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NARRA MÓNICA

Las semanas pasaron muy rápido, con mucho trabajo; Vanesa con sus conciertos y con grabaciones de La Voz y yo escribiendo y haciendo los informativos, además de acudiendo a hacer mis pequeñas secciones a un programa de radio. Nos veíamos poco, pero las noches seguían siendo nuestras.

-¿Estás cansada? -me preguntó sentándose a mi lado de nuevo en el sofá, mientras me hacía una suave caricia en la pierna. Era domingo, y yo acababa de llegar de Atresmedia; había hecho los dos informativos yo sola aquel día, tras pasar una noche malísima el día anterior, donde apenas dormí.

-Un poco -dije sin poder evitar acercarme a sus labios a darle un rápido beso. La había echado de menos estos últimos días, donde casi no nos habíamos visto. Por fin era mi momento favorito de la semana, y desde hacía unas cuantas semanas, lo compartía con una mujer que me volvía completamente loca.

-Enseguida está la cena -me dijo mientras hacía rulos con su dedo índice en un mechón de mi pelo. Había metido en el horno una pizza casera que había estado haciendo mientras yo volvía del trabajo.

-Me encanta que estés aquí -le dije muy mimosa acurrucándome en su cuello. No me encontraba especialmente bien.

-Cariño, ¿tienes fiebre? -me dijo Vane preocupada mientras ponía su mano en mi frente -estás ardiendo, déjame ir a por el termómetro.

Se levantó del sofá y fue hasta el pequeño botiquín que estaba en el armario del baño. Yo alcancé la manta que estaba en un lateral del sofá para taparme.

-Ven -me ordenó Vane sentándose de nuevo a mi lado. Levantó mi brazo y colocó el termómetro -¿te encuentras muy mal?

-Bueno, regular -dije levantando un poco mi cabeza y dándole un suave beso en el cuello. Vane me correspondió rodeando con más fuerza mi cuerpo y dejando innumerables besos en mi cabeza, mientras los ojos se me cerraban del placer que me hacía sentir.

-Ya está, a ver -dijo metiendo su mano por mi camiseta y sacando el termómetro. Su cara cambió al mirar la cifra -Mónica, joder, treinta y nueve.

Suspiré. La verdad, estaba mala de cojones.

-¿Por qué no te vas a dar una duchita caliente mientras yo saco la cena? -me estrechó contra su cuerpo -así cenas más cómoda y luego ya te mentes en la cama directamente, que necesitas descansar.

-Vane, te voy a comer -dije sonriendo con las pocas fuerzas que tenía -gracias por cuidarme tanto, mi amor.

Me sonrió y me ayudó a levantarme del sofá. Abrazadas llegamos hasta mi habitación, donde, rápidamente, entró al baño a abrir el grifo para que el agua se fuera calentando. Volvió a mí y me ayudó a quitarme la ropa, mientras dejaba besitos por mi piel, con una dulzura extrema.

-Te quiero, malita -susurró cuándo ya estaba desnuda por completo -dúchate y ven al salón.

Antes de que se fuera agarré su cuerpo y la besé con ansias, gastando las pocas fuerzas que tenía.

-Yo también te quiero -dije tras el beso, aún en sus labios. Me dio una palmada en mi culo desnudo y aprovechó para pasearse un poco con sus manos por mi cuerpo. Yo me reí.

-Venga, apura -dijo girándose y yéndose de la habitación -como me quede ahí contigo cinco segundos más me desnudo yo también.

-No me parece mal plan -le dije riendo. Se giró y me comió con la mirada. Negó con la cabeza y se fue finalmente. Yo me metí en la ducha y dejé caer el agua caliente por todo mi cuerpo, sentándome de maravilla. Salí diez minutos después, encontrándome bastante mejor, con un pijama calentito y sonriendo por lo bien que olía toda la casa. Vanesa estaba sentada en el salón,
con la mesa perfectamente puesta, esperándome
paciente mientras miraba su móvil.

la quiero a morir <3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora