Parte Cuarenta y Siete: Locura.

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Aisha solía ser más que cerrada, no se relacionaba con nadie de manera sentimental, suele ser un amor de persona con quienes ella considera apropiado. Pero su oscuridad era algo que ella ocultaba bastante bien, esa ira, esa sed de venganza incontrolable, ese rencor dañino que se guarda en su alma. Esa era su oscuridad, la cual no salía a la luz con cualquiera.

La reunión duró media hora, en esa media hora Aisha estuvo en las nubes pensando no se sabe que cosas, desconcertada. Lo que me daba a entender que ella tenía sentimientos más que sexuales por aquel hombre de nombre Marcelo.

Al salir de la reunión fuimos a un bar, ella tomaba tequila como loca, uno de tras de otro.

—Estoy tan enojada que mierda... no te imaginas lo que le haría si lo tuviera enfrente otra vez...

—La violencia no siempre es la solución.

—Dice el que se calma pegándole a un saco de boxeo hasta más no poder.

—Llámalo entrenar —me lleve el whisky a la boca.

Ella tomaba cada vez más, sin pensar, sin frenos.

—No puedo creer como me vio la cara de idiota tantas veces —bufo riéndose mientras apretaba su puño cerrando los ojos y girando la cara.

—Así son los traidores.

Ella trago saliva.

—Y lo que ese imbécil me hacía sentir... —se pasó la mano por el rostro.

—Lo superarás, tomará su tiempo pero lo superarás.

—Lo único que quiero es romperle la cara.

—¿Otra vez? —cuestione y ella se giró a verme.

—¿Crees Que eso poco Que le hice fue suficiente? —me encogí de hombros.

Tomó tanto que perdió el conocimiento, era obvio que debía cargar con ella. Así que la coloqué en el asiento de atrás, debía volver a Chicago esta misma noche. No quería durar ni un segundo más aquí. Todo el viaje la pase observando a Aisha atrás, ibas dormida.

La carretera de noche era más que peligrosa, por lo tanto conducía con cuidado. Mi mente se teletransportaba a Arlene. Hace días no hablaba con ella, tenia ganas de verla, de escucharla... la extrañaba.

...

Cuando llegue a la casa el sol ya casi iba a salir, cargue a Aisha. Entre a la casa cerrando la puerta con el pie y camine a habitación de invitados para luego dejarla ahí durmiendo, cerré la puerta de espacio y suspire mientras me pasaba la mano por el rostro.

Me sentía cansado, no podía hacer más dormir. Entre a la habitación y me entre a duchar deje caer toda el agua fría por mi cuerpo para luego echarme el gel por el cuerpo. Al salir cepille mis dientes y me acosté desnudo. Intentaba concentrarme  pero no podía, mi mente se teletransporto a Arlene.

A su cuerpo, su sonrisa, sus senos, su rostro cuando follamos y observé la erección que ya estaba presente.

—Mierda —me queje mientras suspiraba me estire y luego empecé a tocarme.

Empecé a mover mi mano lentamente de arriba hacia abajo mientras mis ojos se encontraban cerrados, mi mente solo pensaba en ella, en las pocas veces que habíamos tenido sexo, en las pocas veces que pude llevarla a tener ese descontrol, en su mirada deseosa de más, en su rostro cuando lo está disfrutando.

Arlene.

Se fue dejándome sola en la biblioteca, sin decir mas nada y era más que obvio que el y yo nos alejaríamos por el mismo tema. Por las limitaciones y por el secreto de estar juntos. Pero yo no quería nada más yo solo lo quería a él, completamente.

Tentaciones Prohibidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora