Capítulo XVII

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La noticia había sido algo agridulce. Van siempre rechazaba la idea de procrear hijos para que simplemente vinieran al mundo a sufrir, y aunque el procedimiento para cortar toda esperanza de tener hijos era algo muy diferente para los alfas llegando a ser muy simple, su inevitable depresión y pereza no le habían permitido concretar las innumerables citas para esterilizarse qué había pedido apenas su padre falleció; y el asunto estaba en que si sus hijos eran omegas, tendrían un destino crudo y vacío al ser vistos ni más ni menos como máquinas para procrear, y si eran alfas, no lo tendrían tampoco fácil: ser perfectos, fuertes, rudos y exitosos, proveer para engendrar más y más... Para que este círculo vicioso no parara, era un sistema completamente roto, y era muy poco probable que pudiera engendrar betas, por su alto nivel de pureza.

Por lo mismo, la noticia de que Rigel estaba embarazado, simplemente le había caído como balde de agua fría en el preciso momento qué Gustav se lo informó, y como balde de lava cuando su pequeño omega se lo confirmó.

-Honestamente, no tenía previsto en mi plan de vida tener hijos- Rigel suspiró y Van por un momento se sobresaltó.

-Tampoco quería algo así... - Van apretó el volante con sus manos, y giró el auto en la siguiente esquina, entrando al parking del gran centro comercial qué estaban por visitar -Y cómo te dije esa noche, no pienso obligarte a... tenerlo-

-No, no, no... No es eso lobito, no pienso ni en esa posibilidad- Rigel sonrió y palmeo su vientre aún plano -Respeto a los que deciden esa opción, y con mi larga y trágica historia, posiblemente eso sería lo mejor, pero, no tengo corazón para hacerlo-

-¿De verdad no te lo planteas? -

-No, aún cuando no he tenido una buena vida, los vagos recuerdos de mis padres y la bonita familia qué éramos antes que, fallecieran, me dan esperanzas... Posiblemente, puedo darle algo remotamente parecido al amor qué ellos me dieron-

Van se quedó en silencio. Era admirable como Rigel aún a pesar de haber vivido todo lo que soportó y sufrió, seguía albergando esperanza y amor en su corazón. El alfa sabía que todavía cuando aquel omega era pequeño y débil, su fuerza no yacía en sus músculos.

Sin previo aviso, Rigel pasó suavemente su mano por el brazo de Van apenas este estacionó el auto, sobresaltándolo enseguida -No te pediré que seamos una familia Van, te prometo que tampoco te obligaré a nada, ya es suficiente con el síndrome de Estocolmo que tengo por ti ja, ja, ja... - los ojos del omega se posaron en los de Van, y brillaron llenos de tristeza para él -Solamente, te ruego... Qué me dejes conservarlo, y prometo que lo cuidaré tanto como cuido el amor que siento por ti-

-Ah... Maldita sea, sé que soy una horrible persona, y posiblemente no tendré nunca perdón por todo lo que he hecho pero no te voy a dejar solo- Van tomó del rostro de Rigel y le dio un suave beso en su frente, a lo que el omega solamente pudo suspirar y medio sonreír mientras asentía con su cabeza -Intentaré arreglar todo este desastre, así no tendrás que irte de mi lado-

-Prometo que si lo haces me quedaré-

Ambos se miraron por unos segundos, que para Van pareció toda una eternidad. Nunca se había dado la oportunidad de poderlo observar tan de cerca; para cualquiera aquellos dos ojos bicolor sería algo extraño de ver, pero sin duda eran preciosos. Su ojo plateado, tenía pequeños destellos azulados, mientras qué su ojo ámbar era como mirar un gran tarro llenó de la más brillante miel; sus redondas mejillas sonrojadas, su pequeña nariz, sus suaves rojos labios, y su cabello castaño ondulado ya algo largo, cayendo a los lados de su rostro, hacían a Rigel uno de aquellos pocos omegas qué te quitaba el aliento, y Van no podía evitar sentirse agradecido en esos momentos de tenerlo tan cerca, de saber que él lo amaba, y de que podría existir una mínima posibilidad, de que quizá, pudieran tener su final feliz.

-Te mostraré qué voy enserio- Van habló con firmeza y peinó el cabello de Rigel con gentileza para terminar sonriéndole ampliamente -Bajemos, que tenemos muchas cosas que comprar-

Sin más, ambos bajaron del auto y apenas Van pudo ponerse junto a Rigel, sujetó de su mano firmemente. Y es que, aún cuando sabía que no saldría corriendo, que si decidía irse él se lo diría y tendría que entender, no podía apartar el pensamiento de retenerlo.

-Entonces, ¿qué hacemos aquí lobito? - Rigel sonrió mientras caminaban uno junto al otro.

-Bueno, mientras te quedas conmigo he decidido qué ya no es necesario que siempre estés en mi departamento, así que necesitarás ropa nueva, la mía te queda muy grande-

-¿Ah sí? - Rigel se miró despreocupadamente. Traía una de las chaquetas negras de Van, varias tallas más grande, y unos pantalones jeans qué debían quedarse sujetos con un cinturón para que no se escurriera por su cintura -Sabes que no es necesario, además qué en un par de meses necesitaré ropa así de grande ja, ja, ja-

-Entonces en un par de meses te la compraré, así de fácil- Van sonrió y por un segundo se sintió como debían sentir las familias normales en un día tranquilo de compras, gustándole aquella reconfortante sensación -Además, no es necesario que te preocupes por el dinero, es lo que menos me falta-

-De todas formas, podrías utilizarlo para ayudar a gente, ser un filántropo desinteresado- mientras caminaban, Rigel se percató de una pequeña tienda de antigüedades qué tenía exhibido en la entrada, un gatito de peluche gris -Awww, mira, yo tenía de esos cuando era niño y exactamente gris también-

Van miró hacía donde Rigel apuntaba, y observó el gato, pero se dio cuenta que en realidad no era gris, y más bien se trataba de un peluche qué había sido blanco pero con el paso del tiempo, se había desgastado hasta dejarlo de ese color.

-Está desgastado, no es gris-

-Oh... - fue lo único que pudo decir Rigel después de las palabras de Van, agachando un poco su cabeza.

Tras un incómodo silencio, reanudaron su camino hacía una de las tiendas de ropa más caras y lujosas de todo el centro, pero antes de entrar, Rigel se detuvo en la entrada y negó con su cabeza -De verdad Van, no es necesario que gastes en mí, y menos en un lugar tan caro-

-Vamos, te digo que el dinero no es ningún problema- suave pero firme, Van haló del brazo de Rigel obligándolo a entrar.

-Bienvenidos, ¿en qué les puedo ayudar el día de hoy? - uno de los dependientes de la tienda los saludó inmediatamente al entrar, con una cordial sonrisa.

-Busco ropa para... - trató de explicar Van pero se vio interrumpido por el dependiente.

-¡Ohh! ¿Buscando ropa para su esposo? Qué maravilla, síganme por aquí caballeros, tenemos la exclusiva nueva colección de invierno del diseñador Lio Ble-

-En realidad no es mi esposo- cortó de repente la conversación Rigel y se logró zafar del agarre de Van.

Por un momento, un intenso miedo de que la otra personalidad de Rigel despertara, se apoderó de la mente de Van pero inmediatamente eso se vio disipado por las palabras del omega.

-Es más bien mi novio, pero aún no se decide a proponerse ja, ja, ja- Rigel siguió hablando mientras el dependiente animadamente también reía -¿Verdad, cariño? - la última palabra del omega fue llena de veneno, o posiblemente tan solo fue la imaginación de Van.

Pasaron unas cuantas horas, y entre cambios de ropa y una gran cuenta, terminaron con lo "necesario".

-Muchos te preguntaron si eras un modelo o algo así, me sorprendió- Van comentó despreocupadamente arreglando todas las bolsas en sus manos, mientras caminaban de regreso al auto, sin embargo no obtuvo ninguna respuesta -Aunque a mí también me da curiosidad saber que hacías antes de todo... Esto-

-Mmm... -

-¿Está todo bien? - sentía que Rigel no se encontraba bien y más bien estaba ¿molesto?

-No es nada- Rigel suspiró largamente y cada vez que Van quería mirarle a la cara este siempre se la volteaba.

-Joder, sí hice algo mal mejor grítamelo y no te quedes enojado todo el puto día-

El omega al escuchar eso frenó en seco su caminar y soltó un gran bufido de rabia -¿Esto voy a recibir si me quedo contigo? ¿Seguiré siendo una muñeca?... Simplemente con un vestido más caro... Es horrible-

Van sintió como su corazón caía hasta el piso, y solo logró atragantarse con su saliva por la tremenda sorpresa de aquellas palabras.

-Lo siento, todo esto es frustrante para mí- Rigel se limpió rápidamente varias lágrimas qué comenzaron a escapar por sus ojos, esos ojos qué hace unas horas estaban llenos de abnegado amor hacía Van -No quiero ser el trofeo de nadie-

-¡Y no lo eres! De verdad hago todo esto por ti, y porque me importas- Van dejó las bolsas en el piso y tomó con fuerza a Rigel entre sus brazos, apretándolo contra su pecho -Nunca he querido un omega como trofeo, y es lo más sincero qué te puedo decir de corazón- varias caóticas imágenes de sus padres, de su hermana, de Ale y de todas las parejas que había tenido, se agolparon en su mente dolorosamente.

-Está bien... - Rigel sorbió su nariz y terminó de limpiarse las lágrimas -Lo siento, creó que los cambios hormonales ya comenzaron ja, ja, ja-

-Mira, antes de irnos vamos a comer algo- tragando algo de saliva nervioso, decidió darle un poco de libertad a Rigel y arriesgarse a dejarlo solo por un momento -Ve al patio de comidas, y te encuentro allá, si sigues las señales no te perderás-

-Si- Rigel asintió y se separó de Van -Te espero-

Van miró atentamente como Rigel comenzaba a alejarse, y un impulso de ir tras él se apoderó de su mente, pero logró resistir y tranquilizarse a sí mismo. Tomando nuevamente las bolsas, comenzó a caminar hacía el auto, pasando una vez más por la tienda de antigüedades qué vieron al entrar.

__

Gustav no había parado de trabajar día y noche, sin ser la excepción aquella noche en el pabellón de Van. En ese momento, estaban por experimentar una nueva versión del activador qué Charlotte había pedido, ya que el anterior era de una duración muy prolongada y lo que ella deseaba era algo más "moderado" para poder lanzarlo al mercado de manera más discreta.

-Vamos a iniciar la prueba en el sujeto 2, ¿Todo listo? - habló Gustav mientras caminaba por el largo y negro pasillo, con dos de los guardias enmascarados siguiéndolo.

-Sí doctor, como especifico el sujeto ha estado en aislamiento por el período de cuarentena solicitado- comentó uno de los guardias.

-Bien, necesitamos que su sistema hormonal este lo más limpio posible para iniciar- Gustav ojeo algunas de las páginas del expediente número dos -¿Este es el nuevo verdad? -

-Sí, lo subieron recientemente del nivel dos al tres al darse cuenta de su alta resistencia ante las feromonas alfas y como el jefe Dall se quejó de falta de muñecas, lo pasaron para acá- explicó el otro guardia mientras jalaba un carrito lleno de equipos médicos.

-Bien- asintió con su cabeza Gustav leyendo con detenimiento la información.

"Sujeto 2:

Edad presumible: 19
Piel: Blanca
Ojos: Marrones
Cabello: Marrón
Nivel de pureza: 40 % al momento de la prueba de NHO
Resistencia: 80 %"

Antes de poder continuar leyendo el registro histórico de la nueva muñeca, Gustav y los guardias llegaron a la puerta de la habitación.

-¿Seguros qué lo desintoxicaron en el periodo de cuarentena? Es sumamente crucial qué no haya estado en contacto con ningún alfa ni droga de cualquier tipo- preguntó Gustav.

-Si doctor-

-Como nos ordenó-

-Entonces no demoraré, monitoreen signos vitales y atentos con el equipo de primeros auxilios-

Ambos guardias asintieron con sus cabezas, y los tres entraron. Tirado en la cama, se encontraba el sujeto y a simple vista se sorprendió por su apariencia; la descripción en su expediente era correcta sin embargo, el omega parecía mucho más joven de la edad que se presumía tenía.

Allí estaba el nuevo sujeto de pruebas, recostado e inmóvil, con su mirada fija en el techo qué ni siquiera se inmutó cuando encendieron las luces. Se notaban sus ojos hundidos y sus mejillas chupadas, pareciéndole normal el paupérrimo estado en el qué se encontraba ya qué el nivel dos no era conocido por cuidar muy bien a sus muñecas.

-Sujeten cadenas- ordenó Gustav y al instante las largas cadenas que sujetaban las muñecas y tobillos del omega se tensaron solo lo suficiente para dejarlo en una posición de "X" e inmovilizarlo -Comienza grabación del test. Inicia prueba cero, cero, cero, uno, suministrada al sujeto dos, primera muestra de la droga activador, "Alpharet" diluida al 40 %- comentó Gustav cada paso del procedimiento en voz alta, mientras tomaba una de las jeringas del carrito de herramientas médico y comenzaba a preparar la muestra.

-¿Do... Dolerá? - susurró el omega con un hilo de voz mientras cerraba sus ojos y suaves sollozos salían de su pecho.

-Es solo un activador, en el mejor de los casos simplemente te dará una erección- comentó Gustav despreocupadamente al terminar de alistar la inyección, y se acercó hacía el omega -O un infarto- murmullo más para si mismo que para el paciente.

-Odio las agujas...- susurró el sujeto de pruebas mientras lágrimas corrían por sus mejillas, pero ni un solo milímetro de su cuerpo se movió.

A Gustav le resultaba increíble y fascinante las reacciones qué tenían los diferentes omegas encerrados allí. Mientras unos luchaban y se negaban a su destino fatal, otros solamente se resignaban pacientemente y esperaban mejores tiempos como el sujeto qué se había llevado Van hace ya varios meses.

La aguja perforó con facilidad la piel de la muñeca y este hizo una mueca de dolor.

-Comienza conteo-

Rápidamente uno de sus "ayudantes" asintió y comenzó a tomar el tiempo con un cronómetro. Pasó el minuto, después dos, hasta llegar a los quince pero nada sucedió.

-¿Sientes algo? - preguntó Gustav impaciente.

-La cabeza me da vueltas- el omega solo cerró sus ojos -Y mucho sueño-

-Bueno, creo que tendremos... - mientras Gustav se disponía a salir, y continuar con el siguiente sujeto de pruebas, el omega comenzó a convulsionar violentamente -¡Mierda! ¡Trae el desfibrilador! -

Los dos guardias se movieron rápidamente, pasando todos los instrumentos necesarios a Gustav, qué ágilmente le dio los primeros auxilios necesarios para no dejar al omega morir, por el momento.

-¿Llamamos a la enfermera doctor? - comentó uno de los guardias cuando por fin estabilizaron a la muñeca.

-Sí, dile que traiga los sueros porque necesitamos que su cuerpo drene por completo la droga- Gustav suspiró pesadamente mientras miraba al número dos inconsciente -Estaré en laboratorio si alguien me necesita-

Los dos guardias asintieron y el médico se dispuso a salir del lugar. Una vez tomó el ascensor, pico el penúltimo número disponible en el tablero y bajó.

Era en la misma parte del pabellón de Dall. El laboratorio se encontraba un piso antes de llegar a la morgue y en donde la "magia" se hacía realidad.

Gustav primero tenía que pasar por una zona de estricta desinfección, y una vez los guardias del lugar lo revisaron y aseguraron qué todo estaba en orden, lo dejaron entrar. El médico una vez adentro, escuchaba como varias voces se alzaba haciendo eco en las blancas paredes del sitio, mientras investigadores y laboratoristas se movían de cuarto en cuarto estéril, analizando muestras entre otras cosas.

-Dr. Ross, ¿la muestra no funcionó bien? - escuchó como una suave voz femenina de una de las investigadoras sonó detrás de él.

-No Dra. Sagma, diluida al 40 % sobre-estimula el sistema nervioso- Gustav negó con la cabeza y miró a su compañera algo decepcionado.

La Dra. Sagma era una de las profesionales involucradas en toda esa locura, y cualquiera que no supiera el alcance de los tentáculos de Charlotte se sorprendería, pero lo que sin duda nadie esperaría, es que no nada más hubiese betas y alfas involucrados, sino también omegas.

-Tememos que si la diluimos más pierda el "potente" efecto qué Lady desea- la doctora, bajita, de tez morena y bonito rostro ovalado frunció un poco el ceño mientras sus ojos celestes miraban inquietos a Gustav.

-Traten de hacer su mejor esfuerzo, dejo eso en sus manos- el doctor sonrió y antes de seguir su caminó su colega lo detuvo.

-Está bien Dr. Ross, y por cierto, Lilith quiere verlo-

-¿Qué es tan urgente? -

-Ya tiene los resultados del mapeo genético del número 37-

Al escuchar esto Gustav se sorprendió, pensaba que tardarían un poco más ya qué debían enviarlos a un laboratorio aliado con mayor infraestructura.

-Supongo que recibimos ayuda de Dall- Gustav asintió con su cabeza y despidiéndose de su colega continúo hasta la oficina del final.

Una vez Gustav entró, se encontró con la oficina completamente vacía, sin embargo había una pila de documentos sobre el escritorio de la doctora y una pequeña nota amarilla pegada a los papeles.

Al acercarse, Gustav pudo leer solamente la palabra "Adelante" escrita con una letra que era de su colega, y sin mucho más para hacer, el doctor se sentó en el asiento contrario del escritorio, tomó los documentos, y comenzó a leer sobresaltándose tan solo con las primeras líneas.

__

Hace dieciocho años...

-No hay vuelta atrás ¿estás seguro de esto Sam? - Theo sostenía los instrumentos médicos en sus temblorosas manos, cubiertas por el blanco látex de sus guantes. Estaba de pie frente a su flamante nuevo esposo.

Hace tan solo meses atrás Tyba había fallecido, o más bien, había tomado la trágica decisión de irse tan repentinamente de la vida y aquello, había sido la gota qué derramó el vaso para la pareja, por lo que decidieron hacer lo más rápido posible todo lo que habían estado retrasando por trabajo; primero, decidieron casarse, después, se tomaron las vacaciones qué tanto deseaban, y por último, la más grande decisión de todas. Tener un hijo.

-Si cariño, ya lo decidimos y no daremos ni un paso atrás- Sam habló tranquilamente, reconfortando a Theo.

Pero el método para tenerlo no sería "común". Después de presenciar los terribles acontecimientos ocurridos con la hija de Tyba, y de como la sociedad se rehusaba a cambiar su posición para con ellos, los omegas, entendieron qué tenían que tomar pesadas acciones y todo comenzaría con el pequeño hijo qué estaban a punto de "concebir".

-Está bien- Theo resopló ansiosamente contra su blanco cubrebocas, y gentilmente levantó la bata de Sam para descubrir por completo sus piernas desnudas y abiertas.

En ese momento se encontraban en el consultorio privado de Theo. Ya era pasada la media noche, y la clínica debía estar en teoría completamente sola a excepción de la seguridad, de esa forma asegurándose de que nadie los sorprendiera.

-Aunque te debo admitir que en este momento estoy sufriendo un ataque de ansiedad y remordimiento ja, ja, ja- Theo río nerviosamente mientras preparaba el espéculo y la sonda, con la cual implantaría a su futuro hijo en el útero de Sam.

-No es la primera vez que hacemos esto amor, y además, si no somos nosotros ¿Dónde encontraremos a voluntarios dispuestos a semejante experimento? Esto será de por vida- Sam movió sus pies también algo ansioso, mientras acomodaba mejor sus piernas abiertas en la cama obstétrica.

-No me preocupa esa parte, lo que me preocupa es lo que Tyba diría... O lo que su enfermo esposo haría si descubre esto-

-Theo... Si de verdad queremos darle mejor calidad de vida a los omegas... Darnos mejor calidad de vida a nosotros, esto es necesario, solamente lo estábamos retrasando, así que todo irá bien cariño, te lo prometo- Sam estiró una de sus manos hacía su esposo y este la tomó, entrelazando sus dedos. Se miraron fijamente por unos instantes y Theo se tranquilizó un poco mientras suspiraba.

-Tienes razón Sam, esto es inevitable si queremos seguir con la siguiente fase- lentamente el orgulloso omega se irguió separándose de Sam y llevó primero el espéculo a la apretada cavidad de su compañero para abrirla completamente -Aunque es una lástima, esto le quita la parte divertida- Theo soltó una carcajada y suavemente abrió el aparato dentro de Sam.

-Ha... Esta un poco fría- Sam se estremeció y apretó sus manos en los soportes de los costados de la cama -Tranquilo amor, me lo compensarás todos estos meses-

-Todas las noches después de comprobar qué la implantación salió bien- Theo miró atentamente qué todo dentro del cuerpo de Sam estuviese en orden, preparando el terreno para el siguiente paso -Déjame revisar el monitor-

Tomando el catéter y revisando el estado del cuerpo de Sam con ayuda del monitor de la ecografía, comenzó el proceso hábilmente de implantar el embrión.

-Me preguntó como será... Espero que tenga tus bonitos ojos- comentó alegremente Sam.

-Me gustaría más que tuviese los tuyos pero es poco probable después de toda la modificación- Theo sonrió pero no se descuido en ningún momento -A mí lo que me preocupa es como les explicaremos todo, cuando el momento llegue.... Será inevitable que conozca al pequeño hijo de Tyba-

-Es mejor que se conozcan de pequeños, así no será tan impactante en su adolescencia cuando active su primer celo ¿no lo crees? -

-Buena idea... Pero sigue preocupándome el padre, y también el hijo mayor, si no tenemos cuidado...-

-Lo sé- Sam lo interrumpió -Pero de verdad amor, no sobrepienses mucho las cosas, ahora solamente concentrémonos en terminar esto-

-Sí- Theo murmulló aun en la labor, y después de unos momentos más al fin logró concluir el procedimiento -¡Listo! Ahora solo nos queda esperar-

-¿Y ya decidiste de todos los nombres cuál tendrá? -

-Estaba pensando que si era niña le quedaría bien el nombre de Amelia- Theo retiró lentamente la sonda y después el espéculo dejando por fin libre a Sam quien suavemente se levantó de la cama para estirarse.

-¿Y si es niño? -

-Lo siento Sam, pero no me convenció ningún nombre de la lista- Theo limpió los instrumentos médicos y los dejo en la zona para desinfectar.

-¿Entonces cuál se te ocurrió cariño? - Sam caminó hasta donde su esposo se encontraba sentado y suavemente se colocó sobre su regazo pasando sus brazos alrededor del cuello de Theo.

-Me gustaría que se llamara igual que mi buen abuelo- Theo miró fijamente a Sam mientras este último le quitaba el cubrebocas y acercaba sus labios.

-¿Raymond? -

-No amor, a mi abuelo paterno-

-¡¿Rigel?! - contestó sobresaltado Sam -Pero pensé que odiabas a todos los alfas-

-A los demás sí, pero mi abuelo fue el único que no me valoró solo por si era alfa u omega... El único que no me miró con decepción por nacer así, y el que me ayudó cuando todos los demás me jodieron la vida- Theo habló con una mezcla de amor y rabia en su corazón -Él qué creyó en mí, y por el qué logré sacar mi título y superarme... Maldita sea abuelo, quisiera que estuvieras aún vivo-

-Está bien amor, se llamará como él si es niño- Sam tomó del cabizbajo rostro de Theo y le dio un suave beso en sus labios para después acariciar suavemente su cabello -Aunque no esté aquí ya, él estaría muy orgulloso de ti, mi vida, mi todo-

-No sé que haría sin ti- Theo abrazó con fuerza a Sam, estrujándolo entre sus brazos, y ambos esposos permanecieron así... Solos, dos contra el mundo, dándose amor y apoyo mutuo.

-

Van regresó por el camino que había tomado para dejar las cosas en el auto. Traía dos regalos y una sorpresa qué esperaba que a Rigel le gustaran. Así que se apresuró a ir hacía el patio de comidas, y con la mirada buscó a su compañero.

Sin embargo, tras unos minutos de buscarlo sin éxito, el corazón de Van comenzó a latir frenéticamente. Millones de pensamientos pasaron por su cabeza, pero el más ruidoso fue el que le gritaba aquella pequeña voz de su conciencia.

"Claro que se iba a escapar, maldita sea, claro que se iba a escapar después de todo lo que has hecho"

-Van...- un suave toque en su hombro sobresaltó completamente al alfa, y regresándose rápidamente para ver quien era, su alma volvió a su cuerpo.

-Joder, me diste un susto de muerte- musitó Van algo molesto, mientras miraba el rostro de Rigel que tenía una expresión de no entender que estaba sucediendo.

-Encontré un asiento un poco alejado, pero me di cuenta que no me verías por el pilar qué lo cubre- Rigel señaló hacía el sitio y efectivamente había un enorme pilar qué cubría otra sección de asientos.

-Está bien, vamos-

Después de sentarse y calmar sus nervios, decidió qué sería el momento perfecto para darle los obsequios qué había conseguido.

-Antes de comer, te tengo otras cosas-

-Van... Te juro que no es necesario tanto- Rigel se vio afligido.

-Esto si lo es- Van contesto rápidamente mientras sacaba una pequeña caja de la única bolsa de compras qué tenía y se la pasaba al omega -Me la jugaré contigo Rigel-

-¿Un celular? - Rigel comentó realmente sorprendido mientras miraba la caja.

-Sí, y lo siento si no puedo devolverte el tuyo, pero todos los objetos de... Bueno, se destruyen por completo- Van se encogió de hombros y miró como la expresión de Rigel cambiaba a una de genuina intriga.

-Gracias por confiar así en mí-

-Solamente me gustaría que lo mantengas en secreto de tu otra personalidad ¿crees que se pueda? -

-¿Aún tienes miedo de que escape? - Rigel le sonrió ampliamente y por algún motivo, Van creyó ver en esos ojos bicolor, una chispa de diversión por la situación -No te preocupes por eso, serás el primero en saber que me iré si así lo decido, no le dejaré tomar esa decisión a Ivy... Ahora ya no solo somos nosotros-

-Eso me alivia- Van comentó aprobando completamente las palabras de Rigel por lo que sacó el siguiente obsequio de la bolsa -Por el momento será uno de peluche, pero si te quedas me asegúrate de darte uno que si maúlle-

-¡Awwww! - Rigel se levantó de su asiento extasiado por recibir un peluche de tamaño real, de un gato gris con un pequeño collar negro qué hacía juego con su pelaje -¡Es tan parecido al qué tenía de niño! - comentó dejando abandonado la cajita blanca mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y abrazaba con fuerza el peluche, abrazando a la vez sus lejanas memorias.

-¿Cómo le pondrás a este? - Van sonrió satisfecho por ver a su omega tan feliz.

-No sé... Tengo que pensarlo- Rigel volvió a tomar asiento, aún con el peluche entre sus brazos y se limpió las lágrimas.

-Y ahora la tercera sorpresa - Van tomó algo de aire, tratando de tranquilizarse por los repentinos nervios qué comenzó a sentir.

-No creo que pueda ser mejor que este pequeño amigo- Rigel sonrió dulcemente, y suspiró mirando su peluche.

-Eso depende de como lo tomes- el alfa tragó un poco de saliva y continúo -En dos días tengo la fiesta de fin de año del bufet donde "trabajo" legalmente. Era del viejo y él quería que yo tomara el mando del negocio familiar, ya sabes, por ser el mayor y toda esa mierda de familias prestigiosas-

-Por lo que me dices parece que no quieres hacerlo, ¿verdad lobito? -

-No iba a aceptar ese patético cargo - Van negó con su cabeza estresado -Pero todo cambió después de conocerte y ahora con esta noticia, he decidido qué haré las cosas bien comenzando por conseguir un trabajo decente-

-Eso significa mucho para mí-

-Pero... Ese es un mundo de costumbres muy viejas, ¡maldita sea! Los accionistas parecen qué se quedaron atrapados en la sociedad de hace tres siglos, dónde debías ser un alfa de buen apellido, casado y con hijos, para ser respetado-

-¿Me estas proponiendo matrimonio? - Rigel lo miró divertido mientras una suave risilla se le escapaba.

-¡NO!- Van se sobresaltó pero al darse cuenta de lo que acababa de decir se tranquilizó un poco -Bueno, no ahora... Primero, necesito que asistas a la fiesta conmigo, te presentaré formalmente como mi pareja-

-Mmm...-

-¿Ahora que sucede? - Van se preocupó por la indescifrable expresión repentina en el rostro del omega.

-Diría que sí... Pero ni siquiera me has pedido a mí "salir" - Rigel hizo las comillas con sus dedos y dejando su nuevo peluche en la pequeña mesa, colocó su cabeza sobre este sin dejar de mirar ni por un segundo Van -Hablando estrictamente, sigo siendo tu prisionero- los ojos de Rigel tenían una ternura brutal, casi parecía que estaba haciendo la mirada de cachorro con toda la intención, que fue un duro golpe al corazón del alfa.

-¡Estas bromeando! ¿Qué... secuestrador te daría un maldito celular? - Van habló indignado pero bajando el tono de su voz después de la palabra "secuestrador"

-Aún recuerdo el collar...- masculló con tristeza el omega.

-¡Rigel! - Van tomó de las manos de su compañero repentinamente, sobresaltándolo en el acto -Te amo, estoy tan enamorado de ti como nunca lo he estado de nadie, siento que mi mundo colapsa cuando estoy lejos de ti y te he repetido tantas veces que me mortifica la situación en la qué nos conocimos, pero si quieres escuchar eso de mí toda mi maldita vida, lo repetiré cuantas veces sea necesario... ¡Así que! Por favor, se mi novio-

Rigel lo miró completamente impactado por unos instantes, pero apenas la sorpresa pasó, una risa explosiva salió de sus labios.

-¿Ahora qué? - Van estaba muy molesto por esa reacción ante las palabras más sinceras que había pronunciado en su vida.

-Perdón... ja, ja, ja perdón... Creo que me excedí con mi pequeña broma- Rigel ahora se limpió las lágrimas de risa y tomó el rostro de Van entre sus manos para dejarle un sonoro beso en sus labios.

-También te amo, y esta bien, iré contigo a la fiesta-

Por fin, Van sintió qué su vida comenzaba a encaminarse -Y ahora, ¿qué quieres para comer? -

Después de comer tranquilamente, platicar un poco más y pasar un rato tranquilo, feliz, en la primera "cita" qué tenía con su nuevo novio, los dos se prepararon para regresar a casa, y mientras guardaban todo de regreso en la bolsa, Rigel se paró rápidamente.

-Ufff... ¿me das un segundo lobito? Solamente iré al baño-

-Sí , ve, aquí te espero- Van asintió con su cabeza y le señaló el camino hacia los baños.

Rigel sonrió y con prisa caminó hacía donde Van le había señalado. Así que el alfa solamente se dispuso a esperar. Poco a poco la ansiedad de ver alejarse a Rigel disminuía, sin embargo no podía evitar sentir que algo no iba bien.

Pasó primero un minuto, luego dos, hasta llegar a los veinte y ya nuevamente llenando su paranoia, Van decidió levantarse de su silla y dirigirse hacía donde su novio había ido.

Miró inquieto el rostro de cada persona que pasaba a su lado, niños, mujeres, hombres, cada rostro en búsqueda de Rigel; buscando el cabello castaño claro del omega, el pequeño cuerpo, encontrando otros qué no eran de su pareja, y cuando estaba a nada de perder la cabeza, una persona que pasaba a su lado chocó con su hombro, pero antes de que Van pudiese explotar toda su ira contra el desconocido, nada más pudo ver como una cabeza con cabellos fucsias se perdía en la multitud.

-Hijo de puta... - Van escupió las palabras con un odio visceral hacía la persona que lo había chocado, y cuando volteó para seguir buscando a Rigel, por fin reconoció el rostro inconfundible de su omega.

Apresuró el pasó y por fin lo alcanzó, tomándolo de una de sus manos -¡Hey! ¡¿Maldita sea dónde estabas?! -

-¿Hum? - los ojos de Rigel lo miraron completamente confundidos, como si por unos instantes fuera incapaz de reconocerlo y además, se encontraba caminando hacía la dirección contraria -Ha... Lobito... Perdón... Me confundí de camino... - el omega habló con un poco de dificultad, con su respiración acelerada y allí Van se dio cuenta que Rigel traía su mano libre en su pecho, estrujando su ropa con fuerza, justo sobre su corazón.

Los infiernos de Van J. Dremmy (Historia Original) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora