Capítulo VI

16 3 0
                                    

Un pequeño niño salió corriendo de la habitación principal, tenía una capa negra y un antifaz en su pequeño rostro, su mano subía y bajaba moviendo el pequeño palito qué hacía de su barrita; sus ondulados cabellos negros bailaban con el viento debajo del sombrero negro y elegante propio de un pequeño mago.
 
—¡PAPIIIIIII! — su voz retumbaba por las paredes del lugar —¡YA PUDE, YA PUDE! — en su otra mano, tenía una reluciente moneda qué apenas y podía sujetar con sus cortos dedos. Los pequeños ojos plateados del niño se movían detrás de antifaz buscando el camino hacia la habitación de sus padres, pero al llegar la encontró vacía, así que el siguiente pensamiento qué cruzó por su mente fue ir al estudio de su papá. En su cabecita de infante, era un gran logro haber dominado el arte de desaparecer su la moneda y hacerla aparecer como su gran y enorme papá le había enseñado.
 
—Mi amor, de verdad… No sé que pasó— una suave voz femenina se comenzaba ha escuchar en el pasillo, y los pies del niño comenzaron a disminuir su paso. Sin dudas, el pequeño reconocía claramente la voz de angustia de su madre.
 
—Tyba… te dije claramente qué después de Van no quería más hijos ¿por qué no te cuidaste?— la gruesa voz masculina de su padre salió de la habitación y el pequeño Van se acercó lentamente para mirar con timidez a los dos adultos.
 
—Lo sé pero… —
 
—Pero nada. Por la única razón qué acepte qué continuarás con los tratamientos experimentales de Sam fue para que me dieras un alfa fuerte y líder qué pueda llevar todo el peso del imperio familiar qué por generaciones se nos ha heredado— el pequeño niño apenas podía ver a su padre desde abajo, el gran hombre se encontraba detrás de su escritorio, era apenas distinguible sus finos zapatos de cuero —Ya tenemos al niño, ¿para qué quiero más? Le diré a mi asistente qué te agende una cita en la clínica y quiero que te deshagas de este problema lo más rápido posible—
 
—Cielo, solamente quería ayudar… — la mujer estaba para frente a su esposo y de espaldas a la puerta, por su espalda corría un espeso cabello rubio cenizo qué cubría todo hasta sus muslos y evitaba qué su hijo mirara su rostro en esos momentos —Sam y Theo están haciendo su mejor trabajo y… —
 
Un fuerte golpe de las manos del furioso alfa contra su escritorio sonó haciendo saltar al pequeño Van.
 
—¡¿Qué, QUÉ TYBA?!¡¿Te gusta ser su conejillo de indias o qué?! — el hombre se paró de golpe y el pequeño Van retrocedió rápidamente con el corazón en la garganta pero en vez de encontrar el camino libre su espalda chocó contra unas piernas y antes que pudiera hacer cualquier cosa, unas gentiles manos lo levantaron y llevando su cabeza hacía el cuello de la persona comenzó a alejar al niño de aquella “zona de guerra”.
 
—Mi pequeño zorrito, no me cansaré de decirte que no vayas al despacho de papá solo— una dulce voz cantaría invadió los oídos de Van tranquilizándolo inmediatamente.
 
—¡AMOR POR FAVOR NO ME OBLIGUES! Puedo… puedo dar al bebé en adopción si no lo quieres y… —
 
—¡NO PORQUE TE AME SIGNIFICA QUÉ PUEDES HACER LO QUE TE DE LA GANA, MALDITA SEA! — los gritos se comenzaban a escuchar aún cuando el pequeño ya estaba siendo alejado completamente de la habitación.
 
 —¿Por qué esta enojado papá ahora? —
 
—Cosas de adultos… Pero no te preocupes, mamá y papá lo solucionaran juntos como siempre lo hacen— la mujer dio vuelta al final del pasillo y los gritos ya eran distantes.
 
—¿Mamá hizo algo malo? — susurró el pequeño niño contra el cuello de su cuidadora. Su suave piel y calidez, hacía qué se sintiera más tranquilo y protegido en sus brazos, el cabello castaño claro de la mujer, mucho más claro que el de Van hacía qué el pequeño apenas pudiera ver a su alrededor.
 
—Aún estas muy pequeño para preocuparte por esas cosas—
 
—¡No es verdad! ¡Ya tengo cinco, estoy grande! — el pequeño iba a comenzar a hacer una rabieta pero antes que lo hiciera los gentiles brazos qué lo sostenía lo bajaron lentamente sacándolo de su pequeño refugio de calor humano.
 
—¿Ha si? ¿Por eso tienes esa capa? Ja, ja, ja— la risa de la mujer era lo más dulce qué el infante había escuchado en toda su vida, y tan solo con eso se ponía feliz. Rápidamente elevó su mirada y alli se encontró con los dos grandes ojos de su hermana mayor, uno plateado, pero cuando el pequeño quería pintarlo después de dibujar a su familia, nunca lo podía colorear con exactitud porque el gris de sus colores no se asemejaba a los pequeños destellos azules qué poseía su hermana, y el otro de un color ámbar, tan claro y dorado, que siempre que jugaban a los piratas, ella bromeaba qué su ojo era de oro porque lo había perdido en una batalla y no quería ponerse uno de cristal.
 
—¡Si Chelsea! Mamá dijo que me la gané— el pequeño sonrió y comenzó a correr en círculos rodeando a su hermana mayor. Aunque los dos se llevaban bastantes años, Chelsea seguía teniendo un espíritu infantil con el que amaba profundamente a su pequeño hermano menor.
 
—A ver, a ver… ¡Enséñame el truco de la flores qué tanto me gusta! —
 
__
 
Van se despertó sintiendo su cuerpo completamente molido. Lentamente frotó sus ojos e hizo un esfuerzo para sentarse; ya habían pasado algunas semanas desde la última vez que fue a checar como iban más cosas en el hospital dejándole el mando a Gustav, y no quería regresar a ese infernal sitio, pero sabía que más temprano que tarde tendría que volver o sino Charlotte cumpliría todas las amenazas.
 
—Chelsea, si supieras todo lo que desató tu partida… ¿Aún así habrías aceptado? — Van murmullo para si mismo mientras apartaba las sábanas de su cama y se ponía de pies. Usualmente el joven dormía libre de ropa para mayor comodidad por lo que simplemente camino directamente al cuarto de baño y se dispuso a tomar una larga ducha con agua fría pero a mitad del camino el timbre de su celular lo detuvo.
 
Al tomarlo, leyó las palabras de “La Maldita Perra esta llamando” brillando en su pantalla  y lentamente suspiró antes de aceptar la llamada.
 
—Buenas tardes abogado Dremmy ¿cómo sigue? — la voz de una mujer sonó de la pequeña bocina de aparato y un escalofrío recorrió la espalda de Van, revolviendo su estómago por completo al escuchar el apellido de su padre y su título de para referirse a él.
 
—Todo bien por aquí abogada. Los trámites del fallecimiento de mi padre están por finalizar— Van desvío su camino hacia la cocina de su apartamento.
 
—Me alegro mucho. Aquí en la oficina están preguntando cuando podrá regresar a sus labores— la voz de la mujer era tranquila pero Van notaba sus intenciones ocultas detrás de cada pregunta maliciosa qué lanzaba.
 
—Posiblemente en el transcurso de los próximos meses, pero no veo la prisa por la qué quieran qué regrese, mi padre…—
 
 —Abogado Dremmy, su padre dejó explícitamente el cargo de socio mayoritario para usted y solamente queremos honrar su testamento— Gloria comenzaba a sonar inquieta interrumpiendo a Van tajantemente.
 
—Lo sé, pero vamos a ser honestos entre tú y yo Gloria, dejándonos de formalidades— Van se comenzaba a irritar —Mi padre hizo eso sin saber que me dejaría esa responsabilidad con mis treinta recién cumplidos, él pensaba que viviría hasta sus cien años; apenas terminé mi especialidad y no tengo casi sin nada de experiencia. Ninguno de los otros socios me verá como un igual, dudo mucho que si quiera me quieran ver—
 
—Esta bien Van, si quieres hablar sin rodeos, hablemos. Necesitamos urgentemente qué alguien se haga responsable de los asuntos internos del buffet, los casos de violencia y homicidios se han disparado en la capital, y todos están con sobre carga de trabajo, ni siquiera los socios tienen tiempo para ver por nada más que no sean sus carpetas. Necesitamos un jefe que comience a buscar nuevos asociados, y convoque la reunión para postular nuevos socios, de hecho, en la última reunión se planteo la posibilidad de abrir nuevas oficinas—
 
—Entiendo, pero aquí la cosa tampoco esta fácil—
 
—Van, solamente necesitamos a alguien para guardar las apariencias— por fin Gloria decía lo que Van estaba buscando desde el inicio —Un jefe de buena presencia y moral, que nos haga ver bien a todos los demás que de los casos se encargan los socios más antiguos—
 
—¿Lude no aceptó? — el buffet de su fallecido padre era muy apegado a la misma línea política ultra conservadora del padre de Lude, por lo que Van recordaba como su padre elogiaba mucho más a Lude qué a sus propios hijos.
 
—El abogado Vaudeville esta ocupado con la campaña electoral— la respuesta de Gloria fue tajante.
 
—Estoy seguro que cualquier otro podría hacer un mejor trabajo qué yo—
 
—Por favor Van, entra en razón. Solamente piénsalo, y si decides tomar el puesto que tu buen padre dejó, ven a la cena de fin de año, esta vez se adelantó a noviembre por todas las agendas apretadas qué tenemos en estos momentos, y nadie quiere pasar fiestas mirando se las caras cuando pueden ir con su familia, así que allí te esperamos— la voz de Gloria se tranquilizó y casi sonó amigable del otro lado.
 
—Esta bien… Lo pensaré como me lo pides—
 
—Aún tienes un mes para pensarlo, y si decides venir te sugiero por tu bien qué traigas el ya a una pareja estable. No se verá bien qué el nuevo socio mayoritario siga soltero, ya sabes lo conservador qué era tu queridísimo padre y como todos lo admiran hasta después de su fallecimiento— las últimas palabras sonaron como dagas atravesando la cabeza de Van, y una enorme sonrisa de oreja a oreja llena de rabia se formó en su rostro.
 
—Gracias por tus consejos. Y si no tienes nada más que decirme, llámame solo para cosas urgentes— dicho lo último, Van colgó con furia y aventó su pequeño celular haciéndolo volar por los aires y por suerte, cayendo directamente en su cama —gente nefasta… —
 
Después de tranquilizarse, comer y vestirse, Van decidió salir por un momento para distraer su mente de todos los problemas que cada día se acumulaban más y más. Su apartamento se encontraba en la capital, lo más lejos posible de esa horrible pantomima retorcida qué su enfermo padre había fabricado y llamado Shinny Valley. En parte entendía porque su viejo había decidido convertirse en un falso filántropo después de la muerte de Chelsea, pero no eran por las razones qué se habían puesto de cara al público. Van Jay Dremmy no quería a ninguno de sus hijos, y en especial, no quería a su primogénita, y Van siempre lo tuvo muy presente. Todo lo que había pasado después de la muerte de su hermana era simplemente porque habían tocado “algo” qué su padre consideraba suyo, y su orgullo se vio afectado.
 
Unas horas más tarde, ya por la noche, Van se encontraba frente a su exclusivo bar favorito. Pensó que no le vendría mal algo para tomar, ya que la maldita abstinencia qué le había impuesto su madrastra lo estaba enloqueciendo. Pasando por la seguridad, y caminando entre la multitud qué comenzaba a formarse de alfas, caminó hacía la barra y se sentó.
 
—Hey, hace meses no te veía por este lugar ¿qué te pongo? — el barman le sonrió amablemente. Era un joven omega, de bonito cutis y sonrisa, pero tan solo con su aroma Van sabía que no valía la pena por lo que nunca le interesó sus insinuaciones.
 
—Lo de siempre, y no estoy de humor para charlas…—
 
—Cariño, veo que sigues tan irritable como siempre. No trates tan mal a Gabriel— una suave voz femenina sonó a sus espaldas, y un desagradable escalofrío recorrió toda la espalda de Van haciendo qué solamente bajara su cabeza y tapara un poco su nariz con su mano para aminorar el golpe del dulce olor de feromonas tan conocidas.
 
—Sé que mis pecados son graves, dios todo poderoso… Pero ¿Tanto para que me envíes al demonio en persona? —
 
—Huuuuy cielo, y bien que te encantaban mis llamas para que digas eso siendo ateo— la mujer suavemente pasó una de sus manos por el cuello de Van y este rápidamente se incorporó furioso —No son formas de tratar a tu ex favorita—
 
Allí se encontraba una preciosa omega de ojos verdes, y piel tan morena como el cobre; su cabello afro estaba pintado de un color plata muy parecido al de las largas trenzas de Van, su cuerpo de contextura media estaba vestido con un pequeño top de lentejuelas rosas, que con su pantalón blanco hacían resaltar sus pronunciadas curvas y su sonrisa de dientes blancos impolutos hacía hervir mucho más la sangre del fastidiado alfa.
 
—Ale… Pensé que ya no trabajas aquí…—
 
—Ya no lo hago mi amor, pero supongo que todos regresamos al lugar donde más felices fuimos… Gabriel, trame dos islas blancas ¿y para ti bebé? — una de las cejas rubias y espesas de Ale se arquearon mientras sus verdes ojos miraban fijamente a Van, y este solamente pudo soltar una gran carcajada para no morir del disgusto ante la descarada persona que era su ex novia.
 
Después de pedir un sitio más privado, los dos “amigos” se sentaron uno frente al otro y bajó las tenues luces del lugar tomaron un sorbo de sus respectivas bebidas.
 
—¿Cómo estás amor? Supe lo de tu padre—
 
—Meh… Tan bien como tu estarías con el la muerte del tuyo— Van suspiró al mismo tiempo que Ale lo hacía.
 
—Miserable, miserable vida… — Ale de un sorbo se bebió más de la mitad del largo y esbelto vaso.
 
—¿Sigues sin hablarle a Henry? —
 
—¿Esa escoria de mi padre? — Ale soltó un bufido de desprecio y dio un golpe a la mesa con su puño cerrado —Sigue preocupándose más por su trabajo y sus putas… Pero ha… Cuando su hija se volvió en una de ellas el coronel ya no fue tan coronel ¡JA! —
 
—Ya veo que sigues amando a tu querido padre tanto como en esos tiempos— la media sonrisa de Van burlona, enfureció mucho más a Ale quien lo pateo debajo de mesa haciendo qué soltara un quejido.
 
—Y tú sigues tan insensible como te recordaba… ¿Aún limpias el estiércol de tu madrastra? — con esas palabras la sonrisa de Van se desvaneció y solamente bajo la mirada para tomar de su trago —Haay mi precioso lobo, sigues rebajándote a ser un asqueroso perro faldero de esa serpiente. Tarde o temprano te terminará mordiendo a ti también—
 
—Ya lo hizo Ale… Solamente estoy agonizando lentamente, esperando mi final—
 
—Aún no es tarde para ti Van— Ale levantó su pequeño cuerpo sobre la mesa para poder tomar de las dos manos de Van, mirándolo fijamente con una creciente preocupación brillando en sus ojos —Sal de ahí por el sagrado amor de tu querida madre. Tyba nuca hubiera querido verte así… —
 
—No metas a mi madre en esto Ale porque si tan solo hubiera tenido una milésima parte de amor por mí y por Syd del qué tuvo por mi hermana, nunca se hubiera jugado a ser un puto adorno de navidad colgándose— Van apartó furiosamente sus manos y aparto la mirada de Ale —Y lo mismo va para ti, si de verdad te preocuparas por mí, no serían solo palabras—
 
—Amor… — Ale recargó mejor su espalda en el respaldo de su asiento y tomó de su segunda bebida para ganar un poco más de coraje —Nunca tuve la oportunidad de pedirte disculpas por lo de Nahet. Fue sin dudas la peor decisión qué he tomado en toda mi vida, incluso peor que desafiar a mi padre—
 
—Te lo dije… Y de verdad tenia mis motivos, y no me creíste—
 
—Cariño, era una mocosa sin experiencia. De verdad pensé que yéndome con tu casi primo te dolería en el orgullo e irías tras de mí, pero no. Y por todo lo… Qué vi allí, por todo eso, quiero que tú también salgas de ese mundo, es mi preocupación genuina por ti. Sé que tu corazón no esta podrido como el de todos ellos, el tuyo es bueno mi cielo, eres bueno… —
 
—Ale, lo que ame más de ti no fue tu cuerpo como todos lo decían, ni tu dinero, ni nada de eso. Lo que más amé de ti, fue esa inocencia al creer que todos somos innatamente buenos, y muchas veces me plantee darte el anillo qué tanto quería mi padre que te de— fue esta vez Van quien tomó de una de las manos de Ale y ambos se miraron fijamente a los ojos, con una melancolía digna de los amores a la derriba —Pero, tu espíritu no se puede contener en una simple bonita apariencia de esposa trofeo. Los primeros meses te habría gustado, pero siempre sobrepusiste tu coraje ante tus instintos más básicos de omega, y por eso te dejé libre, libre de todo esto—
 
—Lo sé mi lobo… lo sé y te agradezco tanto que hicieras eso— los verdes ojos de Ale comenzaron a llenarse de lágrimas —Y sé también porque sigues con esa perra malnacida qué tienes de madrastra. Pero, Syd ya no es un niño, yo sé que él entenderá, como yo lo hice—
 
—Sé que lo entendería… Y haría algo al respecto, y eso es de lo que más miedo tengo. Las raíces de Charlotte son más largas y fuertes de lo que todos creen. Lo sé, y por eso sé que necesita de gente a los cuales manipular y someter con sus mentiras, y por eso si yo salgo de esa vida, pondrá a otro en mi lugar— Van sabía que su hermano menor no estaba seguro mientras Charlotte viviera y sacrificarse es lo que mejor sabía hacer —No me gusta nada de lo que pasa Ale. Sé que cada persona que mantengo encerrada será un clavo más para mi ataúd cuando el imperio de la bruja caiga, pero no quiero arrastrar a nadie conmigo y tampoco sé si ese imperio durará otros cien años o se destruirá el día de mañana—
 
—Van… — Ale se quedó sin aliento ante las palabras sinceras de su queridísimo alfa, el primero que amó, al primero que dio todo y con el que pensaba que terminaría sus días. Pero las circunstancias de la vida son impredecibles y crueles.
 
—Así que corre… Corre amor, y encuentra un buen alfa qué te de todo lo que yo no pude darte—
 
—Ja… — una triste sonrisa se dibujo en los gruesos labios de Ale, esta vez ocultando sus blancos dientes —Después de lo que he vivido, junto a ti, pero sobre todo, junto a ese psicópata de Nahet, decidí que estoy mejor sola por mi cuenta—
 
Van no comentó nada, solamente bajó la mirada sintiendo un déjà vu tan amargo y similar al qué sintió cuando terminó con Ale para no volverse a ver más hasta esa ocasión.
 
—Mañana tengo mi cirugía de extracción… ¡Estoy muy emocionada! —
 
—¿Qué? —
 
—Si amor, como lo escuchas. Mañana dejaré de ser una omega tan bonita y pasaré a ser una simple mujer estéril— Ale trató de verse animada y risueña como siempre pero sus lágrimas comenzaron a brotar mucho más, cayendo como fugas por sus mejillas —Ya… Ya no puedo… Ya… Ya me cansé…—
 
—Pe… Pero… ¿Te refieres a una esterilización completa? ¿CO… CÓMO? — las palabras de Ale habían sacado completamente de quicio a Van.
 
—Fue muy difícil encontrar algún médico qué si quiera escuchara mis peticiones, en este asqueroso mundo en el qué vivimos, tocar la maldita procreación de un omega es tan sagrado. Solamente lo hacen cuando de verdad lo necesitan hacer… ¡Por favor! ¡Cómo si les estuviera pidiendo matar a alguien! ¡YO PUEDO DECIR SOBRE MI MALDITO CUERPO Y VIDA!— Ale limpió rápidamente sus lágrimas y sorbiendo su nariz se levantó de golpe de su lugar —Pero aún existe gente buena en este mundo mi amor, aún existe gente buena, y mejor me voy antes que me sermones… — se giró, lista para irse pero Van logró tomar de su muñeca y detenerla.
 
—Me alegró mucho qué hayas encontrado a alguien dispuesto a hacerlo. Solamente, cuídate, he oído qué es un procedimiento muy peligroso… — Van le sonrió a lo que Ale se inquieto un poco pero después de unos instantes ella también le sonrió.
 
—Te veré en unos meses aquí, te lo juró. Y de tu mano traerás una preciosa omega qué te habrá salvado de ese infierno y le diré que yo sabía que los milagros aún existen y seremos mejores amigas— Ale tomó del rostro de Van suavemente, y sin previo aviso, le plantó un sonoro beso en sus labios —¡Me invitaran a su boda, yo seré su madrina y después de ponernos ebrios en su recepción iremos a mear la maldita tumba de Charlotte ja, ja, ja! — dicho lo último Ale revolvió los mechones sueltos de la frente de Van y dejándole un último beso en su frente, giro en sus talones y comenzó a alejarse.
 
—¡Ja, ja, ja, ja… En tus más locos sueños mujer…! — Van le grito con una enorme sonrisa mientras veía la silueta de Ale alejándose —Pero espero que se hagan realidad… — murmullo lo último para si mismo mientras su sonrisa se iba borrando y ahora de sus ojos comenzaban a brotar gruesas lágrimas de desesperación.

Los infiernos de Van J. Dremmy (Historia Original) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora