Parte Veinte: Disparo.

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Arlene.

—Pero... —intente analizar las palabras —. ¿Como? ¿Cuando? —pregunté rápido mientras me acercaba a él.

—Intentaron robarme y el hombre tenía dos armas, Leiwer uno de mis perros lo atacó, pero luego sacó la otra arma y nos disparó a ambos —lo vi suspirar.

—¿Y que tan grave fue? —me pregunto mientras se pasaba la mano por el pelo.

—Tuvo la misma gravedad de tus besos —sentía el ardor en mis mejillas —. Son intensos y con mucha adrenalina.

—Jahir... —suspire.

—Se me ha echo difícil mantener la calma cuando estás junto a mi, no pensar en ti, no pensar en cuando te tocaba —sus palabras y la relajación y bajo tono en el que lo decía era formidable y excitante —. Tu respiración agitada; tus gemidos... tus besos —apreté mis manos en mi falda mientras las observaba no podía verlo a los ojos en estos momentos por que intentaba controlar mis hormonas —. Arlene... —apreté los ojos —. ¡Mierda! —lo mire rápidamente mientras apretaba los ojos, se había lastimado.

—¿Estas bien? —me pregunté mientras lo tocaba.

—Si —suspiró —. Tengo que cambiarme el vendaje.

—Yo te ayudo —me ofrecí mientras el me miraba arrugando la cara.

—Puedo hacerlo solo —reí.

—Lo se, pero quiero ayudarte.

—No es necesario —se puso de pie y yo me paré junto con el.

—Quiero ayudarte —me miro con la cara arrugada —. No digo que seas inservible solo digo que quiero ayudarte —le quite las cosas de las manos.

—Te dejare hacerlo pero que conste que puedo hacerlo solo.

—Estoy consiente —me organice el pelo tras la oreja —. ¿Eres zurdo? —me miró rondando los ojos y solo me quedaba reírme, al parecer odiaba sentirse inservible y necesitar de otros.

Se sentó en la cama y yo pase a su baño a lavarme las manos, el baño era muy hermoso y limpio con luces blancas y otras en tono amarillento, salí y el estaba sentado en la cama empecé a quitar la cinta de su herida mientras el miraba a otro lado y me permita observar su mandíbula marcada. Estaba jorobada y me dolía un poco la espalda.

—¿Por que no te sientas? —me pregunto y negué con la cabeza.

—Así estoy bien.

—Mentirosa, puedes sentarte en mis piernas si quieres y estarás más al nivel de la herida.

—Así estoy bien.

—Si tú lo dices —yo se como mis labios llegaron a su mejilla, solo se que cuando el se giró confundido me paralice pero seguí quitando las vendas —. ¿Por que no me lo das en los labios?

—Jahir...

—¡Tú me besaste! —reí al escucharlo —. Estás riendo mucho.

—Y tú estás muy cascarrabias —observé su herida y empecé a limpiarla.

—Mentirosa —musitó y yo solo reí; limpie y observaba su rostro, mordía sus labios mientras apretaba los ojos.

—¿Te estoy lastimando? —le pregunte.

—No, solo arde un poco —termine de limpiar cambie los vendajes y luego le coloqué cinta.

—Ya estás —le dije y el se puso de pie.

Su brazo estaba inmóvil, no debía moverlo.

Me senté en la cama y el estaba sentado en la silla.

Tentaciones Prohibidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora