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No pensaba subir capítulo hoy, pero ante las súplicas, aquí lo tenéis. Dejad de volverme loca!! Sois de lo que no hay. Un besito y a disfrutar.
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NARRA MÓNICA

Llegué a casa de Patri y, nada más tenerla delante, me puse a llorar. Había conseguido estar todo el trayecto tranquila sin hacerlo.

-Moni, cariño, ¿qué ha pasado? -me abrazó y caminó conmigo hasta el interior de su piso, cerrando la puerta tras nosotras.

-Qué miedo, Patri -dije sin separarme de ella -se está yendo todo a la mierda.

Me obligó a sentarme en el sofá del salón mientras iba a preparar un par de infusiones. Intenté tranquilizarme hasta que volvió, saludando a su perrita con mucho cariño.

-Cuéntame todo -me dijo entregándome la taza humeante.

Le sonreí, porque había salido de su cama a las doce y pico de la noche para abrirme la puerta y escucharme todo el tiempo que hiciera falta hasta que me tranquilizara.

-Llevamos unas semanas mal -dije sorbiendo los mocos -no hacemos nada juntas, no tenemos tiempo para contarnos nuestras cosas, no hacemos el amor. Sólo nos vemos en la cama, nos damos un beso y nos ponemos a dormir, sin más.

Patri me miraba con una expresión de lástima, mientras subía y bajaba la bolsita de té en el agua hirviendo.

-La echo mucho de menos -seguí diciendo -me da la sensación de que comprarnos la casa ha sido malo para nosotras.

-No, Mónica -me dijo Patri acariciando mi rodilla -iros a vivir juntas no ha sido el problema, estoy segura. Quizás está siendo el desgaste de tener tanto trabajo y tan poco tiempo para vosotras.

-Ya, yo también quiero pensar eso -asentí dando un sorbo de té -pero por mucho trabajo que tengamos, no sé porque ha tenido este cambio de actitud conmigo.

-Estará agobiada, cansada y afectada también por la situación -me dijo -eso no justifica nada, ya lo sé, pero estoy segura de que es sólo eso. Necesitáis sentaros a hablar las cosas, urgentemente.

Asentí, porque supe que tenía razón.

-La he mirado a los ojos, y te prometo, de corazón, que no supe quién era -dije volviendo a sentirme inundada por la tristeza -ha sido la primera vez, desde que la conozco, que he tenido la necesidad de no verla delante.

Patri estiró su brazo y acarició mi hombro con cariño. Estuvimos en silencio unos segundos.

-Gracias por acogerme -dije.

-No seas exagerada -me empujó, sonriendo -ni que fueras un perro abandonado.

Me hizo reír. Cogí la taza con las dos manos y eché mi cuerpo hacia atrás en el sofá, cerrando los ojos. Sabía que no me llamaría aquella noche, ni vendría a por mí; era lo mejor y lo que debía hacer. Pero no podía evitar imaginármela llegando a buscarme, diciéndome cuanto me quería y disculpándose por todo lo vivido en los últimos días. Volviendo a ser mi Vanesa, aquella de la que tan enamorada estaba.

-Tiene fácil solución, cariño -oí de pronto a Patri, volviendo a acariciar mi pierna izquierda -lo más importante ya lo tenéis, que es el amor. Os sobra, Mónica. Tenéis que hacer el esfuerzo de poner sobre la mesa todos los problemas, y hablar de ello hasta que esté todo bien.

Sí, eso era lo que debíamos hacer. Esperaba que ella estuviera en casa ahora pensando lo mismo, y consciente de la necesidad de solucionar entre nosotras las cosas. De no hacerlo, esto tenía los días contados.

la quiero a morir <3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora