Especial san Valentín

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Ayanokouji Kiyotaka

Las decisiones que el ser humano toma a lo largo de su vida estaban plagadas de supuesta racionalidad que guardaban sentimientos o simples impulsos.

La naturaleza del humano era la de un animal, ya que, después de todo, este era uno.

Por supuesto yo no era la excepción para esta ley natural. Siempre intenté controlar mis decisiones, pensar en ellas como un valle de posibilidades a mi favor. No había decisión que haya tomado que tuviese algo en contra mía de forma directa o indirecta.

O así era hasta ese día.

Me vi cegado momentáneamente con la luz del escenario. Esa sensación de soledad, que había olvidado por un buen tiempo, había vuelto.

Un circulo blanco me dejó en medio de todos. La mirada de cada persona con la que me había relacionado de forma directa o indirecta, estaba fija en mí.

Pero de esas miradas, solo me importaban cuatro.

Las miradas que me habían acompañado por mucho tiempo. Que me habían ayudado sin siquiera yo habérselo pedido, ni manipularlo.

Creí haber obtenido herramientas, pero estas subieron su rango de alguna manera. Ellas buscaron la forma de convertirse en algo más.

Lo que se medía por eficacia, durabilidad, entre otras cosas medibles, pronto se volvieron imposibles de cuantificar.

Las sensaciones son algo muy ajeno a la medición.

La infelicidad de unos, es la felicidad de otros. 

Esa era la frase con la que traté de alguna manera sustentar mi decisión.



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El tiempo había pasado de manera natural. Cada acción que había tomado desde mi decisión no era aleatoria, pero tampoco era minuciosamente planeada.

Fue una sugerencia un poco extraña, pero, opté por seguirla.

¿En qué piensas, Kiyotaka?

En nada... —resoplé.

No estaba cansado. Pero, estaba un poco extraño. No sabría explicarlo.

Tal vez... ¿sentía nostalgia?

Vamos, vamos, puedes contarme de todo... incluso... ya sabes... sobre esas cosas... —dijo avergonzándose cada vez más.

Ichinose Honami, a pesar de estar en el apogeo de su juventud, parecía mantenerse igual.

Aunque claramente no lo era.

Se había desarrollado mucho más. Y no me refería netamente a su forma de pensar y actuar.

Deja de decir ese tipo de cosas... Me vas a dar nauseas. —bufó.

Por supuesto, su contraparte, Horikita Suzune, quien al igual que Honami, gozaba de su juventud, tenía que parar las "sugerencias" de Honami.

¿Por fin tenemos un embarazo? —preguntó alzando la ceja.

Ella bromeaba. Karuizawa Kei volvía al ataque con una broma un tanto curiosa.

Por favor no bromees con ese tema... —suspiró Airi— Sería un problema un embarazo en estos momentos...

Ayanokouji Kiyotaka X Harem | Classroom of the EliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora