📅 A LA MAÑANA SIGUIENTE
Brahim abrió sus ojos parpadeando lentamente. La mano de Lucía estaba en su pecho y él sonrió con esa sonrisa tonta que te sale cuando tienes cerca a la chica que te gusta. Giró un poco su cabeza para mirarla y el corazón le latió con fuerza. La rubia dormía plácidamente boca abajo. Solo llevaba puestas unas braguitas negras de encaje y su espalda desnuda era una tentación. Miró como respiraba despacio. Como abría un poco la boca al hacerlo. Sus pestañas rubias, sus mejillas sonrosadas y esos labios que tantas veces había besado.
Brahim estaba loco por ella. Le gustaba todo de Lucía. Tenia que admitirlo. No quería que pasara esto, pero había pasado. Y en parte era culpa de la rubia. Por ser así con él. Tan dulce, tan apasionada, tan única. La chica que le había hecho latir el corazón por primera vez en su vida.
Anoche llegaron de madrugada al piso. Toda la noche en la feria con sus amigos. Bailando, cantando, bebiendo... lo típico de la edad que tenían. Lo que se hace normalmente cuando eres un adolescente. Esas pequeñas cosas de las que Brahim estaba privado y que por eso, éste fin de semana habían significado tanto para él.
En cuanto entraron en la habitación, Lucía lo provocó quitándose la ropa lentamente y acabaron haciéndolo un par de veces durante la noche. También tenían que aprovechar el regalo de poder pasar dos días solos sin tener que esconderse. Sin tener que guardarse para ellos las ganas que se tenían. Lo mucho que deseaban estar uno junto al otro.
Lucía se removió en la cama muy despacio y abrió sus ojos para regalarle una preciosa sonrisa a Brahim. Él se giró hasta estar cara a cara con ella. Con la preciosa chica que había pasado toda la noche en sus brazos y de la que no quería separarse.
- Buenos días, bella durmiente -le dijo él rozando con la yema de sus dedos sus mejillas muy lentamente.
- Buenos días. ¿Has dormido bien? -su sonrisa le cautivó. Y deseó que todas las mañanas esa sonrisa fuera lo primero que viera al despertar. Y aunque no quería pensar en lo imposible que era este deseo, disfrutó del ahora. Y ese ahora, era Lucia.
- Sinceramente, dormir contigo es gloria bendita a como duermo todos los días -Lucía volvió a sonreírle y reprimió un pequeño bostezo que a él le pareció sumamente adorable.
- ¿Tienes una habitación para ti solo? -le preguntó ella con mucha curiosidad. Hablaban muy poco de su vida en El Castillo, sobre todo porque la rubia no quería incomodarlo.
- No, la comparto con dos chicos más. Ya los conoces, Rubén y Félix. Aquello no es un hotel, Lu. No tenemos habitaciones individuales.
- Me lo imagino. ¿Te puedo hacer una pregunta? Pero no te enfades, ¿vale?
Lucía se mordió los labios mirándolo algo nerviosa. Brahim le sonrió y rozó esos labios con los suyos unos segundos. Cuando se los mordía, no podía evitarlo, lo tentaba inconscientemente a besarlos. La rubia se dio la vuelta quedando boca arriba. Sus pechos quedaron expuestos. Sus rosados pezones a la vista de Brahim al cual se le hizo la boca agua nada más verla así. La deseaba de nuevo. Siempre la deseaba.
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El Castillo - Brahim Díaz
Ficção AdolescenteBrahim llevaba la palabra peligro tatuada en su piel. A sus 18 años era un conflicto andante. Después de este verano por fin sería libre y nada ni nadie lo podría parar. Lucía no quería pasar su último verano antes de ir a la Universidad en el puebl...