Peter nunca había entendido la tendencia de Steve por cocinar cuando algo le molestaba. Incluso por cosas insignificantes como que a Tony se le olvidara poner el lavavajillas o que Peter dejara su cama sin tender, el super soldado podía hornear hasta 500 panecillos con tal de desahogarse.
Una vez llegó a hacer tanta masa para panqueques que por un mes entero fue lo único que comieron, día y noche, los siete días de la semana. Al final tuvieron que regalar parte de la masa antes de que se echara a perder.
Ahora, de pie en la cocina después de volver de la comisaría, Peter contaba los minutos para que su papá se pusiera manos a la obra y prepara un festín digno de un rey. Sin embargo, Steve ni siquiera hizo el esfuerzo de acercarse a la estufa. Derrotado, lanzó un suspiro y se dejó caer en la silla, escondiendo el rostro tras las manos. Detrás de él, Tony se sirvió un copa entera de vino, que dejó la botella vacía.
—explícate—ordenó Stark, sentándose junto a su esposo. Se le notaba cansado a pesar de que su tono permanecía firme y severo—y más te vale tener un buen discurso preparado porque hasta ahora tu castigo se extiende de diez a quince años.
Peter con su orgullo monumental y boca sin filtro, se encogió en un asiento, murmurando mientras enrollaba el borde de la camisa entre sus dedos:
—¿no crees que estás exagerando un poco?
Por supuesto, aquello no era lo que Tony quería escuchar.
—¿acaso quieres que sean veinte? Porque hablo muy en serio, jovencito. Esta vez fuiste demasiado lejos.
Peter miró a Steve, esperanzado de que interviniera y aligerara la situación, pero el rubio permaneció cabizbajo. Lo estaba ignorando apropósito. Usualmente hacia eso cuando su decepción era tan grande que no podía verlo a los ojos sin ponerse a llorar.
—lo siento, ¿si?—suspiró, apoyando ambas manos sobre la mesa con el rostro pálido y los labios temblorosos—reconozco que me equivoque.
—un lo siento no soluciona nada, Peter—negó Tony, astillando la copa al ponerla sin cuidado sobre el mesón—¿siquiera entiendes la magnitud del problema en que te metiste? ¡Agrediste a seis personas! ¡Seis!
De nuevo, Peter pensó que Tony estaba exagerando, pero se mordió la lengua antes de que pudiera terminar de cavar su tumba. No obstante, controlar el tono de su voz le fue un poco más difícil.
—no es como si hubiera matado a alguien. Simplemente salí con mis amigos. ¿Cuál es el problema?
Tony parpadeó varias veces, enfocándolo entre incrédulo e indignado. Entonces, pasó una mano por su rostro y se llevó la copa a los labios, mascullando entre dientes.
—contéstame algo: ¿qué hubieras hecho si no hubiéramos pagado tu fianza, eh? ¿A quién hubieras acudido?
—a Natasha—respondió a la velocidad de un latido. Tony viró la cabeza, subiendo la mirada al techo—Clint, Bruce. No lo sé. Incluso María Hill habría sido una buena opción.
—¿no te da vergüenza?—Peter cerró la boca con fuerza, escondiendo las manos en su regazo para apretar los puños. Las uñas se clavaron en sus palmas hasta dejar marca—Contesta, Peter. ¿No te da vergüenza cometer los mismos errores una y otra vez?
—carajo, yo solo quería divertirme con mis amigos—explotó, enrojeciendo al menos tres tonos bajo el calor que cubría su rostro—No es mi culpa que los paparazzis me acorralaran.
—lenguaje—murmuró Steve, levantándose de la silla. Por un segundo pareció titubear, como si no supiera a dónde dirigirse, pero entonces abrió la nevera y sacó cuatro huevos, una caja de leche y harina.
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The red means I love you (I) • Spideypool
FanfictionPeter Stark-Rogers está agotado del peso que sus padres y los medios de comunicación han puesto sobre sus hombros desde que era un crío. Además de la apretada agenda que debe cumplir, la falta de privacidad y los secuestros semanales para usarlo c...