Parte cinco: La Goma.

827 91 3
                                    


Hoy era un día importante en la iglesia, hoy debía comerme la goma del buen camino repartido por el pastor de la iglesia.

Fui a eso de las 2:30 p.m. de la tarde y cuando llegue me senté junto a Jimena.

—¿Estas lista? —me pregunto.

—Siempre lo he estado —dije riendo.

Misa, cantos, y luego la fila para comer la goma. Era larga, todos aquellos que aún no se habían casado por iglesia debían comerla.

El pastor puso tres dedos en mi frente.

—La goma nunca será un error —hablo es pastor mientras la tenía entre su dedo índice y pulgar.

—Por que Eola la hizo con amor —el asintió y la entró en mi boca.

Era una goma dulce y chiclosa de color blanco. Volví a mi haciendo y cerré los ojos con la cabeza inclinada mientras empezaba mi oración.

La misa terminó a las 4:10 p.m. empecé a caminar a casa y cuando llegue observé a Jahir en la puerta de su casa, el con su dedo índice me hizo un gesto para que fuera. Cruce la calle y camine hacia él.

—Arlene —dijo mi nombre para luego ponerse de pie —. ¿Una tarde ocupada?

—Un poco, acabo de llegar de la iglesia —algo en su mente encajo por que su rostro cambió.

—Eso explica ese vestuario —reí —. ¿Que religión sigues?

—Endotrina de Eola.

—Nunca había escuchado la palabra Endotrina —arrugó el rostro.

—En mi religión existen palabras creadas por la misma, si la buscas, no la encontraras, están en el bendecido libro de Eola.

—Ya veo —miro a la calle —. ¿Te puedo invitar un café?

—No creo que sea correcto, se... —iba a decir señor y el ya lo sabía por que su rostro hizo que no terminara la palabra.

—¿Que fue lo último que te dije cuando hablamos?

—Que básicamente lo puedo tutear.

—Exacto —me sonrió y aprecié el piercing que relucía con su sonrisa.

—¿Negarás el café?

—¿Estas solo? —el asintió —. Mi madre me mataría si estuviera en la casa de un hombre yo sola —confesé.

—Entiendo, y lo respeto. No quiero meterte en problemas —le sonreí.

—Dejó irme —le dije mientras me giraba para cruzar la calle.

—De acuerdo.

Cruce la calle y entre a mi casa. Me di una ducha y me acosté a ver películas. Unas tres horas después llegó mi madre, y la ayude a preparar la cenas

Arreglamos la cena y mi padre y mi hermano llegaron al mismo tiempo, fueran a ducharse para cenar. Mi padre hizo la oración y luego empezamos a cenar lasaña con arroz frito.

Me tocó lavar los platos pero mi hermano me ayudó. Sabía que el sentía culpa por lo que había pasado pero la verdad era que yo no me sentía enojada por eso, tan solo me sentí un poco triste al respecto.

Mi vida se basada en lo de siempre, iglesia, colegio y casa. Pocas veces salía con mis amigos por que mi mamá no era muy liberal aunque pareciera.

Acaba de hacer mi oración cuando mi madre entró a la habitación.

—¿Como te fue hoy?

—Bien.

—¿Segura? —me cuestiono —. No pareces convencida.

Tentaciones Prohibidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora