VIII. ¿en serio hiciste que me perdiera mi telenovela por eso?

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Peter no pasó por alto la manera en que Weasel pegó un respingón cuando lo vio de pie frente a la barra.

A pesar de su sorpresa inicial, el cantinero de cabello grasoso no perdió el tiempo y lo invitó a sentarse con un rápido movimiento de mano, vigilando por encima del hombro que nadie les estuviera prestando atención.

—no te creí tan tonto como para volver, pero veo que me equivoqué—masculló Weasel, mirando de reojo los disparadores en su muñeca—eso o que tienes un as bajo la manga, pero me inclino más por lo primero.

Haciendo oídos sordos a la ofensa, Peter se inclinó sobre la barra para hablar en voz baja.

—estoy buscando a Wade. ¿Sabes donde está?

Weasel sonrió, apoyando ambas manos sobre la barra.

—depende. ¿Qué ganó si te digo?

El castaño viró los ojos. ¿Por qué todo siempre debía ser un trueque con esa gente?

—la satisfacción de salvarle la vida a tu amigo, eso ganas.

—¿en serio?—arrugó el ceño, aburrido—¿No tienes nada mejor que ofrecer? Pensé que eras millonario.

—mi papá lo es. Yo solo dispongo del dinero.

—es lo mismo—las líneas de expresión se acentuaron en su frente—Además, se supone que Wade es tu novio, ¿no deberías saber dónde está? A menos de que ya se haya cansado de ti y te esté evitando.

Peter, que tenía un master en tratar con criminales, se daba cuenta cuando alguno intentaba tomarlo por tonto y con Weasel pasó algo similar. De modo que en lugar de acongojarse, se estiró sobre la barra y tomó al cantinero por el cuello de la camisa. Si no quería ayudarlo por las buenas, sería por las malas, pero no se iría de ahí sin una dirección.

—dejémonos de bromas y vamos al grano. Ambos sabemos que sabes la verdad—murmuró entre dientes, afianzando su agarre—Del mismo modo en que ambos sabemos que sabes dónde está Wade y que me lo dirás en este instante.

—¿y por qué haría eso?—preguntó, sin dejarse acobardar a pesar de que tenía medio cuerpo sobre la barra.

—porque personalmente no tengo ningún problema en ir a la estación de policía más cercana y decir qué existe un bar donde ladrones y mercenarios se reúnen todas las malditas noche a beber— dijo sin tapujos, con la certeza de que cumpliría su amenaza si Weasel no le daba lo que quería. El cantinero debió saberlo de igual manera porque por primera vez miró a Peter con algo parecido al miedo, probablemente incertidumbre—sé que eres alguien listo, de otro modo no perdería mi tiempo contigo, así que te daré una ultima oportunidad para decirme dónde está Wade.

Weasel exhaló una especie de risa entrecortada, mientras se ajustaba las gafas que por el jaleo se habían deslizado fuera de su nariz.

—tú ganas, Niño—levantó las manos, dándose por vencido—lo admito, tienes los cojones bien puestos. A de ser por eso que Wade parece encaprichado contigo.

Peter no permitió que sus palabras le afectaran, pero tuvo la decencia de liberarlo para que Weasel se acomodara la ropa. Si alguien se dio cuenta de su pequeña disputa, nadie hizo el intento de intervenir.

—aunque es verdad que te imaginaba mas amable—continuó el cantinero, sacando un pedazo de papel de debajo de la barra junto a un bolígrafo—Wade dijo que tenías sentido del humor.

—¿eso es lo que hace cuando está aquí? ¿Hablar de mi?—resopló.

Weasel sonrió de costado, sin dejar de anotar.

The red means I love you  (I) • SpideypoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora