El muchacho solamente no pudo seguir conteniéndose y lloró incontrolablemente mientras sostenía fuertemente su celular contra su mejilla empapándolo.
 
—Llora mi amor, sé lo duro qué es esto para ti—
 
—Nunca… Nunca nos habíamos separado… Por tanto tiempo…— Dere tartamudeo entre el llanto, sorbiendo aire y mocos —Tengo… Tengo miedo Freyja—
 
—Aquí estoy, calma, calma— lentamente Freyja comenzó a mecer a Dere de un lado a otro, mientras peinaba su largo cabello, ya se podía ver como las raíces castañas claras comenzaban a aparecer entre el tinte negro qué el joven utilizaba —Ivy es el más astuto y valiente chico que he conocido en mi vida. Estará bien—
 
—¿Y… y si algo malo le pasó? ¿Y… Y… Y si necesita ayuda? —
 
—Tranquilo, sé que estás preocupado, todos lo estamos y por eso venía a hablar contigo mi cielo— Freyja se sentó como pudo junto a Dere sin dejar de abrazarlo y suspiró —Draco esta muy feliz y ya descubrí porque—
 
—¿Por qué? — Dere se estaba tranquilizando poco a poco y se apartó lentamente de Freyja para verla.
 
—Te lo contaré. Pero ya sabes que no podemos hablar aquí, hasta el piso tiene oídos. Mejor ven, acompáñame a cenar algo, sé que no has comido bien desde que Ivy se fue— Freyja le sonrió ampliamente a Dere y comenzó a limpiar las lágrimas del pequeño muchacho con las yemas de sus dedos —Y después podemos ir a comprar algo de tinte para retocar esas raíces—
 
—Si… — Dere asintió rápidamente y varias veces con su cabeza emocionado —Pero ya no quiero negro, ya van varios clientes que me dicen que me hace lucir más pálido de lo que de verdad soy—
 
—Ja, ja, ja, te lo dije cuando elegiste ese color. Vamos, alístate y te veo en la entrada en unos veinte minutos— Freyja palmo la cabeza del chico y se paro.
 
—¡Voy! —
 
Unos minutos más tarde, Dere vestía con ropa cómoda y había optado por un hoodie gris varias tallas más grande de lo que necesitaba para poder cubrir todo su delgado cuerpo, coloco la capucha sobre su cabeza y se dirigió hacía la salida del local. Mientras subía las escaleras y llegaba al pasillo qué conectaba con el bar, su corazón se comenzaba a acelerar; no quería encontrarse con Draco o cualquiera de los guardias qué trabajaban para ella, aunque el lugar era relativamente pequeño, tenía lo necesario para albergar a unas treinta personas.
 
Sin muchos más problemas, llegó a la puerta pero antes de poder tomar de la larga perilla sintió como una pesada mano caía en su hombro estremeciéndolo por completo.
 
—¡No, no…. YO…!— Dere no se quería girar, aterrado de quien quiera que sea el que lo estaba deteniendo, solamente cerró sus ojos.
 
—Dere, ¿a dónde piensas que vas? — susurró una voz gruesa y amenazante, pero tan solo al escucharla el pequeño muchacho se relajo completamente.
 
—Tom… Freyja me pidió que nos encontráramos aquí… — Dere se volteo lentamente y abriendo un poco uno de sus ojos miro al gran y rudo alfa qué aun sostenía su hombro, con su temible rostro completamente serio, la cabeza del hombre completamente rapada junto a su grandes músculos eran una combinación algo curiosa pero que imponía respeto, aún así Dere sabía que Tom tenia un noble corazón.
 
—Draco nos pidió que no dejáramos salir a nadie, en especial a ningún omega— Tom suspiró y soltó el hombro del muchacho.
 
—Tranquilo mi peludo amigo, yo me encargo del niño— Freyja apareció detrás de Tom dándole pequeñas palmadas en su gran espalda.
 
—¡Ja, ja, ha mucho pelo tengo! — Tom echó una gran risotada por las palabras de la mujer y palmeo su cabeza calva y brillante.
 
—No me refería a “ese pelo”, los dos sabemos— Freyja le lanzó una mirada lasciva y una sonrisa traviesa —Ven, déjanos salir, llevaré al muchacho a comer algo, ¡míralo! Se muere de la preocupación por Ivy—
 
—Ufff… Lo sé— Tom asintió con la cabeza varias veces y le devolvió la sonrisa a Freyja —Solamente no tarden, le diré a la jefa que salieron por algún cliente tuyo—
 
—Gracias grandulón, te lo compensaré— Freyja le lanzó un besó al gran gorila y tomó a Dere de sus hombros para sacarlo rápidamente —Vámonos antes de que alguien más nos vea— le susurró suavemente y los dos se apresuraron a la salida.
 
Después de unos momentos, se encontraban por fin en el restaurant favorito de Freyja qué después de saludar a la mayoría de trabajadores, se sentó en un cómodo y apartado lugar siempre seguida del silencioso Dere.
 
—¡Al fin! — exclamó Freyja mientras se retiraba sus lentes de sol y colgaba su bolso en el respaldo de su asiento.
 
—Freyja… ¿Por qué… Por qué Tom dijo eso de que no nos permitían salir? — Dere bajo por primera vez su capucha y sacudió un poco su cabeza para acomodar mejor su cabello.
 
—Draco puso la barata excusa de estar preocupada por la desaparición de Ivy, no paso desapercibida para nadie porque es uno de los omegas más populares de nuestra casa… Ni para nosotros los trabajadores, ni para los cientos de clientes que lo piden— Freyja levantó el menú qué uno de los meseros le habían ofrecido previamente —Pero la verdad es que cada vez son más omegas desaparecidos o encontrados en una zanja asesinados— la mujer bajo la carta después de darle un rápido vistazo y suspiró.
 
—¿Por qué envío a Ivy? ¿Por qué no envío a alguien más? — Dere se comenzaba a angustiar nuevamente y Freyja solamente hizo un gesto de negación con su cabeza.
 
—No sé para qué lo envío cariño, pero sé porque fue él. Escuché que lo quería como carnada para algo, pero no entendí muy bien ya que estaba hablando con un cliente que no logré distinguir de quien se trataba—
 
—¿Ca… Carnada? — Dere tartamudeo por la sorpresa.
 
—¿Ya saben que van a ordenar? — justo en ese momento apareció el camarero con una gran sonrisa a interrumpir la charla.
 
—Si precioso, para mí sería un filet mignon bien cocido con ensalada en vez de patatas y de tomar un vaso de vino hervido, le puedes dejar la fruta… ¿y para ti mi cielo? —
 
—Pa… Para mí… — Dere rápidamente subió el menú ocultando su sonrojada cara de vergüenza y es que, fuera de su zona de trabajo no sabía como debía socializar con los demás y le costaba bastante entablar una conversación simple con gente extraña.
 
—Para el muchacho tráele lo mismo— Freyja le sonrió ampliamente a Dere, casi de manera maternal —Solamente cámbiale la ensalada por la patatas qué traen, y en vez de vino un… ¿Cómo era corazón? ¡Ha sí! Un Sunset virgen, que aún es menor de edad—
 
—Muy bien, sus órdenes salen en un momento— el camarero anotó todo y con la misma sonrisa que inicio se alejó.
 
—Gracias— murmulló lentamente Dere sin dejar de sonrojarse y Freyja asintió sin darle más importancia.
 
—Hoy invito yo, así que no te preocupes. Y cómo te decía, Draco lo envío para algo en especifico pero se me hacía raro que lo hiciera así sin más, por lo que comencé a prestar más atención a sus conversaciones, y descubrí qué había logrado pasar varios chips localizadores en las pertenecías de Ivy—
 
—¡¿Entonces sabes dónde está?! — Dere saltó de su asiento completamente emocionado, por fin sentía un poco de felicidad después de tanto tiempo.
 
—Si, y no— Freyja trató de tranquilizarlo —Sé que Draco lo envío a Shinny Valley, y que su última localización fue cerca de la zona industrial del lugar, pero ahí se pierde el rastro—
 
—Oh… — la emoción de Dere se desvaneció tan rápido como llegó.
 
—Pero creo que Draco descubrió ya la localización exacta de Ivy y por eso la note tan feliz. Supongo que sabe muy bien lo que esta sucediendo y por eso nos han puesto una vigilancia más estricta de lo normal, incluso muchos clientes ya no pueden entrar— Freyja se quedó pensativa por unos segundos y continúo —Supongo que se está preparando para su siguiente jugada, y quiere resguardar sus piezas para que nadie las pueda robar—
 
—Aún con ese propósito… Es horrible como nos tratan… — el rostro de Dere se oscureció, llenó de tristeza se angustio mucho más por el único ser humano al cual aún podía contar como  única familia qué le quedaba en el mundo.
 
—Lo sé corazón… Pero no nos queda otra qué esperar—
 
—Debe haber algo en lo que pueda ayudar… —
 
—Aunque lo hubiera, no puedo permitir qué hagas nada peligroso. Le prometí a Ivy qué cuidaría de ti— Freyja tomó una de las manos de Dere con sus dos manos, y miro al pequeño muchacho fijamente con la preocupación invadiendo su rostro —Prométeme qué no harás nada sin decirme, y que todo me lo dejaras a mí. Te prometo que haré lo posible para regresar a Ivy con vida—
 
—Si… —Dere solamente pudo bajar la mirada, completamente abatido.
 
—Aquí está su orden— el camarero llegó con cada plato y bebida colocando todo con su respectivo comensal.
 
—Gracias guapo, recuérdame darte una gran propina— Freyja le sonrió de oreja a oreja al bonito joven y este solamente sonrió amablemente antes de retirarse —Y antes que nada, ten amor, no olvides tus inhibidores—
 
—No… Me gusta tomarlos… Me ponen de mal humor— Dere se quejo lamentablemente mientras tomaba las dos pequeñas pastillas qué su mayor le ofrecía —Tienes suerte, tú no necesitas tomar nada Freyja—
 
—No es tanto por la suerte, cielo. Fui de las primeras a las qué Draco sometió a cirugía para esterilizar forzosamente, y una de las pocas en salir con vida. No le recomiendo a nadie hacerse eso, solamente si estas muy desesperado— Freyja tomó sus cubiertos y se dispuso a llevarse un gran bocado de lechuga a la boca.
 
—¿Entonces no eres como Ivy? — Dere preguntó sorprendido, nunca había tenido tiempo de hablar con Freyja sobre “ese” tipo de temas adultos, ya que cuando se conocieron el aún era un niño, literalmente.
 
—Mmm… Hummm— Freyja negó con la cabeza mientras masticaba su comida y se ayudaba a pasar con un poco de bebida —Ivy es extremadamente raro, cuando yo aún poseía mi olfato y lo vi por primera vez, me abrumó la belleza y aroma qué emanaba pero me sorprendió aún más que a pesar de su corta edad y ya su desarrollado cuerpo, no había experimentado nunca su celo, ni vínculo con ningún alfa, ni nada… Es literalmente un beta en el cuerpo de un omega—
 
—Pensé que había más como él, Ivy siempre se reservó muchas cosas, incluso de mí— Dere suspiró largamente y tomando las pequeñas pastillas de colores se las metió a la boca rápidamente para tragarlas con un poco de bebida haciendo una mueca de disgusto —Mi primer celo fue horrible… Ardía, y quemaba todo, pero Ivy siempre se mantuvo a mi lado, y creo que eso fue lo que lo motivo para terminar de huir de casa y alejarme de todos los alfas, supongo que no quería verme pasar por lo que él sufrió— Dere mantuvo su vaso entre sus manos, y mordiendo su labio inferior con fuerza, trató de contener con la misma fuerza sus lágrimas al recordar todo el tormento qué su padre sometió en ellos dos.
 
—Ivy es un ángel— Freyja sonrió con tristeza y la mirada perdida en su plato —La primera vez que los vi, indefensos, asustados y confundidos, no pude evitar proyectar a todos mis pequeños qué tuve que dejar ir por causa de mi “trabajo”, y al saber que nadie termina en este tipo de vida por voluntad propia, decidí cuidar de ustedes como si fueran mis propios hijos… Espero estar haciendo un buen trabajo—
 
—¡Así es Freyja! — Dere se levantó un poco de su asiento —Ni Ivy ni yo recordamos a nuestras madres, pero desde que te conocemos eres lo más cercano qué tenemos a una—
 
—Mi pequeño… — Freyja sonrió ampliamente con la mirada enternecida por Dere y palmeo su cabeza suavemente —Come, que se enfriara—
 
__
 
El cuerpo del muchacho no reaccionaba, sentía que cada molécula del aire a su alrededor pesaba toneladas y lo asfixiaba, lo ahogaba, como si se tratara del fondo más negro y vacío del mar, y la habitación completamente obscura, no ayudaba a la naciente claustrofobia qué comenzaba a aparecer en su mente.
 
“Te aydaré”
 
—¿A qué? — Ivy susurró, y sus palabras resonaron en el vacío del lugar.
 
“A sobrevivir”
 
—Siempre hemos solo sobrevivido… Solo… — lágrimas cayeron por sus mejillas, pero sus ojos no se movieron, apenas pestañeaban perezosamente.
 
“¿Qué es otra raya más al tigre? ¿Recuerdas lo que papá solía decir?”
 
—No lo digas…— saliva pasó por la garganta de Ivy.
 
“¿O cómo él lucia?”
 
—Solo, recuerdo sus suaves manos. Y su preciosa voz al cantar… A menudo lo confundían con una mujer… Cómo a mí—
 
“Te ayudaré… Te ayudaré a vivir”
 
La puerta de la “caja” de Ivy se abrió y la luz tomó el lugar de la negra obscuridad. En las primeras veces que esa puerta se abrió, su estómago se revolvía del coraje y su corazón se aceleraba por el miedo, pero después de la décima vez, ya había perdido cualquier tipo de sentimiento y sensación.
 
—Haa… Eres más hermoso de lo que me contaron— la voz de una mujer interrumpió la conversación de Ivy, pero el pequeño omega no se movió, no reaccionó —Hug, lástima que no te han tratado como se debe—
 
Unos pasos de tacones se escucharon y resonaron hasta que la mujer se colocó junto a Ivy y pasó su mano suavemente por su mejilla —Serías perfecto para mis planes, y ese aroma… Mírame cuando te hablo— los suaves dedos se transformaron en un segundo en garras qué se clavaron en su piel y lo obligaron a mover la cabeza hacía ella.
 
Cómo todos, traía ese maldito antifaz qué cada uno de los abusadores de Ivy había usado, ni siquiera le habían dejado recuperarse del primero que destrozó su cuerpo, y ya habían mandado a uno, y a otro, y a otro, pero esa era la primera “clienta” mujer que tenía.
 
“De seguro es una alfa aburrida, déjamela a mí”
 
Antes qué si quiera pudiera decir cualquier cosa, algo dentro de Ivy hizo clic y sintió como una parte de él se desdoblaba.
 
—Wow… De seguro eres tan hermosa detrás de esa máscara— la boca de Ivy se movió, pero no lo sintió como sus palabras —Lástima que nunca nos podremos conocer fuera de esto—
 
—Tú si qué sabes distinguir lo bueno— los rojos labios pintados de carmesí de la mujer se curvaron en una genuina sonrisa.
 
—Será todo un honor servirte como desees—
 
—Vaya, vaya, esto si me interesa— el fuerte agarre de la mujer en el rostro de Ivy se soltó y se mordió su labio inferior sin borrar la sonrisa —Sabes, es ya algo aburrido estar con tantos omegas pasivos, y ningún alfa se atreve a si quiera mirarme— la mujer se fue subiendo en la cama lentamente hasta quedar en cuatro sobre Ivy.
 
“Otra vez no, otra vez no, otra vez no” Ivy trató de gritar, moverse, pero su cuerpo no lo obedeció, en cambio, solo sintió como algo lo callaba.
 
—Haré mi mejor esfuerzo—
 
Ivy en ese momento entendió, y es que cuando los abusos de su tío comenzaron, algo muy similar había sucedido, pero no se manifestó con tanta intensidad como en esta ocasión.
 
—Así me gusta— la mujer comenzó a desatar los botones de la camisa roja del traje de prisionero qué vestía Ivy, con una delicadeza que ninguno de los otros había tenido —Si me complaces, te prometo que estaré muy pendiente de cuando será tu subasta—
 
__
 
Van estacionó su auto de alta gama en el parking más alejado del hospital. Tenía las bocinas a todo volumen con la música que tanto le gustaba, pero apenas lo apago dejo caer su frente en volante sin fuerzas para salir. Había regresado de sus días de “vacaciones” lejos del control de Charlotte, pero tarde o temprano debía volver. Después de unos instantes contemplando todas las opciones disponibles qué tenía, entre huir, matar a Charlotte o simplemente matarse, solamente decidió comenzar con su labor. Abrió la puerta y salió.
 
Entrando por la puerta del personal, tomó el elevador y aplastó el botón qué daba hasta el más bajo nivel de todos. Mientras caminaba, se colocaba su máscara como era el estricto protocolo qué Charlotte había impuesto, nadie en realidad debía saber a ciencia cierta quien se encontraba detrás de cada máscara, antifaz y disfraz, ya que si caía uno, debía caer solo. El único que se había negado rotundamente a esa regla, había sido el amigo de toda la niñez de Van y director del hospital, Gustav.
 
Antes de ir hacía la sala de control y ver el estado de cada muñeca, decidió pasar por su oficina para checar varios pendientes qué se habían acumulado en su ausencia sin embargo, al entrar, se topó con la desagradable sorpresa de que no era el primero en llegar al sitio.
 
—Pero que grata sorpresa, por fin llegó el demonio jefe de este infierno— los fríos ojos verdes sobre el cubrebocas del sujeto, se clavaron directamente en los de Van.
 
—Lo que me faltaba…— Van simplemente caminó hacia su escritorio sin darle mayor importancia al sujeto parado en medio del lugar.
 
—¿Ha qué te has olvidado que día es hoy? — el hombre camino alegremente detrás de Van y tomando una silla la giro para colocar el respaldo hacía el frente mientras se sentaba.
 
—Joder… Acabamos de hacer una subasta ¿y ya quieren más? — Van golpeó la mesa y apuntó hacía el hombre con su dedo inquisidor —Dile a tu puta madre qué como mierda se supone que saque la maldita droga qué quiere si me deja sin muñecas—
 
—¿No eras el primero que se quejaba de qué tenia demasiada mercancía a cargo? —
 
—Jix sabes bien a lo que me refiero maldita sea…—
 
—Ya, ya— Nahet colocó su mentón en el respaldo y miro a Van mientras comenzaba a reír —Ja, ja, ja siempre has sido una reina del drama. Solo vine por una muñeca, no será una graaaan subasta como la última vez, va a ser algo más privado, para los inversionistas más “generosos” —
 
—Entonces si quiere algo “premium” qué lo saque de su maldita cosecha personal— Van tomó sus papeles muy enojado y se dispuso a salir del sitio, sin embargo cuando pasó junto a Jix este lo sujeto por el filo de su abrigo, sin tanta fuerza pero lo suficiente para parar a Van.
 
—Vamos hermano… No hagas enojar a mamá— los verdes ojos de Nahet se entornaron mientras sus cejas se juntaban y aunque Van no podía ver completamente el rostro del hombre, sabia claramente qué en sus labios había una sonrisa siniestra y amenazante.
 
—Mierda… Toma lo que quieras y déjame en paz— masculló Van con coraje y volvió a encaminarse hacía la salida.
 
—¡Excelente! ¿Qué número tiene la muñeca qué te envío Ray? — Nahet se paró de golpe y estiró, alistándose para el trabajo.
 
—¿Qué? — Van se congeló en su sitio y su cabeza comenzó a ir mil por hora.
 
—Sí, sí, la presa qué yo capturé hace unos meses. Pensé que sería perfecta para esta subasta, aunque no tiene mucha pureza qué digamos, su aroma es exquisito— los ojos de Nahet brillaron y un escalofrío recorrió la espalda de Van, comenzando a sudar frío.
 
—Mmm… No recuerdo muy bien lo que pasó. Creo que Gustav la utilizo recientemente para algo que no salió muy bien. Dame un segundo e iré a preguntar… —
 
—¡No importa! Voy yo— Nahet comenzó a caminar hacia la salida, con un paso tranquilo, casi dirían qué juguetón.
 
—¡NO! — Van negó rápidamente con su cabeza y bloqueo la puerta de la oficina nerviosamente.
 
—¿Qué demonios te pasa? —
 
—Te he dicho que odio que vayas a meterte en mi pabellón, siempre alborotas a todos y a mí me toca arreglar la estela de caos qué dejas— Van se colocó firme en su sitio —Mejor déjame escribirle a Gustav y pedirle que te la traigan— con manos temblorosas sacó su celular de su bolsillo y comenzó a teclear.
 
“Van: No preguntes y solamente has lo que te digo Gustav. Ve y saca a la muñeca 37, sédala o incapacítala y déjala en mi auto. Cuando termines ven a mi oficina. Jix esta aquí”
 
—Listo, ya pregunté a Gustav si aún tiene a tu muñeca intacta y si la tiene que te la traiga—
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—OHHHH— los gemidos de la mujer invadían la roja habitación, mientras solamente Ivy mordía sus labios con tanta fuerza qué el sabor metalizado de la sangre comenzaba a entrar en su boca —¡Dios! ¡Para ser un omega tu miembro es delicioso! — la alfa estaba completamente sobre Ivy, con sus piernas abiertas mientras se movía de arriba hacia abajo sobre el miembro endurecido del muchacho, y sus afiladas uñas abrían la pálida piel de su pecho.
 
La mente de Ivy estaba completamente en blanco, no pensaba ni sentía nada, solo tenía la certeza qué lo que sea que lo estaba “ayudando” servía de una gran barrera para cuidar un poco la deteriorada salud mental del joven.
 
“No es necesario que te fuerces a quedarte. Pronto se terminará, ya has hecho suficiente por nosotros”
 
La voz sonó en su cabeza mientras el bamboleo de la alfa sobre Ivy comenzaba a darle un poco de náuseas.
 
“¿Por qué eres tan necio? Pues bien, por favor no me odies, pero esto lo haré por tu bien”
 
Apenas terminó la oración la voz retumbante de su cabeza, Ivy sintió como su conciencia se iba diluyendo en un mar blanco, pero no se parecía a la sensación de desmayarse, ni de dormir, era más bien como si estuviera siendo obligado a “apagarse”, pero antes que todos sus sentidos se desconectaran de su cuerpo, logró escuchar el sonido de la puerta abriéndose.

Los infiernos de Van J. Dremmy (Historia Original) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora