📅 ️AL DÍA SIGUIENTE
Lucia estaba en el comedor de la casa de sus tíos decidiendo si se bañaba en la piscina o si veía una serie. Una gran decisión, pensó ella riéndose. Tenía casi todo el tiempo del mundo para decidir entre una cosa u otra, incluso, en hacerlas las dos.
Escuchó el timbre de la puerta de la calle y se levantó del sofá para abrir. Su tía estaba en su despacho trabajando liada con algo de los impuestos o del IVA. Lucia estaba hoy en plan vago y no le apetecía hacer absolutamente nada. Si seguía así estaba claro que el aburrimiento se apoderaría de ella tarde o temprano. Caminó hacia el jardín y abrió la puerta de la calle. Cual fue su sorpresa al encontrase allí a Brahim, junto a su bicicleta. Tragó saliva con fuerza sin poder evitar cruzar su mirada con la suya. De cerca y a la luz del día aún era mas guapo. Y aunque llevaba el mono de trabajo del taller, esto no le restaba ni un ápice de atractivo.
El moreno la miró de arriba a abajo sin disimulo recorriendo su cuerpo lentamente. Esta chica lo ponía cada vez más malo. Y no ayudaba para nada que los pantalones fueran tan cortos y que llevara la barriga al aire.
- ¿Qué quieres? -le preguntó ella con un tono algo más duro de lo que pretendía, pues no quería que él notara que su sola presencia, la afectaba.
- Tranquila, fiera. Te he traído tu bici -le dijo él dándole una burlona sonrisa, a la vez que le guiñaba un ojo con descaro.
- Pues vale. Dámela y hasta luego -Lucía se acercó hacia su bicicleta, arrebatándosela de las manos a Brahim. Procuró no mirarlo durante todo este proceso, pero, su voz, la llevó a desistir de su propósito.
- Juan me ha dado unos papeles para tu tía -le explicó el chico, para justificar que aún no se hubiera ido.
-Yo se los doy -Lucía le tendió la mano aún con ese tono de fastidio en su voz. Incluso golpeó un par de veces el suelo con la punta de sus pies, para que fuera más evidente lo poco que le gustaba que Brahim estuviera ahí.
- Tengo que explicarle para lo que es -Lucía rodó sus ojos y abrió más la puerta para que él pudiera entrar, algo que le hizo ganarse una burlona sonrisa por parte del chico.
- Está bien. Entra.
Brahim traspasó la puerta de la calle con una sonrisa triunfal en su rostro. Lucía lo ignoró, acercándose hacia donde estaba la bicicleta para cerciorarse de que el arreglo, había sido correcto.
- Te la he arreglado yo -le dijo él, muy orgulloso de su trabajo. Se permitió acercarse hasta estar a pocos centímetros de ella. Incluso, a esa distancia, podía aspirar el olor a cítrico que su cuerpo emanaba. Un olor que le resultó bastante agradable.
-¿Quieres un premio por hacer para lo que se te paga? -le respondió ella con ironía. Ladeó su cabeza para encontrarse a Brahim muy cerca de ella. De nuevo sintió la necesidad de tragar saliva y de no desviar su mirada hacia sus ojos.
ESTÁS LEYENDO
El Castillo - Brahim Díaz
Teen FictionBrahim llevaba la palabra peligro tatuada en su piel. A sus 18 años era un conflicto andante. Después de este verano por fin sería libre y nada ni nadie lo podría parar. Lucía no quería pasar su último verano antes de ir a la Universidad en el puebl...