—Siempre estás con el.—¡Somos amigos! —exclame —. Fui a visitarlo por que estaba herido, lo invito a la iglesia, le leo libros explicándole nuestra religión y tú vienes con tus desconfianzas que me tienen hasta el tope —ella me escuchaba con atención —. Yo siempre he sido una buena hija, voy a la iglesia, cuando estaba el en colegio tenía buenas calificaciones, no salgo sin permiso, no hago cosas malas, y tú siempre crees que yo estoy haciendo cosas que no hago. Y me tienes harta —apreté los ojos.
—No quiero que cometas mis errores.
—No los voy a cometer por que soy diferente a ti, soy una persona consciente que sabe lo que quiere y como lo quiere —suspire —. Yo nunca te he dado ni medio motivo para que me tengas como la zorra que crees que soy —ella bajo la cabeza —. Siempre ha sido así, siempre has creído eso de mi.
—Intentó guiarte por el camino correcto.
—¡No me estás guiando mamá, me estar estresando! —le grite —. Haces que mi depresión cada vez sea peor, sabes que intento ayudarme a mi misma pero tú lo qué haces es que me odie más de lo que ya lo hago.
Sus ojos estaban cristalizados.
—Y no vengas a querer llorar, por que cuando me pegaste por la verdad no lloraste.
—¡¿Crees Que no se que he cometido mis errores Arlene?! —me gritó.
—¡El problema es que crees que como tú los cometiste yo lo haré igual y no es así mamá, no!
Hubo un silencio incómodo, quería que saliera de mi habitación.
—Ese hombre es como... —la interrumpí.
—No lo compares mamá, por que no es el mismo caso ni la misma situación —suspire y me acosté dándole la espalda.
—Te lo digo como tú madre, aléjate de ese hombre el no es lo que tú mereces.
Me gire y sonreí bufando mientras la miraba.
—¿Y tú como sabes lo que yo merezco? —le pregunté —. ¡Yo merezco una madre que confíe en mi, no una madre que me tenga como una cualquiera, como si yo no me respetara y anduviera acostándome con cada hombre que me guiña el ojo!
Debía mantener la calma por que lo último que quería era continuar con esta discusión.
—Me molesta tu bipolaridad madre, unos días eres la mejor del mundo, y otros días estás loca de tu cabeza y me tratas como una completa basura.
—Perdóname por no ser la madre que mereces —se puso de pie saliendo de la habitación.
Por estos motivos odiaba enojarme, decís cosas que herían a las personas. Con el tiempo me había dado cuenta qué hay cosas que por más que quieras decirlas es mejor callarlas pero yo aún no ponía esto en práctica, la ira y el enojo se apoderaba de mi y decía demasiadas cosas las cuales herían a las personas.
Al día siguiente fui a correr, saliendo de la casa observé a Jahir fumando, al verme se puso de pie y entró a su casa, no hizo ningún gesto, nada. Solo se puso de pie y se fue. Corrí ese día tanto que me dolían los pies, correr me relajaba me distraía mucho, y me gustaba.
Cuando llegue a casa mi madre estaba ahí, babi preparado el desayuno y me sorprendió que no estuviera en el trabajo. Entre sin decir nada y la escuche decir:
—¿Desayunarás? —iba a decirle que no, que ya me había desayunado por no quería hacerle más daño.
—Si.
—Ven, se enfriará —papá ya se había ido, así que solo estábamos ella y yo en la casa.
Ella no hablo y yo tampoco lo hice. No tenía nada que hablar con ella. La mire de reojo meterse una fresa en la boca mientras yo me llevaba una uva.
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Tentaciones Prohibidas.
Teen FictionImagina formar parte de una religion bastante estricta pero para ti es normal, ya que formas parte de esta religion desde que eres pequeña. Vas siempre a la iglesia, a las ceremonias, siempre eres la primera en participar en todo. Pero llega alguie...