⛧ 𝗘𝘀𝗽𝗲𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗦𝗮𝗻 𝗩𝗮𝗹𝗲𝗻𝘁𝗶́𝗻 ⛧

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Aegan & T/n


Esa mañana cuando me levanté, saque la mano de Aegan de mí cintura para ir hacia la cocina y preparar el desayuno.

Acompañada únicamente por los rayos del sol que entraban del gran ventanal, frente a la cocina.  Comencé a cocinar, hoy era San Valentín. Y aunque con Aegan estemos medio medio, me parecería un gran detalle darle algo.

Claro está que no somos nada, más que amigos y algunos que otros roces de piel. Pero nuestra amistad, no va más que eso. Y en cierto punto me entristece saberlo.

Termine de poner las cosas en la bandeja, y aunque había cuántas cosas imperfectas, iba con un cariño infinito. Camine con cuidado hacia mí cuarto, y entre para despertar al pelinegro

─ Aegan, despierta ─ mencione cálidamente mientras movía el hombro del mayor

Este se removió en la cama, para darme la espalda y seguir con su profundo sueño. Nuevamente, no me rendí y lo moví para que se despertara de una vez por todas.

Era extraño decir que tenía un lado tierno, cariñoso y romántico junto a él. Después de todo lo que pasó entre nosotros, pero soy así.

─ Aegan, te hice el desayuno ─  volví a hablar, tratando de no perder la poca paciencia que me quedaba a esta altura

Parece que eso logro despertarlo, ya que se giró y abrió sus ojos lentamente. Después de que había llegado del hospital, había comenzado a tener problemas con su ojo. Justo dónde tenía el moretón.

Le enviaron pastillas, y medicamentos para que se recuperará. Esa misma mañana, cuando vi su ojo, estaba algo rojo. Cómo si había estado llorando este tiempo.

─ Al fin despiertas ─ mencione riendo suavemente para verlo como sonreía ─ Feliz San Valentín, Cash

Aegan sonrió, dulcemente para sentarse en la cama y comenzar a comer. Lo veía atenta, no estaba esperando para nada un regalo, por supuesto que no.

Aegan pareció darse cuenta, por lo que dejó la bandeja sobre mis piernas y salió de la cama para ir hacia su cuarto. Mire todo lo que hacía con detenimiento, hasta verlo salir por la puerta y sacar una frutilla del cuenco.

─ Aquí tienes, T/n ─ menciono volviéndose a acostar y comer

Mire la caja dorada que me había dado, y lo mire para abrirla con cuidado. Una amplia sonrisa iluminaba mi rostro al darme cuenta de lo que había dentro.

Además de una rosa roja, había una cadena con mí nombre tallado perfectamente y un pequeño diamante a su lado. Lo mire sonriendo, para besar su mejilla

─ Es perfecto, Aegan.. gracias, muchas gracias ─ hablé adorando la cadena por cuarta vez

─ Me alegra que te haya gustado, aún así hay más.. revisa ─ hablo llevándose una tostada a la boca

Nuevamente, mire la caja dejando la cadena sobre la bandeja, y saque los pedazos de papeles picados que había. Al final de la caja, había otra caja más pequeña.

Cuando la saqué, mire a Aegan sorprendida mientras negaba varias veces. Era un teléfono iPhone, el último que había salido hace unos meses atrás.

─ Eso ya no, te acepto la cadenita y la rosa ─ mencioné para alzar la caja del teléfono y negar ─ esto no

─ No seas orgullosa, y acéptalo ─ menciono mientras seguía comiendo

─ Ahora siento que mí regalo, es una mierda comparado a todo esto

─ Ojalá yo poder cocinar así ─ dijo mientras me daba una frutilla del tazón riendo


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A la noche, luego de que me bañé. Salí del baño, para ir hacia mi cuarto y cambiarme. Me puse un pantalón de Jean básico, un top multiformas blanco y una zapatillas Jordan negras.

Tome la chaqueta de cuero, de Aegan y me la coloque. Me puse mí perfume, desodorante y tome mi bolso para salir de la habitación hacia la sala

─ Me iba a morir, esperándote ─ menciono Aegan llegando dónde estaba para besar mí mejilla

Ambos salimos del departamento, y bajamos hacia la camioneta de Aegan. Subí en el asiento de copiloto y me pase el cinturón para verlo a él hacer lo mismo.

Aún estaba algo iluminado el día, debido a que era verano. Por lo que, los restaurantes apenas estaban abriendo.

Decidimos dar un paseo, por la ciudad para luego sentarnos en la parte de afuera de un restaurante.

El cielo estaba adornado con los colores del atardecer, mientras que en la terraza donde ambos estábamos sentados, al igual que algunas que otras parejas. Las pequeñas lucesitas que había colgados se encendieron iluminado un poco más.

La luna, apenas se veía del otro lado, y el atardecer iba cayendo suavemente mientras que algunas estrellas comenzaban a asomarse por el cielo. Y a formar sus constelaciones

En ese momento todo era perfecto, las risas, las bromas. Todo. Simplemente no podía pedir algo más. Nuestra comida llego, y justo paso un vendedor, por el lado de la calle

─ Muchacho, ¿Por que no le compra una rosa hacia su amada? ─ menciono mostrándole la variedades de rosas que tenía

Yo negué mientras reía, mirándolos a ambos. Aegan saco su billetera, para luego sacar 200 dólares de ahí.

─ Juntame dos ramos, por favor ─ menciono dándole el dinero para guardar su billetera y mirarme

El hombre, hizo lo pedido para darme el enorme ramo, el cual lo acepte con una enrome sonrisa en mí rostro.

─ Gracias, y suerte ─ mencioné viendo por dónde se iba

Mire a Aegan quien me miraba sonriendo, mientras tomaba de su vaso. Saque una rosa, del ramo y se la di mientras sonreía dulcemente

Él la tomo, riendo, para cortarle una parte del tallo y guardarla en el bolsillo de su chaqueta. Dejando parte de la rosa para afuera, enseñándola

Vi como tomo su teléfono, y comenzó a apuntarme. Solté una risa, al ver lo que estaba haciendo.

Luego de eso, ambos fuimos a pasear para luego llegar al departamento, nuevamente

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Luego de eso, ambos fuimos a pasear para luego llegar al departamento, nuevamente. Sin dudas, había sido uno de los mejores días de mí vida. Y no podía pedir más.

Todo había sido perfecto, la cena, los paseos, los regalos. Todo, pero principalmente el acompañante y las risas. Eso era lo más lindo que me llevaba de este día.

Lo que guardaba con más cariño, a pesar de los regalos. Era eso lo que realmente, me interesaba.

Aegan sabía que a mí, en realidad no me interesaba lo material o las palabras. Simplemente los hechos, era suficiente para saber que verdaderamente estaba con la persona correcta.

Con el indicado, y todo me decía que él lo era. Aunque, sea como una amistad. Era el perfecto, y aún así no podía pedir algo más.

Con su compañía, las bromas y las risas, era suficiente











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Cαsh, Cαsh, CαshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora