Capítulo VIII

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Lude llevaba un portafolio más pesado de lo usual y con su firme paso caminaba entre la multitud hasta llegar a la puerta del establecimiento. Se podía ver como cientos se había reunido, en su mayoría alfas, con sus pancartas, banderas, rostros pintados de un azul y rojo, con varios adornos qué apoyaban su incondicional apoyo hacía su candidato, el gran favorito en encuestas, el economista y abogado Robert Vaudeville.
 
—Diablos Lude, pensé que no llegabas— uno de los organizadores del evento se acercó a Lude claramente preocupado.
 
—Si, una disculpa. Estuve atascado en el tráfico, no medí bien el tiempo extra por tantas calles cerradas— Lude pasó junto al organizador y siguió su camino mientras él joven también lo seguía. Dentro de las oficinas, habían docenas de personas que iban de un lado al otro, completamente sumergidas en sus respectivos labores para que todo sea un éxito.
 
—¿Está listo el discurso de victoria revisado? — preguntó el organizador a Lude.
 
—Completo y listo—
 
—¿Y el discurso en caso de perder? —
 
—Listo—
 
—¿Las preguntas aprobadas de los medios invitados? —
 
—Aprobadas y listas—
 
—Excelente, Emma esta por llegar. Estamos a unos minutos de que el Consejo Electoral anuncie los resultados definitivos, pero como van las proyecciones, Robert tiene ganadas estas elecciones sin dudar— el organizador palmeo el hombro de Lude con una enorme sonrisa de oreja a oreja mientras paraban frente a la puerta de la oficina del posible futuro presidente y próximo gran líder del “primer mundo” —Hiciste un excelente trabajo—
 
—Todos lo hicimos— Lude sonrió de vuelta y abrazó con su brazo libre al organizador —Pase lo que pase Francis, hemos hecho un poco de historia, todos juntos—
 
—Dale mis felicitaciones al señor presidente—
 
Rápidamente el organizador volvió a correr y Lude se quedó parado frente a la oficina, se acomodó su corbata y tomó una gran bocanada de aire antes de entrar a la oficina de su padre.
 
—Mi querido Samus, sin ti, nada de esto habría sido posible— el gran y poderoso alfa, Robert, se encontraba de espaldas a la puerta; lo poco que se podía ver de su pose, además de su plateado cabello prolijamente peinado, es que mantenía sus dos manos entrelazadas con las de un esbelto y alto muchacho, sin dudas, un omega de pureza muy elevada. Lude frunció un poco su nariz al sentir las sutiles y embriagantes feromonas del omega.
 
—Hmmm… Economista Vaudeville, traje todos los documentos listos— Lude carraspeo un poco su garganta y habló alto para que su padre y el muchacho voltearan a verlo.
 
Robert Vaudeville, como cualquier alfa de alto rango, poseía un cuerpo atlético y duro, aún a pesar de tener más de sus sesenta y cinco años de edad. Traía una cuidada y cortada barba plateada qué combinaba con su cabello, que en algún momento había sido de un castaño obscuro parecido al del roble y el cual había heredado Lude y su nieto Jared. Sus ojos, dos grandes lagunas azules, estaban rodeados completamente de arrugas qué marcaban el inclemente paso del tiempo.
 
Mientras qué, haciendo un gran contraste, por el otro lado estaba el joven y apuesto Samus qué contaba con menos edad qué Lude, sus veinte recién cumplidos, siendo muy incómodo para todos ver al gran “líder” con un jovencito qué tranquilamente podría ser uno de sus nietos, pero, al final de cuentas, no había qué ver más allá para saber que había hechizado a Robert de Samus; el joven increíblemente delgado y pálido, poseía unos preciosos ojos ámbar, un hermoso rostro con mejillas sonrojadas, y un largo cabello rojizo completamente rizado. Al mirar qué Lude estaba presente, Samus sonrió con malicia y se acercó mucho más a su padre Robert.
 
—Muchas gracias por tu ayuda, Robert y yo te lo agradecemos— la voz de Samus era dulce y cantarina, pero para Lude, estaba llena de veneno y dobles intensiones.
 
—¡Hijo lo hemos logrado! — sin embargo al viejo Robert pareció no darse cuenta, o posiblemente no le importaba, soltó las manos de Samus y rápidamente con una gran sonrisa, se acercó a Lude y le dio un gran abrazo.
 
—Así es padre— Lude igualmente sonrió sin importarle nada de lo que Samus dijera y devolviendo la sonrisa, abrazo de igual forma a su padre.
 
—Ven, vamos todos. Tenemos que estar con los demás el momento que anuncien los resultados. Después tenemos reservados en ese restaurant qué tanto le gusta a Jared— Robert comenzó a caminar tomando por los hombros a su querido hijo; ya se notaba como Robert comenzaba a encogerse por la edad, dejando a Lude ligeramente más alto.
 
—¿Querido, yo espero aquí? — la clara molesta voz de Samus sonó atrás de ellos pero Robert pareció no darle la misma importancia que le estaba dando momentos antes que entrara su hijo.
 
—Puedes venir y… — Robert contestó descuidadamente pero antes que pudieran continuar, o si quiera salir, la puerta de abrió.
 
—¿Llegamos en buen momento? — Emma, entró en lugar. Su cabello negro atado en un moño firme, no permitía qué saltara de su lugar, solo dejando un par de mechones ondulados a los lados de su rostro, sus ojos azules se posaron en los de su padre, y sus labios sonrieron. Traía como siempre un elegante traje azul marino hecho a la medida, que resaltaba su curvilínea figura, alta y elegante. Era la personificación de lo que toda alfa quería lograr.
 
—Querida… Si, estábamos por… ¿y tú que haces aquí— Robert contestó pero a mitad de la oración frenó al ver que la persona que entraba detrás de Emma, no era nada más ni nada menos que su ex esposa.
 
—Vamos Robert, no puedo faltar en un día tan importante…—
 
—Gra… —
 
—Para nuestros hijos— Charlotte habló tranquilamente sin dejar qué Robert la interrumpiera. La mujer caminó prolijamente hasta Lude, provocando qué Robert lo soltara y se alejara tan rápidamente como si quisiera evitar a la misma peste —Estoy muy orgullosa de ti, mi pequeño gran alfa— Charlotte elevó sus pequeñas y arrugadas manos de omega hacía las mejillas de su hijo, y colocándose de puntillas para aumentar su ya escasa altura, se elevó lo suficiente para alcanzar la frente de Lude y dejarle un suave beso maternal.
 
—Gracias mamá, pero fue un trabajo completamente en equipo— Lude sonrió y trató de darle el mérito a los demás pero su madre negó con la cabeza y girando en sus talones comenzó a regresar por la puerta.
 
—Todos sabemos que el inepto de tu padre no habría logrado nada sin ustedes— Charlotte se detuvo por un momento junto a la puerta y su hija —¿Verdad? — mirando sobre su hombro, lanzó una mirada fría y muerta, pero no hacía su ex esposo, ni hacía Lude, la lanzó directamente al omega del otro lado de la habitación, a lo que Samus solamente se paralizó.
 
—Charlotte, por favor, no comiences con tus pendejadas— Robert comenzaba a desquiciarse.
 
—Hmph… La verdad, duele, ja— Charlotte soltó una suave risita de despreció hacía Robert y sin decir nada más, salió de la habitación.
 
—¡Por eso me divorcie de ti mujer! ¡Nadie te soporta!— Robert gritó ya en cólera pero antes que pudiera salir detrás de Charlotte para seguir la pelea, Emma lo detuvo por su hombro.
 
—Vamos papá, ya están todos esperando en la sala de juntas por los resultados—
 
—Si hija, si, solo que tu madre… —
 
—Ven— Emma lo tomó por su brazo y lo jaló fuera de la oficina.
 
Lude estaba mirando silenciosamente toda la escena de sus padres, a lo que solo pudo suspirar. Aunque su crianza había sido idílica, nunca había tenido la sensación de que sus padres se “amaran” realmente, y a partir de su pre-adolescencia todo había ido en picada hasta el inminente divorcio de sus padres.
 
Cuando Lude se disponía a ir detrás de todos, Samus llegó a su lado y sin qué el primero se percatara, pasó uno de sus dedos suavemente detrás de su cuello haciendo qué un escalofrío recorriera toda la espalda de Lude.
 
—Por favor Samus, te pido que no me toques— Lude miró enfurecido a Samus.
 
—¿La relación de tus padres siempre ha sido taaaaaan mala? — Samus ignoró completamente las palabras de Lude y solamente le sonrió descaradamente.
 
—Preferiría no contestar eso—
 
—Bien, lo siento tanto por ser la manzana de la discordia, pero tu querido papá es tan bueno, prometo ser un excelente primer caballero y padrastro—
 
—No te equivoques Samus— en ese momento Lude le devolvió la maliciosa sonrisa a Samus y miró directamente a esos bonitos ojos miel —No eres el primero, pero tampoco serás el último— dicho eso, Lude salió rápidamente de la oficina sin darle tiempo a replica.
 
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“Interrumpimos nuestra programación especial electoral para traerles los resultados finales. Vamos a pasar la cobertura directamente hacía la sede del Consejo Electoral donde sintonizamos con la presidenta, adelante… “
 
Mientras se escuchaba el sonido de la televisión de fondo, Syd se movía entre la sala y comedor de su pequeño departamento privado preparando su cena. Los primeros semestres había compartido con compañeros en pequeñas habitaciones estrechas, pensando que no debía excederse en lujos y detalles pero a medida que los semestres y pleitos con compañeros iban pasando, Syd decidió qué para sus últimos años prefería pagar una de las costosas habitaciones tipo departamento privadas para poder así mantener su sanidad mental.
 
“Después del conteo final y del arduo labor de todos nuestros colaboradores en esta jornada electoral, donde hemos tenido récord de asistencia, el pueblo ha ejercido su legítimo derecho a la democracia y con un conteo del cincuenta y cinco por ciento de votos, el candidato qué hoy se posicionará como el líder de nuestra nación, es el economista, abogado y candidato Robert Vaudeville”
 
Syd se detuvo un momento frente al televisor, con un pedazo de jamón en su boca y solamente asintió con su cabeza en son de aprobación. Aunque hubiese visto al padre de Lude en contadas ocasiones, sabía que si era tan bueno como su hermanastro, sería un excelente gobernante y eso le daba fe.
 
“Ahora, escucharemos el primer discurso oficial del cuadragésimo sexto presidente se la nación aplausos y vitoreo de la multitudvoz masculina: Gracias, gracias a todos por depositar su fe, esperanzas y sueños en mí…”
 
Toc, Toc.
 
Antes de que Syd pudiera seguir mirando el discurso de Robert golpes en su puerta comenzaron a sonar, rápidamente Syd terminó el jamón qué tenía aún masticando en su boca, muteo la transmisión y limpiando sus manos en un trapo cercano, fue hacía la puerta y abrió.
 
—Hey… No te esperaba hoy— Syd se apartó un poco de la puerta.
 
—Disculpa por llegar sin avisar. Pero tenía que mantenerte informado ¿puedo pasar? —
 
—Si claro, estaba por cenar ¿Quieres algo?— Syd rápidamente se alejó y un hombre entró cerrando. Traía un abrigo negro de tres cuartos qué cubría hasta sus rodilla al igual que su pantalón negro, toda su vestimenta ocultaba su tez de un negro azabache, que le daba un aire digno y solemne. Su rostro ancho, era equilibrado con sus rectas y bonitas facciones, y sus ojos grises brillaban al igual que su sonrisa blanca y cabello negro ondulado.
 
—No te preocupes Syd, no me quedaré por mucho— el hombre retiró sus guantes negros y los colocó en una mesita cercana al pequeño sofá de la sala.
 
—¿Seguro? ¿Nada para beber por lo menos? —
 
—Un té frío de lo que sea estará bien—
 
—Siempre guardo de té negro como te gustan— Syd se acercó a su pequeña nevera y le acercó una botella de té a su invitado —Y dime Dominic, ¿algo nuevo para mí? —
 
—Sí… Y no creo que sea bueno— de su abrigo, Dominic sacó una pequeña memoria USB y se la mostró —¿Puedo? —
 
—Si, si, claro, ahí tienes mi laptop junto a la puerta del baño—
 
Dominic se acercó al lugar y tomó el pequeño aparato eléctrico, caminó hacía el sofá donde Syd ya se encontraba esperándolo con su sándwich y la abrió —Desde el día que me contrataste nunca pensé que encontraríamos cosas tan, turbias, siempre supuse que sería algo random y que se solucionaría en un par de meses, pero el nivel de cuidado qué maneja tu hermano es increíble—
 
—Hay… No me digas que ya  pudiste confirmar todo lo malo…— Syd dejó su comida y miró atentamente a las ventanas qué comenzaban a emerger en la pantalla, la primera imagen fue una de lo que claramente era su hermano entrando a un bar.
 
—He seguido a Van todos estos años, pero siempre se oculta antes de poder encontrar el hilo para jalar de todo esto— la siguiente era una del auto de Van entrando a lo que parecía un hospital —Hasta hoy—
 
—Ese hostipial… —
 
—Es el hospital San Thomas—
 
—¿No esta en la ciudad qué fundó mi padre? — Syd acercó la imagen, y efectivamente era el deportivo negro qué tanto le gustaba a Van y que se compró a pesar de las objeciones de su padre.
 
—Así es— Dominc asintió con su cabeza y pasó a la siguiente imagen, que era la de un auto extrañamente familiar qué iba detrás del auto de Van en una carretera.
 
—¿Ese es el auto de Nahet? — Syd se sobresaltó en su asiento y sintió como su estómago se retorcía tan solo de verlo —Esto no puede ser—
 
—También me sorprendió, nunca había visto sus autos uno tan cerca del otro y de lo que me informaste, ellos dos no se pueden ni ver—
 
—Si, si, no sé hablan desde que Nahet se “robó” a la novia de mi hermano—
 
—Lo más extraño de todo esto Syd, es el hecho de que parecía que Van estaba tratando de perder el auto de Nahet— Dominic suspiró largamente —No parecía que iban de mutuo acuerdo a ningún lado, era más como si Nahet quería saber el destino de Van—
 
—¿Y después de eso que pasó? — Syd miraba nuevamente todas las fotos una y otra vez.
 
—Lamento decirte que Van logró perder de vista, tanto a Nahet como a mí—
 
—¿Crees que sabía que lo estabas siguiendo? —
 
—Eso lo dudo mucho, nunca utilizo pel mismo auto dos veces— Dominic habló orgulloso por sus habilidades y recursos como detective.
 
—¿Y en este bar con quién se reunió? — Syd señaló a la primera foto.
 
—Se encontró esporádicamente con su ex novia, pero no creo que haya sido planeado—
 
—Eso podría explicar porque Nahet después lo persiguió, no sé si siguen juntos o no, pero él es demasiado celoso y posesivo—
 
—Eso explicaría la persecución pero no porque Van esta tanto tiempo en ese hospital—
 
—Es fácil, ahí trabaja Gustav un amigo nuestro—
 
—Eso lo sé Syd, pero ya han sido varias veces en el año que Van ha ido a ese lugar, aún siendo una ciudad santuario y prohibida para su paso—
 
—Bueno… ¿Posiblemente esta preocupado del legado de nuestro padre? — Syd estaba tratando de justificar a su hermano mayor inconscientemente pero muy en el fondo, sabía que los rumores qué había escuchado hace tres años, cuando iniciaba en su carrera, de varios compañeros y extraños en la universidad, debían tener algo de verdad.
 
—Solamente te diré que sea lo que sea que este haciendo Van lo descubriré y te lo traeré—
 
—Está bien…—
 
—Y ¿lograste hacer lo que querías? —
 
—Le propuse a Lude ayudar con la campaña electoral de su padre apenas inicio, y muchas ideas para mantenerme allí, con un motivo válido para vigilar a mi hermano pero Lude me rechazó— Syd suspiró amargamente —Pero no lo culpo, realmente no sé nada de ese mundo—
 
—Entiendo, entonces no pudimos acceder por ese lado ¿y sigue sin contestarte? —
 
—Si… Muy rara vez toma mis llamadas, y cuando las toma me corta a los dos segundos— Syd volvió a agarrar su comida y le dio un bocado —La última vez que lo vi fue en el sepelio de nuestro padre y parecía que me estaba evitando, como si no pudiera ni mirarme a los ojos… Ni siquiera supe cuando tuvo tiempo de dejar crecer su cabello tan largo y pintarlo, con eso te puedes imaginar cuanto tiempo ha pasado desde que teníamos una relación pasable de familia— añadió entre mordiscos y bufidos mientras terminaba su comida de manera rápida.
 
—Bueno, esta es tu oportunidad — Dominic le dio un pequeño papel a Syd con una dirección escrita —Pude encontrar el nuevo apartamento de Van, esta aquí en la cuidad, así que puedes ir a ver si tienes suerte, solamente te advierto qué casi nunca esta allí pero a juzgar de la dirección que tomó en la carretera, presiento que salió de Shinny Valley y esta allí—

Los infiernos de Van J. Dremmy (Historia Original) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora