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"Perder la cabeza". Suena divertido.

MoonJo se acarició el cuello, viendo su cicatriz en el espejo ensangrentado. Tras sus pies yacía un cuerpo degollado sin dientes y con las cuencas vacías, con ambos ojos en su boca vacía de dientes, rozándole la garganta.

Mataba esta vez para entregar un mensaje.

- Puedes tragarte todo lo que has visto. ¿No? - Habló consigo mismo - Tienes algo que es mío, así que voy por él y de paso volver a ver esos bonitos ojos. - Se relamió los labios, cortándose un poco el cabello para mejor comodidad, tal como le gustaba, ni tan corto, ni tan largo, a la altura de su nuca.

Se quitó la ropa ahí mismo sobre el cadáver para darse una ducha, y luego robar alguna prenda lujosa, le vendría bien un poco de estilo. Pasaría desapercibido entre las mentes estúpidas.

Sólo necesitaba tiempo.

Probablemente podría ser capaz de atrapar dos peces en una sola red.

Cerró sus ojos bajo el agua. Podría mandar un regalo aparte, para ser más específico.

Sonrió.

- Ojos... - Se burló entre dientes.

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DakHo se levantaba esta mañana para volver al trabajo, o bueno, ayudar en el trabajo de su amiga. Pero al voltearse para tomar su teléfono se congeló.

Su corazón pudo haberse detenido, quizás unos segundos.

Reaccionó. Sintiendo su cuerpo enfriarse.

Había sangre, y sobre ella una bolsa pequeña con un lazo. La observó, dudoso. Al abrirla se sintió mareado. Un par de ojos embalsamados pegados a una cadena de dientes pequeños.

Sus ojos picaron y su cuerpo comenzó a temblar.

Se sintió inquieto, observado. Y pronto el miedo comenzó a inundarlo profundamente.

MoonJo había entrado a su casa, mientras dormía, lo había observado, probablemente tocado, probablemente se llevó algo o miró algo...

DakHo llamó a JungHwa, pero de inmediato ella le avisó sobre el nuevo asesinato, cuando ella le describió la escena, DakHo supo que él era el nuevo blanco de MoonJo.

- Mierda... - Murmuró, siendo cuestionado por la preocupada voz de JungHwa - Él estuvo aquí... JungHwa él vino... probablemente siga... no sé...

Escuchó que venían en camino, pero el sentimiento de inquietud no se iba.

No tomaría mucho. No tomaría mucho hacer lo que tenía que hacer antes de que la policía llegase.

Observó a DakHo desde atrás, sonriendo con cierta apreciación. Se acercó tan rápido, que DakHo apenas pudo darse cuenta del peligro.

Su grito se ahogó sobre la mano de MoonJo que presionaba contra sus labios. Lo arrastró por la cama viéndolo patalear, una de sus manos viajó hacia su cabello y lo jaló con fuerza. DakHo enterró sus uñas en la muñeca de MoonJo sobre su boca y al sentir que lo soltaba, intentó patearlo, pero MoonJo sujetó sus piernas con fuerza. Era demasiado fuerte, casi similar a una fuerza sobrenatural, DakHo llegó a preguntarse a qué tanto fue sometido Seo MoonJo para llegar a tener el cuerpo de bestia que tiene ahora.

TóxicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora