XXVIII. El hombre araña no es un asesino.

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Peter tardó un buen rato en subir los cinco pisos que había descendido durante la explosión. No se trataba solamente del gas alucinógeno en los conductos de ventilación y la sensación de asfixia que le arremetía sin previo aviso, sino lo mucho que le temblaban los brazos cada vez que se estiraba para columpiarse de un piso a otro. Claramente, seguía siendo bastante novato en todo el asunto de moverse como una araña. Sin embargo, no tuvo ningún reparo en liberar el liquido de telaraña para inmovilizar a Alimaña un segundo antes de que la variante le arrancara la mandíbula a Wade de un mordisco.

Por un instante, Peter y Wade se quedaron de piedra, demasiado perplejos para hablar o siquiera parpadear. Entonces, algo dentro de Peter rugió e impulsado por un nuevo tipo de hambruna, se abalanzó sobre el soldado, tirándose de rodillas para tomarle de las mejillas y darle un beso que les devolvió el aliento a ambos.

—¿estás bien?—inquirió tras tomar distancia, recorriéndolo con su mirada de pies a cabeza en busca de heridas visibles. Wade se encontraba tendido sobre su espalda, con un rasguño atravesándole desde el ombligo hasta el pezón izquierdo y varios moretones a lo largo del rostro. Sin embargo, estaba consciente y con sus extremidades intactas y eso fue suficiente para que Peter exhalara un suspiro, sintiéndose lo suficientemente bendecido para agradecerle a un Dios en el que ya no creía—Estaba tan preocupado. Cuando el duende sacó la granada, solo pude pensar en ti y en lo que podría pasarte, si no hacía algo antes. Oh, Wade, no sabes cuanto lamento haberte arrastrado a mi mundo—picoteó sus labios una segunda vez, saboreando el sabor a sangre seca entre sus dientes. De repente, todos los besos que habían compartido hace menos de 24 horas le supieron insípidos en comparación con el flujo de emociones que estaba atravesando—Por más que disfrute tu compañía, jamás me perdonaría si algo malo te llegara a pasar por mi culpa.

A un lado, Alimaña no paraba de sacudirse dentro de la telaraña, pero ambos le ignoraron.

—¿tú estabas preocupado?—Wade parpadeó un par de veces, como si no pudiera terminar de creer que el arácnido se encontraba frente a él. Entonces, se sentó de golpe y atrajo a Peter en un abrazo que por poco deja al pelinegro con más de un hueso roto. Sin cuidado, el soldado tomó un puñado de cabello de Peter y tiró de este para asegurarse de que era real, mientras escondía la cabeza dentro de su cuello—Eres un cabeza hueca, estúpido y egoísta. Te lo juro, Peter, no sé que mierda tienes en el cerebro o si eres un maldito sociópata que disfruta ver a las personas sufrir, pero la próxima vez que pienses saltar sobre una granada, avísame primero para no reventarme buscando tus sesos por toda la torre.

Sorprendido por la brutalidad de sus palabras, Peter echó la cabeza hacía atrás para verle al rostro al tiempo que Wade lo tomaba de ambas mejillas y juntaba sus bocas en un beso mucho más desesperado y violento que el primero. Era el tipo de beso que jamás se olvidaba, incluso después de muchos años. No porque fuera bueno o malo, sino por la intensidad y el anhelo que escondía. Un beso así había sido la cuna de cientos de canciones, cartas, poemas y cadáveres a lo largo de la historia de la humanidad.

Nunca nadie lo querría tanto como Wade, eso era seguro. Nadie se tomaría el tiempo de conocerlo ni de besar sus heridas con la misma devoción. Incluso cuando la línea entre lo que estaba bien de lo que estaba mal parecía haberse difuminado, para Peter no había nada más sagrado que los latidos en su palma de cuando apoyó la mano en el pecho del soldado para empujarlo.

—lo lamento—exhaló apenas consiguió respirar con su frente pegada a la de Wade y los ojos cerrados para evitar ver la decepción en su rostro—Lo último que quería era preocuparte.

—cierra la boca—gruñó, escondiendo el rostro sobre su hombro con los puños cerrados fuertemente sobre la camisa de Peter, como si temiera que en cualquier momento fuese a desaparecer—No quiero escucharte. No cuando sé que volverás a hacer algo para que te maten y me hagas pasar por el infierno otra vez.

The red means I love you  (I) • SpideypoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora