Capítulo II

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Al día siguiente, después de arreglar su apariencia cortando su cabello con ayuda de Ume y utilizando sus nuevas lentillas, que molestaban como el infierno, Ivy fue directamente al último trabajo que Ray había tenido. Era un lugar encantador, un edificio que, en su planta baja, servía como una cafetería-restaurant donde la gente pasaba el rato, mientras que en las plantas superiores eran oficinas y todo eso estaba junto al ayuntamiento, en pleno corazón de la ciudad. La infraestructura estaba construida pensada a emular los viejos edificios que se podrían encontrar en un país del viejo continente, el ambiente daba la sensación de ser trasportado a otra era. "No me sorprende que una ciudad solo de omegas sea así de bonita... Me da escalofríos" pensó Ivy apáticamente para sus adentros mientras entraba al lugar, pero la sensación de malestar incrementó más al ver el tipo de personas que trabajaban allí.

-¡Bienvenido a Rose Palace!, ¿te puedo ayudar con una mesa para uno? - la host del lugar era el primer rostro que veía cualquiera al entrar, y aquella mujer era alucinante. Como cualquier omega, tenía una estatura pequeña, pero sus preciosas curvas con sus largas piernas y altos tacones, daban la sensación de que fuera mucho más alta de lo que de verdad era. Su rostro era suave y delicado, sus ojos azules con un maquillaje discreto, le daba una apariencia juvenil, de piel casi tan blanca como la de Ivy y una larga cabellera pelirroja que contrastaba con su uniforme de colores carmín y negro, todo eso la hacía encajar en el típico estereotipo sexual con lo que los alfas, en su gran mayoría, fantaseaban.

-Buen día. Soy nuevo en la ciudad, y una amiga me comentó que aquí podría encontrar trabajo- contestó Ivy amablemente ofreciendo una sonrisa.

-¡Por supuesto! Justamente ahora el dueño está en búsqueda de personal para limpieza-

-Estupendo, ¿qué necesito? -

-Puedes traer tu currículo y dejarlo aquí, o si deseas puedes pasar a hablar con el dueño. Ahora se encuentra en su oficina y acepta ver a cualquier nuevo solicitante-

-¿De verdad? - eso extrañó mucho a Ivy, no había trabajado en algo que se considerara "legal", pero hubo un tiempo donde trató con todas sus fuerzas obtener un trabajo normal para poder escapar de Drao, sin ningún éxito, y nunca ningún gerente o jefe, ni de pequeños negocios, permitía ver a nadie sin analizar primero el historial del solicitante.

-¡Oh sí!, estamos muy cortos de personal últimamente y a nuestro gerente le hurgue mucho los nuevos solicitantes-

-Entonces me gustaría verlo-

-Por aquí- la mujer comenzó a caminar alegremente por el lugar, e Ivy mientras la seguía miraba detenidamente a las personas ahí. Los clientes eran todos omegas normales, sin mucho para destacar, pero al mirar a los camareros cada uno era más precioso que el otro, como si todos aquellos muchachos hubieran sido seleccionados directamente del libro de modelos de alguna agencia, -llegamos- se detuvieron frente a una puerta lejos de las miradas de los comensales -señor Bain, un nuevo solicitante desea verlo- la mujer comentó lentamente mientras abría un poco la puerta, lo necesario para que su rostro pudiera ver hacia dentro.

-Hazlo pasar- una voz contestó de regreso y la mujer abrió completamente la puerta para dejar pasar a Ivy.

-Suerte- la mujer se despidió alegremente y regresó a su puesto de trabajo.

-Buen día, mi nombre es Ivy Daill y deseo solicitar un trabajo...- apenas entró, un fuerte olor a tabaco golpeo directamente en su nariz y boca abierta haciendo que comenzara a toser descontroladamente -Cof, cof, cof, per... don...-

-Siéntate muchacho-

Ivy seguía tosiendo y sus ojos se llenaron de lágrimas, con cuidado tomó asiento frente al escritorio del sujeto y cuando pudo controlar su respiración, miró al gerente sorprendiéndose al encontrar a un hombre que no fuera omega. El gerente no tenía la típica contextura frágil que se le podría atribuir a un omega, pero tampoco tenía la rudeza y tosquedad que caracterizaba a un alfa, sin dudas era un beta común y corriente, de tez morena y cabello negro corto, daba la apariencia de no pasar de sus cuarenta, con ojos grises oscuros, su rostro no era sobresalientemente hermoso, pero tampoco era feo, era un rostro simplemente olvidable.

Los infiernos de Van J. Dremmy (Historia Original) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora