Capítulo XII

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De regreso a su departamento, habían pasado muchas horas y estaba exhausto; lo último que quería era tener más problemas. Al girar el pasillo y llegar a la puerta, se detuvo en seco cuando deslumbro a la distancia una familiar figura.

-¿Hermano? - Syd lo miró sorprendido cuando lo reconoció.

-¡¿Qué mierda haces aquí?! - Van escupió las palabras atragantándose con el enojo y la sorpresa.

-¡Vine a verte! - el muchacho se acercó a Van pero este lo apartó y con un fuerte empujón contra la pared, lo inmovilizo sujetando su pecho con su brazo -Vaaan... Me... asfixias-

-¡Cállate y lárgate! - Van soltó a su hermano con la misma rapidez con la que lo había inmovilizado y lo empujó lejos de la puerta, sin embargo Syd no se rindió.

-Hermano, no puedes evitarme por siempre... ¡Algún día tendrás que mirarme a los ojos! -

Syd siguió a Van dentro de su apartamento pero nuevamente logró solo enfurecerlo más.

-¡VETE DE UNA MALDITA VEZ!... -

-Van... Solo cálmate y primero dale esto a tu... ¿Novio? - Syd le extendió una pequeña bolsa de papel que contenía varias cajas y botellas de medicamentos -No sabía cual necesitaba así que traje todos esos, aunque dudo que le sirvan, su celo está en una etapa muy avanzada, creo que lo mejor sería esperar y todo eso-

-¿Qué...?- la repentina sorpresa sacó a Van de su estado de furia, y miró dentro de la bolsa atónito.

-Si, conocí a Ivy hace unas horas mientras te buscaba, pero parece que esta en un celo muy fuerte porque ni siquiera logró abrirme después de volver con todo- Syd suspiró y se sentó en el sofá mientras arreglaba su ropa y cabello desarreglados por su hermano.

-Joder... Tú... ¡Espera aquí! - Van señaló hacía su hermano amenazantemente y salió corriendo hacía la habitación.

Sin embargo, no entró precipitadamente, su mano se congeló en la perilla y sudor frío recorrió por su cuerpo. No sabía lo que se encontraría detrás de aquella puerta, pero sí era tan solo un poco igual a la tórrida última noche para después suceder lo mismo de esa mañana y encontrarse con una persona que ni lo reconocía, sentía que perdería la cabeza en ese mismo instante. Si bien las circunstancias en las que se habían conocido fueron espantosas, poco a poco un sentimiento parecido al amor, un muy enfermo y retorcido amor, había nacido poco a poco en el deteriorado corazón de Van, y posiblemente no era más que sus sucios instintos de alfa haciéndole caer más y más bajo, pero cada vez que veía el bonito rostro de Rigel, su sonrisa y esos ojos bicolor se posaban en los suyos, sentía que daba otro paso más hacía la aniquilación total.

Tomando una gran bocanada de aire para evitar respirar todo el hervidero de feromonas qué debía ser el sitio, entró cerrando la puerta con llave detrás de sí y pasando así a una habitación completamente obscura donde suaves gemidos y jadeos de dolor se escuchaban desgarrando el silencio de la noche.

-Ha... ¿Quién...? - la débil voz del omega sonó debajo de todas las cobijas retorcidas de la cama, y lentamente se movieron para despejar su rostro. Apenas sus miradas se cruzaron, el alfa distinguió claramente los ojos de Rigel que brillaban como un par de estrellas en un cielo negro -Van... - los labios del omega se abrieron, y mientras los ojos de Van se adaptaban rápidamente más y más al entorno distinguió con más claridad todo; Rigel con su cabello completamente alborotado, sus labios entre abiertos de los cuales no podían dejar de salir quejidos y sus mejillas completamente rojas.

El alfa no pudo soportar por mucho más tiempo la respiración, y al mirar a su ¿pareja? en tal estado, todo el aire de sus pulmones se escapó en un sonoro jadeo de sorpresa. En la siguiente inhalación, todo lo que estaba tratando de evitar entró directamente a su nariz y posiblemente, no fue su mejor idea adentrarse a ese campo de batalla sin pensar muy bien el plan de acción.

-¿Qué pasó? - la temblorosa voz de Van sonó sin su rudeza habitual, sin su ego, solamente era un voz rota qué trataba de mantener la calma.

-No lo sé... No recuerdo... Ha... Van... Van...- lentamente Rigel se acercó hacía él y en el camino, las cobijas qué cubrían su desnudo y tembloroso cuerpo fueron cayendo -Duele... -

-Le pediste traer esto a mi hermano, pero por como estas no creo... - Van recordó todos los celos qué alguna vez vivió con sus anteriores parejas, y nunca había sido la gran cosa, simplemente el omega tomaba medicina y aminoraba o lograba suprimir por completo aquel ciclo; nunca tuvo que vivir el primer celo de nadie, nunca tuvo que molestarse al cuidar a alguien, y esa situación lo sacaba de su zona de confort.

-Van... - Rigel gimió su nombre y lo que su cabeza no logró descifrar por el pánico, su cuerpo sí.

Tirando todo el medicamento inútil de Syd al piso, Van se abalanzó hacía la cama y tomó entre sus brazos a Rigel mientras lo besaba hambrientamente, la piel del omega estaba más caliente de lo que recordaba, bañada en sudor y mucho más tersa de lo que había estado la noche anterior. Las manos de Rigel sujetaban desesperarte la ropa de Van, y a medida que el beso era interrumpido por jadeos y gemidos más dolorosos de Rigel, el alfa se logró separar por unos instantes.

-No... Quédate... Quédate... - Rigel suplicó desesperarte mientras se aferraba a Van como si su vida dependiera completamente de él.

Pero Van no se iría a ninguna parte, retiró cada prenda de su cuerpo, y volvió a tomar a su pequeño omega entre aquellos grandes brazos, que por una vez en su vida, estaban reconfortando a alguien, y aunque lo tenía claro, no podía evitar una creciente contradicción en su interior; a cada roce de piel con piel, de cada caricia y beso, Van comenzó a sentir la necesidad de morder, poseer y posteriormente, despedazar.

-Eres precioso... - la cortada pero suave voz de Rigel sonó en un momento qué acercó sus labios a la oreja de Van, frenando en seco el impulso depredador del alfa quien mordía y rasguñaba la piel del omega, dejando heridas qué iniciaban a sangrar.

-Joder... - Van miró con incredulidad a Rigel, no podía creer que alguien en tan erótico momento pudiera decir algo así de cursi, sin embargo la mirada llena de amor y devoción qué mantenía el omega mientras lo acercaba más a su pequeño y frágil cuerpo, enredando sus delgados dedos en las trenzas del alfa y abriendo sus piernas listo para recibir su gran y enorme miembro palpitante, logró enloquecerlo de amor como si se tratara de un pequeño gatito al cual debía cuidar -Maullas mucho-

Diferente a su primera vez, en esa ocasión Van ya no necesito el permiso de Rigel; trató de entrar en la pequeña y suave entrada del omega sin lastimar nada, y una enorme ola de placer lo inundó al estar dentro del cuerpo de su apreciado amante quien gimió llenó de lujuria y deseo.

No estaba ebrio, posiblemente aún tenía algo de nicotina en su sistema, pero todos sus sentidos enloquecieron tanto como la noche anterior con aquel omega qué ya no podía dejar ir. Con cada embestida, con cada movimiento, y cada latido, su mente se nubló y el éxtasis llenó la habitación de los sonidos de dos cuerpos fundiéndose en uno solo.

Y así pasó gran parte de la noche, el sexo no se detuvo e increíblemente sus cuerpos no necesitaban de mayor descanso qué unos minutos hasta que Rigel volvía a necesitar saciarse.

-No sé lo que me pasa contigo, pero eres más adictivo qué cualquier cosa que haya probado- comentó Van en uno de sus breves descansos, mientras tenía a Rigel acurrucado en su pecho, ya mucho más tranquilo de como lo había encontrado.

-Usualmente causo eso en los alfas... - Rigel masculló con un hilo de voz, sin voltear a ver a Van por lo que este último solamente podía ver los mechones del castaño cabello de Rigel -Pero ningún alfa había provocado esto en mí-

-Joder... Lamento tanto haberte hecho pasar por todo lo de antes... - el remordimiento volvía para atormentar la conciencia de Van.

-Me recuerdas a los lobos qué salían en los programas de vida silvestre qué mire estos días, eres como uno de esos lobos alfa qué cuida a su manada, y eso te hace bueno Van, lo puedo sentir, entonces ¿Por qué haces todo esto? - Rigel se llevó uno de sus dedos al collar, y lentamente lo tocó, Van sabía que la expresión de Rigel en ese momento era de un inmenso dolor. La había visto tantas veces en las cámaras de seguridad, y aquello lo hacía sentirse miserable cada vez que la recordaba.

-¿Me creerías si te digo que nada de esto es mi idea? Qué trabajo para alguien más-

-Te creería, sí, pero seguiría sin entenderte-

-Entonces no preguntes más o también comenzaré a cuestionarte - Van bufó y estrujó de los hombros del muchacho -Mejor dime, explícame, porqué diablos no me reconociste en la mañana-

-No te lo haré muy largo, simplemente mi vida me obligó a partirme en dos antes de destrozarme completamente- Rigel volteó para mirar intensamente a Van -Yo estoy consciente de él pero él no de mí y por eso no te reconoció y posiblemente nunca lo haga-

-A ver, entonces, ¿me dices que tienes varias personalidades? -

-Algo así- Rigel suavemente se fue acomodando sobre Van para terminar sentándose en su abdomen, a lo que el alfa solamente se estremeció al sentir el sudor y fluidos qué empapaban las piernas y entrepierna del omega escurriendo hasta su propia piel, mientras Rigel lentamente comenzó a acariciar los costados del cuerpo de Van con las yemas de sus dedos -¿Te dejaré de gustar por eso? -

-No, es que pensaba que esas cosas solo sucedían en, no sé, ¿las películas? O los libros de terror-

-Eso también pasa en la vida real, y más de lo que crees- Rigel ladeo lentamente su cabeza, mirando a Van con intensidad -Pero ya no quiero hablar de eso-

-Como dijiste, los dos estamos muy jodidos ¿no pequeño gato callejero? Ja, ja- Van comenzó a reír por la ironía de la situación, y colocó sus dedos en la cadera del omega para estrujarlo.

-Así es, mi gran lobo alfa- Rigel sonrió ampliamente mientras contestaba con algo de sarcasmo la burla de Van; llevó una de sus manos al miembro del alfa para volver a endurecerlo, a lo que Van gruñó cortando su risa -Y cómo buen gato, aprovecharé la generosidad de mi nuevo dueño-

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Gustav estaba cansado, harto y estresado. Desde que su buen amigo había huido con el sujeto de pruebas número 37, su trabajo se había triplicado. No solo tenía que ser el director de aquella clínica qué era la única que servía en la ciudad, también tenía que estar a cargo de todos las macabras cosas que sucedían en el subsuelo y como guinda del pastel, debía estar pendiente de los experimentos qué se realizaban en el ala del laboratorio.

-Doctor Ross, le he traído su café- la siempre atenta y servicial enfermera Ume, quien se había convertido recientemente en su asistente personal, había estado pendiente desde el primer día de su asignación a todo lo que sucedía.

-Gracias- en ese momento Gustav se encontraba en el escritorio de Van, revuelto entre una montaña de expedientes y documentos. Tomó la taza de café y de un solo sorbo se la acabo completa.

-Doctor, el sujeto 21 requiere cuidados intensivos- Ume habló con una voz profesional y fría mientras acomodaba sus lentes -Y la número 38 perdió signos vitales después de la aplicación de la muestra 780-V-

-Llama a los asistentes de la morgue, allá ya saben que hacer- Gustav se enfocó en uno de los resultados de las muestras del 37 -Creo que necesitaremos más muestras, sus resultados son inconcluyentes-

-¿Ya decidió si lo enviará o no a realizar el mapeo genético? -

-Si y por eso mismo se necesitarán muchas más muestras- Gustav comenzó a juntar todos los documentos, listo para retirarse pero Ume se colocó más cerca con su mirada fija en cada expediente, como si buscara algo insistentemente entre todo ese desastre -Ume, ¿Puedo preguntar por qué accediste a ser parte de esto? Eras la enfermera más prometedora de todo el personal, tranquilamente pudiste aceptar el cargo seguro de enfermera en jefe, y no algo que ni siquiera conocías en la ala E-

-Escuché... - Ume hizo una pausa, como si tratara primero de ordenar sus pensamientos antes de hablar -Magníficas cosas de este pabellón, director, y quería ser parte del progreso-

-¿Y ahora? ¿Aún quieres ser parte a sabiendas de todo lo que se realiza aquí con personas inocentes? - Gustav posó su mirada fijamente en la de Ume, elevando una ceja por la incredulidad de saber que alguien con escrúpulos aceptaría todo eso sin chistar.

-Yo confío en su sabiduría como director de este establecimiento- a diferencia de lo que Gustav pensaba, Ume solamente sostuvo su mirada y le sonrió. No era un gesto amenazante, ni mucho menos, pero Gustav no pudo evitar sentir como si aquello fuera una advertencia.

-Bien, entonces hagamos lo mejor posible- Gustav se paró con todo listo en su maletín, y salió de la oficina, rumbo a la salida del pabellón del horror.

-Doctor Ross, ¿Puedo ahora hacerle yo una pregunta? - habló Ume detrás de Gustav.

-Adelante-

-¿Qué buscan en especifico aquí? ¿Y por qué no ha vuelto el sujeto 37? -

-Bueno, ya que eres parte de esto lo menos que puedo hacer por ti es decírtelo- Gustav y Ume tomaron el ascensor para las plantas altas -Se busca desarrollar un modificador genético qué logre alterar la composición natural de las feromonas y estructura reproductiva de la clase omega, para así, lograr que no estén sujetos a ciclos de celos, o factores externos qué modifiquen su conducta y darle la libertad al individuo de decidir, como, cuando, y con quien inicia su vida sexual-

-Entonces... ¿En palabras resumidas quieren permitir qué los omegas dominemos nuestro cuerpo a voluntad propia? - el rostro de Ume se vio claramente impactado, y Gustav solamente se encogió de hombros.

-Algo así, pero como ya te habrás dado cuenta, no es nada fácil ni barato, por lo que la familia Dremmy ideó... "Alternativas", para financiar el sueño del difunto abogado Jay- Gustav volvió a acomodar sus lentes, sin dudas ya sus tornillos estaban flojos y se deslizaban molestamente -La cruda muerte de su primogénita le dio ese sentido del deber al abogado, siempre se dijo "si tan solo ella" o "si ella no hubiese sido", entonces es aquella idea lo que originó todo eso, o es lo que al menos ellos se dicen para aliviar el peso de sus conciencias-

-No se ve muy convencido de todo esto doctor-

-¿Qué te puedo decir Ume? Obviamente no apruebo nada de esto- Gustav y Ume salieron del ascensor al abrirse nuevamente las puertas -Pero a veces hay que dejar las creencias personales de lado por un bien mayor-

Ume se quedó en silencio, y ambos se dirigieron directamente hacía la salida al estacionamiento. Cada quien iba a tomar su respectivo auto pero antes de hacerlo, Gustav notó la clara molestia de Ume, y como ella trataba de contener cosas dentro de sí.

-Puedes darme tu petición de cambio cuando necesites, no obligamos a nadie del personal que no quiera permanecer en el pabellón. Sin embargo solamente recuerda el acuerdo de confidencialidad y todo quedará en paz, por tu bien-

-No es eso doctor Ross- Ume suspiró y entrelazó sus dedos sobre su bata clínica manchada con algo de sangre y fluidos -Es solamente que aún no me acostumbro a mirar a aquellas personas como simples sujetos de experimentación -

-No te preocupes, nunca te acostumbras- Gustav se detuvo junto a su auto, estaba unos cuantos lugares antes del auto de la enfermera -Y respecto al sujeto 37, no te preocupes, esta en un lugar seguro pero deberías tener más cuidado cuando hablas con ellos, los micrófonos no siempre están apagados. Bien, nos vemos mañana-

Gustav subió a su auto, sin darle tiempo a replica a su compañera, rápidamente arrancó para salir del sitio. Miró por el retrovisor a una clara Ume, qué se había quedado pasmada de la impresión en su sitio.

Y es que, antes de que Van se llevará al sujeto de pruebas, Gustav había escuchado sin intención una plática qué sostenía la enfermera con el pobre desgraciado. Era claro que se conocían, y que tenían algún lazo qué los unía. Gustav lo había dejado pasar, y aunque eso explicaba porque la enfermera había insistido tanto en unirse a aquel pabellón de la muerte, no explicaba porque se había quedado aún cuando el sujeto ya había desaparecido de sitio.

Después de un largo camino en carretera, Gustav por fin llegó a su destino; la pequeña casa de un piso del médico, se encontraba a las afueras de la ciudad, la familia Dremmy había invertido en su estadía y lo único que corría por su cuenta era su comida. Si bien era cierto qué no había sido obligado a formar parte de ese círculo vicioso, su sentido de lealtad hacía el único amigo qué había velado por él y confiado en sus habilidades ciegamente, lo empujaba a seguirlo hasta al mismo infierno.

Gustav entró en su pequeño hogar después de estacionar su auto en el garaje, y caminó hacía el salón prendiendo todas las luces, sin embargo, una sombra se movió entre los sofás alertando al beta.

-Debo recordarle que el allanamiento de morada se condena con tres a cinco años de prisión- Gustav habló con tranquilidad mientras retiraba su bata blanca y la dejaba sobre el perchero.

Al ver que obviamente nadie contestaría, y sin bajar la guardia, caminó lentamente hacía el lugar donde la sombra apareció, y subiendo las mangas de su suéter, se preparó para una inminente lucha, pero, nada pudo hacer cuando un gran brazo lo inmovilizo por sorpresa desde atrás, sujetándolo firmemente por su cuello.

-Doctor Ross, no tengo intensión de hacerle ningún daño- la voz firmemente intento calmar a Gustav quien se movía con todas sus fuerzas para liberarse, sin ningún éxito, y en ese momento entendió que se enfrentaba a un alfa y las posibilidades de ganar se reducían a cero.

-Mi dinero esta en la habitación, pero no creas que por ser doctor es mucho- Gustav elevó como pudo sus manos, derrotado ante el asaltante.

-No estoy aquí para robarle doctor, solamente quiero que me conceda unos minutos para hablar- lentamente el intruso soltó a Gustav, quien no dudo un segundo en salir corriendo al lugar donde dejo el maletín y tomarlo para huir de la casa, pero el intruso fue más rápido que el doctor, y se colocó en la puerta impidiendo el paso.

-Sal de mi casa o llamaré a la policía- Gustav miró por primera vez bien a su agresor; se trataba de un alfa de gran tamaño, tez negra al igual que su cabello, y extrañamente, toda su vestimenta era del mismo color.

-Sé que esta asustado doctor, y le debo una enorme disculpa por haber interrumpido así en su hogar, pero necesito saber más sobre todo lo que esta sucediendo en su hospital y esta era la única manera de agilizar el proceso- el hombre sacó una pequeña identificación y sin hacer movimientos bruscos se la pasó al doctor -Mi nombre es Dominic Ghost, soy investigador privado-

Gustav en un momento estaba indeciso de tomar o no la tarjeta, pero su razón pudo más y lentamente la aceptó para analizarla y sin duda, se trataba de una identificación auténtica de la asociación nacional de investigadores, con su nombre, número de registro y autorización.

-Lo que sea que estés buscando aquí no lo vas a hallar, así que por favor retírate- Gustav habló duramente y le devolvió la identificación a Dominic, pero este contrario a irse, se paro firmemente en la puerta y sus intensos ojos plateados se posaron en los de Gustav, de forma un poco amenazante.

-No tiendo a relevar la identidad de mis clientes, pero en esta ocasión tengo permiso explícito de usar su nombre de ser necesario- Dominic lentamente comenzó a retirar uno de los guantes qué llevaba puesto, y sacó su celular. Comenzó a revisar unas cosas y en un momento, apuntó la pantalla directamente hacía Gustav mientras reproducía un video.

"Soy Syd Dremmy, hijo del fallecido abogado Van J. Dremmy, y he autorizado al investigador Dominic Ghost a utilizar mi nombre para acceder a cualquier...."

-Haaa... Por favor, quita eso de mi vista- Gustav apartó el pequeño aparato, completamente disgustado por ver al hermano menor de su mejor amigo involucrado en toda esa horrible situación -Siéntate-

Después de que los ánimos se calmaran, y de ofrecer algo de beber a su inesperada visita, Gustav se sentó frente a Dominic, y bajó la tenue luz de las lámparas, así iniciando el intenso interrogatorio del detective.

-Doctor, sé que es un hombre de bien, con un corazón noble- Dominic tomó un sorbo del té recién preparado por Gustav y prosiguió -Primero de su generación, su servicio hecho en un pueblo alejado en la frontera donde escasean los servicios médicos, graduado con honores de sus especialidades en obstetricia y ginecología además de su posgrado en genética y reproducción, y todo eso a sus cortos treinta y tres-

-Se nota que hace bien su trabajo detective-

-¡Sin embargo! Sé que gran parte de sus logros se lo debe al financiamiento del fallecido Jay-

-Más bien a su hijo- Gustav no tenía ningún miedo en admitir, que sin la ayuda de Van hijo, nunca habría podido alcanzar sus metas y no precisamente por la ayuda económica, si no más bien, por el apoyo y amistad incondicional qué se tenían mutuamente desde niños.

-Debió de ser duro salir de la situación de pobreza en la qué se encontraba su familia- Dominic continúo sin darle mucha importancia a lo que Gustav acababa de decir -Apuesto todo a que sientes que tienes una "gran deuda por pagar" con la familia Dremmy-

-¿Podemos ir al punto? La guardia es pesada y las horas de sueño son un lujo para cualquier profesional de la salud-

-Gustav, ¿si puedo llamarte así? -

-Sí, sí... Puede llamarme como guste-

-Entonces Gustav, ya sabes que Syd es el hermano de tu amigo, y esta preocupado, quiere entender que sucede-

-No sucede nada, simplemente cada quien hace su trabajo-

-Sabemos que no es así, doctor, tengo evidencia qué demuestra que algo no va bien en su hospital- Dominic comenzó a subir el nivel de intensidad, tratando de obtener lo que sea de Gustav, pero él sabía el porqué un investigador privado tomaría un riesgo tan grande como era invadir propiedad privada, y era tan simple como qué no tenían nada concreto y estaban desesperados.

-Señor Ghost, aunque supiera cualquier cosa ¿no sería algo ilógico de mi parte traicionar la confianza que depositaron en mí? -

-Es un pensamiento lógico, pero yo sé que sí de verdad aprecias a Van, nos ayudaras a Syd y a mí- Dominic terminó su té y se inclino hacía Gustav -Lo harás, porque aunque hoy sea yo, mañana podría ser un agente del servicio federal-

Gustav no pudo evitar soltar una carcajada ante las amenazas vacías qué soltaba el investigador. Sabía que tras la victoria de Robert, el padre de Lude, Charlotte tendría al país completamente bajo su dominio.

-¿Qué es tan gracioso? - Dominic preguntó claramente molesto.

-Dominic, ¿puedo llamarte así? Bien, si aprecias tu vida y la de tu cliente, evitarán seguir metiéndose más en todo esto- Gustav habló firmemente, sin dejar a Dominic hablar se levantó hacía la puerta de la salida para abrirla -Y esto lo hago por el bien del mocoso de Syd, de mi parte, dile que deje el avispero en paz-

-¡Bueno! - Dominic se paró rápidamente dando un fuerte golpe en los reposabrazos del sofá donde se encontraba -Si esa actitud tomarán me parece bien- el alfa caminó hacía la salida, y cuando paso junto al médico sin previo aviso retiró las gafas de Gustav para tirarlas lejos y agarró del mentón del médico, todo aquello en unos segundos -Recuérdame y recuerda esta oportunidad cuando estés en apuros-

-¡Depravado, pervertido! ¡SUELTAME! - Gustav se retorció en su sitio, desesperado sin poder ver nada más allá de borrosas manchas, tratando de quitarse las enormes manos del alfa de encima sin embargo, logró todo lo contrario.

Dominic se acercó mucho más, y Gustav sintió todo el peso del sujeto encima suyo, pero tan rápido como había comenzado, así de rápido terminó cuando los labios del detective susurraron suavemente en uno de los oídos de Gustav -Llámame cuando estés listo... Para hablar-

El médico sintió como el alfa colocaba algo en el bolsillo trasero de su pantalón y lo soltaba para salir después de su hogar. Completamente acelerado y con sus instintos llenos de pánico por la descarga de adrenalina al ver su vida en peligro, Gustav cerró rápidamente la puerta colocando todos los seguros que tenía, recogió sus lentes del lugar donde habían caído, y corrió por su hogar asegurando cada ventana y puerta al exterior.

Una vez terminó todo, la adrenalina abandonó por completo su sistema y solamente se desplomó en uno de los asientos. Sin dudas, los alfas siempre le habían parecido figuras intimidantes y volátiles, por lo que su amistad con Van solamente había logrado confirmar aquella idea. Después de tranquilizarse, y que el sentimiento de bienestar se restableciera un poco en su cabeza, lentamente sus ojos fueron cayendo en un irresistible impulso para dormir, no se dio ni siquiera cuenta cuando su cuerpo ya se había relajado y su mente apagado.
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Van había colocado una alarma sin sonido y solamente vibración en su celular para que lo despertara sin alterar a su pequeña compañía y poder levantarse mucho más rápido. Quería evitar a toda costa un episodio igual al de la primera mañana y aún recordaba la vaga explicación que Rigel le ofreció la noche pasada por lo que no deseaba más problemas de los que ya tenía.

Tomó su bóxer tirado junto a la cama, se lo colocó y lentamente salió de la habitación, lanzándole una última mirada a quien quiera que sea el que despertara esa mañana en aquel cuerpo y que aún dormía apaciblemente. Al cerrar la puerta con cuidado, caminó directo hacía el baño pero en su pasó sonidos de platos llamaron su atención. Rápidamente volvió y miró hacía la cocina, percatándose qué su hermano menor jamás había dejado el apartamento.

-¡Hey! - Syd le sonrió ampliamente mientras giraba las tortillas qué se había preparado.

-Joder Syd, dime que no te quedaste la noche... -

-Claro que me quedé la noche, y espero que no te moleste qué haya tomado varias sábanas del closet y me armara una pequeña cama improvisada en la sala-

-¿De verdad no entiendes cuando no te quieren en un lugar? - aunque Van estuviese molesto, extrañamente no sentía la misma necesidad de sacar a Syd inmediatamente del sitio como siempre, posiblemente si se sentía algo avergonzado por lo que posiblemente su hermano llegó a escuchar, pero mientras no lo mencionara todo estaría bien.

-Claro que no me iré, por fin puedo sostener una plática de más de dos minutos contigo- Syd mantenía su sonrisa, pero lentamente un toque de picardía atravesaba sus ojos qué miraron directamente a su hermano mayor -Además, tenía curiosidad de saber que iba a pasar-

-¡HAAAA MALDITA SEA! ¡Ahí vas con tus porquerías! - Van gritó, esta vez enfurecido.

-Espero que hayas usado protección, recuerda lo que siempre nos decía la tía Helena: "omega en celo, alfa amarrado" ja, ja, ja- Syd rio con ganas mientras sacaba su comida del fuego, al tiempo que miraba como el rostro de Van comenzaba a enrojecer por el coraje -Aunque no niego que Ivy es extremadamente precioso, diablos hermano, esta vez te luciste, sus hijos saldrían hermosos y te prometo ser un muy bien tío aunque bueno, si heredan tu mal carácter, pfff me la pondrán difícil-

-¡¿Te puedes callar de una vez?! ¿De verdad nunca piensas nada antes de soltarlo por ese hocico qué tienes por boca?- Van se acercó a su hermano, listo para darle una paliza pero se detuvo a la mitad y solamente trató de respirar para tranquilizarse -Primero, no te metas en mi puta vida, segundo, solo para que lo sepas él es estéril, y tercero ¿qué vergas haces aquí? -

-Ohhh... No creo que Ivy sea estéril hermano, sus feromonas decían lo contrario- Syd ignoro épicamente todo lo demás concentrándose en lo que más le interesaba -Estaba cocinando el desayuno para todos, pero te despertaste demasiado temprano ¿vas a algún lado? No eres el más madrugador de todos-

-Y después te sorprende que te quiera lejos de mi vida... - Van frotó su cara irritado, y solamente comenzó a retirarse hacía el baño.

-¿Dónde tienes la pimienta, limones y paprika? -

-¡LO QUE VES ES LO QUE HAY! -

-Ya, ya, no me grites... Rayos, no tienes nada decente en tu refrigerador, tendré que ir yo mismo a hacer compras-

-¡Haz lo que te de la puta gana pero déjame en paz! - Van terminó cerrando la puerta del baño con furia detrás de sí.

Una vez dentro del cuarto de baño, Van comenzó a deshacer sus trenzas, había adquirido aquella costumbre desde el día que Rigel lo reprendió por no cuidar su cabello, pero la simple verdad era qué mantenía aquella apariencia tan extravagante para hacer rabiar a su viejo, sin embargo, desde que este había muerto cada vez le molestaba más y más su cabello tan largo.

Al terminar, agarró su cepillo y comenzó la tediosa tarea de desenredar, sin duda era más fácil si alguien más lo hacía por él, sin embargo Rigel seguía dormido y no se lo iba a pedir a su molesto hermano. En el proceso, no pudo evitar mirar el espejo del tocador, su reflejo siempre lo incomodaba y trataba de mirarse lo menos posible pero en esa ocasión, todo se sentía menos insoportable.

Sus ojos plateados le recordaban mucho a los de su padre, y las raíces negras qué comenzaban a salir debajo de toda aquella tintura plateada de su cabello, también era un claro recordatorio de que era hijo de aquel horrible alfa qué solamente supo destruir todas las vidas qué colisionaron a su paso.

Sabía que eran pensamientos recurrentes qué solamente hacían nada más que torturarlo; el viejo había muerto, sí, sin embargo su fantasma seguía asechando en cada rincón de la mente de Van, no podía evitar preguntarse ¿Qué hubiera sucedido si su hermana Chelsea no hubiese sido asesinada? ¿Qué hubiese pasado si Charlotte jamás hubiera aparecido en su vida? ¿Habría conocido a Rigel aún así? ¿O si quiera sería tan miserable como lo era?

Pero nada de eso tendría una respuesta, solo eran preguntas que siempre lo atormentarían. Derrotado por su ansiedad, simplemente eligió retirar su bóxer y tomar un largo baño de agua fría qué aliviará el intenso dolor emocional qué llevaba sobre sus hombros.

Los infiernos de Van J. Dremmy (Historia Original) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora