Parte Cuarenta y Seis: Mercancía.

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Llegué a casa luego de salir de la biblioteca y me encerré en mi habitación. Me lancé en la cama y observé el techo hasta que mis ojos se cerraron, todo estaba oscuro, como siempre.

Mis ojos se abrieron de impacto y tome aire varías veces mientras me sentaba en la cama. La luz de mi celular hacía desaparecer toda la oscuridad de la habitación.

Tome el teléfono y tenía una llamada.

—¿Bueno? —me restregué un ojo mientras caminaba a mi escritorio y me sentaba.

—Debes venir, tenemos un problema aquí.

—¿Que hora es Aisha? —le pregunté mientras no me concentraba.

—Jahir.

—Estoy cansado de tener que encargarme de este trabajo.

...

Viaje largo en auto, debí aceptar que me ayudo lo suficiente como para distraerme de la situación constante que yo estaba viviendo con Arlene. Tome aire de una manera profunda mientras intentaba olvidarme de ella por unos minutos pero era imposible. Era como si intentara no pestañear o no respirar, ella se hacía muy necesaria para mi, para mi vivir y para mi sentir.

¿Que me está pasando contigo Arlene?

Aunque dándome cuenta, ya es excesivamente tarde para pensar en eso, ya estoy atado más de lo que quiera estar. Y no podía amarla completamente en aquella oscuridad que la rodeaba, ella oscuridad de infelicidad, aquella oscuridad de obligaciones que me estaban perjudicando más que a ella. 

Intentaba buscar miles de maneras para ser feliz con ella, pero ningún resultaría. No podía llevármela lejos, ella no lo aceptaría, no podía seguirle implorando que hablara con su madre por que tampoco aceptaría hacerlo por más que ella insista en que lo haría. Nunca lo haría, nunca le diría.

Nunca podríamos tendríamos un amor libre.

Aquello tan normal para nosotros estaba lejos de serlo.

...

—¿Cual es el problema según tú Aisha? —le pregunté mientras me cruzaba de brazos —. ¿Me hiciste venir desde Chicago solo por que unos contenedores estaban dañados? —apreté la mandíbula —. ¿Me llamaste para una mierda de la cual tú te puedes encargar? —le di un pequeño golpe  a mi escritorio mientras ella me ignoraba por completo tecleando en su tablet.

—Mira esto —me pasó la tablet y la mire con disgusto para luego tomarla —. Están robando la mercancía —apreté el puño contra la mesa al ver el video donde se llevaban kilos de la mercancía.

—¿Desde cuando es esto? —le pregunté mientras observaba como los ladrones llevaban la cara cubierta.

—Willie me dijo que las cantidades exactas estaban siendo erróneas, que había que colocar más puesto al parecer los contenedores estaban recibiendo más mercancía de lo habitual. Y le dije que lo habíamos cambiado pero el repetía constantemente que tenían la misma medida por lo tanto la cantidad de mercancía no debía subir, debía ser exacta. Y justo ayer nos observamos los videos de seguridad en los almacenes y nos dimos cuenta que en plena hora de descanso los contenedores son saqueados —repetí el video varías veces a ver si encontraba algo que identificara a alguna de las personas de los videos pero no se veía nada.

—Debiste ser más precavida al decirme que viniera.

—¿Que?

—Es obvio que si estoy aquí no van a saquear los contenedores, debiste decirme cuando me llamaste la situación real.

—¿Para que vinieras con el demonio encima? —ella bufó —. Claro que no, te conozco.

—He desarrollado bastante autocontrol Aisha —ella me dio una mirada de si claro para yo luego rodar los ojos —. ¿Haz desarrollado alguna idea para este problema?

Tentaciones Prohibidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora