viii. Manada Quileute.

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viii

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viii. MANADA QUILEUTE.

Las castañas seguían abrazadas, pero ya no lloraban. La compañía de la otra había sido suficiente para que ambas dejarán un poco de dolor fuera de sus pechos. La casa estaba en silencio, y solo se oían las respiraciones tranquilas de las humanas, hasta que el teléfono de Bella sonó. La joven se separó de la Cullen y atendió.

-Papá. -Dijo Bella, con su voz ronca.-No, no. Está todo bien. Yo..

Kaia le arrebató el teléfono al ver que Bella se había quedado callada, y escuchó la voz intranquila del Swan Mayor.

-¿Bella?.

-Charlie, soy Kaia.-Dijo.-Bella ha venido a mi casa, está bien.

-¡Kaia!. -Oyó la voz del hombre un poco sorprendida.-¿Estaban llorando?.

-Está todo bien, Charlie.-Dijo Kaia, mirando a la castaña frente a ella.-Ahora, está todo bien.

-Me alegra oír eso.-Dijo Charlie.-¿Por qué no vienen a cenar?. He pedido mucha comida para Bella y para mí.

-Yo...-Dijo Kaia, un poco indecisa.

-No hay pena, Kaia. Vengan, que esto se enfría. -Dijo Charlie, colgando el teléfono.

Kaia miró el aparato y se lo devolvió a Bella, con su ceño fruncido. Bella le miró inquieta.

-¿Qué te dijo?. -Preguntó, mientras guardaba su teléfono en su bolsillo.

-Me dijo: Vengan a comer.-Dijo Kaia, aún sorprendida.

Bella frunció el ceño y miró a la castaña. Ambas estaban incómodas, pero no por su compañia, sino por la oferta repentina de Charlie. Kaia suspiró y se giró a las escaleras.

-Buscaré un abrigo.-Anunció Kaia.-Tú arranca la camioneta.

Bella asintió desconcertada y salió de la casa bajo las pequeñas gotas de lluvia. Kaia subió rápidamente los escalones y fue a la sala, para tomar su abrigo y su teléfono, para luego salir de la casa y montarse en la Chevrolet naranja de la Swan. El camino hacia la casa de los Swan's fue silencioso, pero no incómodo. En cuanto llegaron, Bella apagó el motor.

-¿Estás incómoda de venir?. -Le preguntó Bella, sin mirarla.

-Sinceramente no, pero es raro.-Respondió Kaia, elevando los hombros.

Bella asintió, y bajaron de la camioneta. Al llegar a la entrada, Bella le abrió la puerta y Kaia entró. La casa era pequeña, en comparación a la suya, pero tenía la calidez que en su casa no había. Bella guió a Kaia hasta la cocina, donde Charlie ponía un tercer plato en la mesa de la esquina.

-Llegamos. -Avisó Bella, quitándose la chaqueta de jean y dejándola en una silla.

Charlie volteó sobre sus talones y vio a las castañas, notó que sus ojos estaban rojos y cristalinos, señal de haber llorado. El hombre suspiró y sonrió a medias.

¹ Kaia | TwiligthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora