la quiero a morir <3

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Casi diez días sin capítulo, seguro que me habéis estado odiando jijijijiji
Para recompensar, uno bien larguito y de una fecha del año preciosa. Espero que os guste mucho y me contéis cositas <3

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NARRA VANESA

Abrí los ojos el 24 de diciembre temprano por la mañana. Sentí rápidamente el brazo de Mónica rodeando mi cintura, y su respiración relajada en mi oído derecho, indicándome que seguía sumida en el sueño más profundo. Estábamos en Elche, ya que habíamos decidido pasar allí los días hasta final de año, con la familia de Mónica. Tras aquella gran discusión que habíamos tenido hacía ya unas cuantas semanas, habíamos pasado separadas el menor tiempo posible; logramos recuperar la confianza mutua, el amor y la necesidad de sentirnos cerca.

Giré mi cuerpo y me quedé nariz con nariz con ella. Volví a cerrar los ojos, y cuando estaba volviendo a dormirme, empecé a notar los suaves besos de Mónica por mi cara.

-Hola -dijo cuando notó que estaba despierta.

Me reí y metí mis dos manos por dentro de su camiseta de pijama.

-Hola, preciosa.

Mi boca buscó la suya, aún en la oscuridad. La encontré, y me entretuve un poquito más de la cuenta en ella. Sus piernas se entrelazaron con las mías, al mismo tiempo que sus manos se engancharon en el cuello. El calor de su cuerpo me hizo sentirme feliz.

-Hoy es Nochebuena -dijo sonriendo sin apenas separar sus labios de los míos -¿estás feliz?

-Muy feliz -dije -hoy viene Papá Noel.

Mónica rió y volvió a besarme. Se movió lo suficiente como para quedarse tumbada sobre mi cuerpo, hundiendo su carita entre mi hombro y mi cuello.

-Aún nos quedan un par de compras por hacer -dijo quejándose -no quiero. Qué horror.

Me reí, abrazándola fuerte contra mí.

Aunque tanto en mi familia como en la de Mónica había una mayor tradición de hacernos regalos el día 6 de enero con la llegada de los Reyes Magos, habíamos acordado, ya que estábamos en Elche, trasladar la entrega de regalos al día 25 de diciembre. Álex y Vega estaban emocionados con la llegada de Papá Noel, y habíamos organizado una preciosa cena en casa de los padres de Mónica para pasar una bonita velada juntos.
Aún nos faltaban por comprar un regalo para Álex y otro para su padre; aunque ya llevábamos bastante pensado qué y dónde hacerlo, nos daba una pereza terrible ir. A las dos nos encantaba hacer y recibir regalos, pero teníamos en común una cosa: odiábamos ir a comprarlos. Y más el día 24 de diciembre.

-Acabáremos rápido -intenté convencerla, y, en el fondo, autoconvencerme a mí también -y luego podemos ir a tomar un chocolate con churros navideño.

Salió de su particular escondite y me miró con unos ojitos de emoción que me hicieron reír.

-¡Sí!

Me besó en señal de agradecimiento. La conocía lo suficiente como para saber que casi cualquier problema lo podíamos solucionar con chocolate.

Nos levantamos con calma y fuimos juntas hasta la cocina para preparar entre las dos algo rico para desayunar. Mónica tostó pan y, cuándo lo tuvo listo, untó en él tomate, aceite y puso unas lonchitas de jamón por encima. Yo, mientras, hice un par de cafés llenos de espuma y con azúcar.

Nos sentamos frente al enorme ventanal para hacer la primera comida del día. Fuera hacía frío, y el contraste con el calor del interior de casa era una sensación inmejorable. Mónica sonreía sin parar y yo me derretía.