Prólogo

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Prólogo

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A través de las ventanas de tu alma baldía puedo notar con nitidez a cada uno de tus demonios; apuñalando, fustigando y atormentando tu mente.

Sé entonces que eres exactamente igual a mí, sólo que tu imagen es más pueril, lo que enciende la brasa de mis más profundos deseos. Tu imagen es tan lánguida y grácil que es casi imperceptible la oscuridad frívola que llevas abismada tan dentro de ti. Para mí fue un imponderable placer vislumbrar esa alud de oscuridad tan potente y candente.

Voy a aparejar todo para darte una cálida bienvenida, un sorbo de mi sangre para encender los cirios del gran templo; como un ritual. Y si soy honesto... quiero ser el dios y que tu seas mi preciada ofrenda, quiero ver tu corazón abrirse y devorar tu jugoso y palpitante corazón, para así convertirnos en uno solo.

Oh, cariño, ¿por qué tan petrificado? Sólo quiero ser tu verdugo antes de que tu alma se vuelva enmohecida y fútil. Déjame escampar tu mente y susurrar a tu oído un relajante bemol, déjame amortajarte en mis brazos y despeñarte al vacío de la dichosa muerte.

Déjame probarte, amarte y encadenarte.

Se mío; mi esclavo, mi amante, mi confidente, mi carne y mi asesino.

Entonces así, mi alma será tuya también.

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El infierno cayó por fin.

Éste chico, Yoon JongWoo de 27 años logró desterrar al imponente diablo y rey de este infierno, apagó todas las llamas del lugar y ahora yace ahí en una camilla, tan extenuado, tan pequeño y perdido. Pasó por tantas cosas y ahora su mente es tan frágil como una cajita de cristal, ya ni sabe quién es, ya no sabe qué está bien o qué está mal.

Pero sabe que sus manos están manchadas, es un asesino, mató a gente, asesinó a quienes lo atormentaban día y noche, a quien lo mantuvo encadenado y cautivo, pero... no se sentía mal, al contrario, cuando su mente se volvía límpida y le permitía recordar cada muerte que provocó, su rostro esbozaba una enorme sonrisa llena de satisfacción y victoria.

Los había matado, había apagado el alma de cada uno si es que tenían una, esa saña que había cometido era lo mejor que había hecho en toda su vida.

Muere, muere, muere, muere, muere, muere.

- ¡¡Muéranse todos malditos hijos de puta!! - Azotó su laptop contra el suelo, y pequeñas lágrimas brotaban y se hundían en su retorcida sonrisa - ¿Qué hago? - Sus manos se deslizaron por su cabello hasta comenzar a tirar de él de a poco - ¿Los maté? No, no fui yo.... yo fui la víctima, ¡iban a matarme si no hacía algo! ¡¡Esos malditos monstruos debían morir!! - Su voz se rasgaba.

- Oye... - Una voz lo hizo sobresaltarse, era un paciente en la esquina de la habitación - Cállate... deja de hacer un escándalo o vendrán los doctores... y entonces me atraparan... - Se quejó un paciente quien abusaba de las pastillas del hospital y hasta se drogaba con ellas, sabía como acceder en las habitaciones restringidas y tomaba un poco de más.

JongWoo se recostó y miró el techo, su mirada se posó en la laptop tirada en el piso, ¿estaba rota? ¿La rompió? ¿Se rompió como se rompen los huesos? Como estos retumban en en un estruendo crujiente y satisfactorio, o como el viscoso sonido del machete contra la piel, como se incrusta y luego se aleja con coágulos de sangre esparciéndose en el aire.

TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora