9. Gracias por estropearte, coche

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📅 UN PAR DE DÍAS DESPUÉS

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📅 UN PAR DE DÍAS DESPUÉS

-No arranca, Lu.

Tía Olga resopló poniendo sus manos en la cara mientras abría la puerta, saliendo del coche. Lucía imitó a su tía y la miró frunciendo el ceño. Esa mañana tenían pensado irse las dos a Málaga de compras y luego a comer por ahí. A Olga le apetecía mucho pasar todo el día con su sobrina. Que el coche no arrancara se lo había fastidiado. Sacó su móvil del bolso y marcó un número de teléfono.

-Voy a preguntarle a Juan si puede venir a echarle un vistazo -le dijo a Lucía mientras salía del garaje.

Lucía asintió y siguió sus pasos. Se quitó el bolso del hombro y buscó la llave de casa. Abrió y entró dentro. Hoy hacia muchísimo calor. Quizás el día más caluroso de todo el verano. Dejó sus cosas en la entrada y fue a la cocina a beber agua. Sacó una botella de la nevera y se echó en un vaso. Escuchó los pasos de su tía entrando en la casa.

- Juan dice que está ocupado, pero que mandará a Brahim para que le eche un vistazo. Ahora viene.

Lucía trago saliva y bebió agua de nuevo. Brahim. Escuchar su nombre era revolverle todo el cuerpo. No lo había vuelto a ver desde el día que la trajo a casa después de haber estado en la piscina. Y una parte de ella, bueno, toda ella, deseaba verlo. Había pasado un par de veces disimuladamente por el taller pero no había conseguido verlo. Se regañó mentalmente por hacer esto, pues más parecía una adolescente acosadora.

Paseó por el comedor nerviosa perdida mirando a cada instante el reloj. Se sentó en el sofá y puso la televisión disimulando. Se llevaba las manos a la boca cada dos por tres, intentando de esta manera, aplacar sus nervios. 

Unos minutos después, el timbre de la puerta sonó a la vez que los latidos de su corazón incrementaban. Escuchó a su tía Olga como iba abría y ella se asomó por la ventana que daba al jardín sin hacer ruido. A través de las cortinas lo vio. Llevaba el mono del taller y todo el pelo revuelto. Lucía pensó que hasta con el mono estaba guapo. Se llevó la mano al corazón intentando calmarse pero no pudo. Brahim la alteraba más de lo que ella pensaba.

Volvió al sofá pensando como salir y saludarlo sin que se notara mucho. Se moría por verlo. Y por comprobar si las cosas entre ellos habían cambiado, pero esta vez, a mejor. Tía Olga entró en ese momento con el móvil en la mano.

- Cariño. Brahim está fuera, ¿te importa salir por si necesita algo? -le pidió ella mientras volvía  a llevarse el teléfono a la oreja. 

- Si, claro, no te preocupes -le contestó con fingida despreocupación.

Su tía entró en su despacho enfrascada en una conversación sobre IVA, Rendimientos y más palabras técnicas que ella no entendió. Se levantó del sofá y atravesó el comedor saliendo de la casa. Rodeó el jardín hasta llegar al garaje. Brahim estaba inclinado revisando el coche. Antes de hacerse notar, ella le miró el culo. Claro que lo hizo. Los pantalones del mono del taller se lo acentuaban tanto que las ganas de darle un buen apretón, eran algo que ella no podía disimular. Cogió aire con fuerza y se acercó un poco más a él.

El Castillo - Brahim DíazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora