Brahim cogió la mano de Lucía apretándola bien fuerte, mientras ella miraba al hombre que tenía delante algo confundida. Por instinto, Brahim la movió hasta ponerla casi detrás suya. Sintió un sudor frio recorrer su cuerpo y unas enormes ganas de escapar de allí. Pero parecía que sus pies no querían moverse.
- ¿Se te ha comido la lengua el gato? -le preguntó el rapado apretando su mandíbula- ¿o es que en ese centro no te enseñan educación?
- Hola, Armando -le dijo Brahim. Cogió la mano de Lucía para darse la vuelta e irse. Estaba nervioso. No por él, por ella- nosotros nos vamos.
- Un momento, Brahim -Armando le puso la mano a Brahim en el hombro y tiró de él de malas maneras hasta que el moreno se dio la vuelta- después de tanto tiempo sin vernos, que menos que tomarnos algo ¿no crees?
- No, no lo creo. Tengo que irme, llegamos tarde.
Armando hizo un gesto con su cabeza fijándose en la rubia que Brahim protegía con su cuerpo. Se había fijado en ella desde que divisó al chico en la playa. Era guapa y tenía una buena figura. Como a él le gustaban.
- ¿No me presentas a tu novia? -le dijo Armando relamiéndose los labios.
- No es mi novia, es una amiga -le dijo Brahim apretando la mano de Lucía. La chica entendió perfectamente lo que él le decía y le devolvió el apretón sin querer emitir palabra alguna.
- ¡Pues mejor me lo pones! ¿No te importara que tu amiga y yo nos conozcamos un poco mejor, no? -le preguntó él con una diabólica sonrisa.
- A mi si me importa -le dijo Lucía saliendo un poco de detrás de Brahim- no tengo ningún interés, gracias. ¿Brahim nos vamos ya?
- Si, claro -le dijo él chico haciendo de nuevo el amago de irse.
- Te siguen gustando peleonas -le dijo Armando mirando con una sonrisa muy lasciva a Lucía, algo que a la chica le incomodó bastante.
- A ella la dejas -Brahim se soltó de la mano de la rubia y se puso delante de Armando. Estaba furioso y muy cabreado, pero no era tonto. Sabía a quien tenía delante.
- ¿O qué? -le dijo el otro hasta casi rozar su nariz con la suya. Ambos estaban desafiándose y uno de los dos, tenía las de perder.
- No te debo nada Armando, y lo sabes. Ya estoy pagando errores que no son míos -le contestó Brahim, recordándole bien alto lo que él era.
- Pero tu madre si me sigue debiendo -le contestó el rapado sin apartar su mirada de la rubia.
- Eso es problema de ella, no mío -Brahim se dio la vuelta y cogió la mano de Lucía. Esta vez nadie le impidió irse. Quería salir de allí lo antes posible y perder de vista a ese cabrón.
- No olvides quien manda, Brahim -le dijo Armando antes de irse, riéndose mientras le hablaba.
El chico lo ignoró y caminó con prisa saliendo de la playa. Lucía le seguía el ritmo sin atreverse a preguntarle nada. Salieron al paseo y Brahim siguió con su rápido caminar. Deseaba poner tierra de por medio entre Armando y ellos. Lo que no quería que pasara, acababa de pasar. Y nada más llegar.
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El Castillo - Brahim Díaz
Novela JuvenilBrahim llevaba la palabra peligro tatuada en su piel. A sus 18 años era un conflicto andante. Después de este verano por fin sería libre y nada ni nadie lo podría parar. Lucía no quería pasar su último verano antes de ir a la Universidad en el puebl...