Múltiples jadeos se escucharon con eco por todos los pasillos. Un "¡No se corre por los pasillos!" también, que le recordó por un momento a la secundaria. Sin embargo, por mucho que escuchase la misma frase y sus variantes, no se detendría hasta que sus ojos dieran con él. Hina se estampó contra una pared antes de que empezara a bajar las escaleras, de puntillas y a gran velocidad. Los dos últimos escalones los terminó saltando y resbaló al aterrizar, tropezando y casi perdiendo el equilibrio. Respiró a gran velocidad y miró los carteles que le indicaban la salida. Los leyó y siguió, corriendo por un infinito pasillo, siendo iluminada rítmicamente por la luz del sol, que entraba por las ventanas de su izquierda y desaparecían por cada separación que había de una a la otra. Varios pacientes la miraron confusos, girando el rostro y siguiéndola con los ojos, curiosos por saber a dónde se dirigía con tanta prisa.
Se recolocó el sombrero francés de color salmón que tenía y observó como al fondo habían otras escaleras que le llevarían al segundo piso. No lo dudó ni por un instante y corrió hasta ellas, bajando con la misma prisa que antes, aunque ahora un poco más cansada. A partir del segundo piso, todo fue más fácil, pues las escaleras continuaban y no tenía porqué recorrer otro pasillo para poder llegar a su destino final. Como sea, bajó los escalones de dos en dos y ya estaba en el primer piso, donde sus ojos chocaron bruscamente con ventanas que tenían vistas al jardín interior. Muy bonitas la verdad, sin embargo, no tenía tiempo para eso, debía de encontrar al chico que estaba huyendo de escena. Pensó, volviendo a retomar su carrera, pasando puertas de consultas y salas de espera, para luego, al girar una esquina, ver a lo lejos la recepción. Ya estaba, ya casi llegaba, justo a la derecha, más al fondo de la recepción, estaría las puertas de salida y, seguramente, la persona que buscaba.
Luego de intentar esquivar a varias personas, algunas en vano pues irremediablemente chocó, y decir múltiples veces "Lo siento", "Perdón", "Lo lamento" y "Mil disculpas" en su pequeña travesía, por fin llegó a la recepción, dónde otras decenas de ojos la miraron mientras giraba a la derecha y se dirigía a la salida. Tuvo que detenerse abruptamente por las puertas de detector de movimiento, que tardaron en abrirse, además de aguantar el repentino cambio de temperaturas y el abrasador aire caliente del verano que la golpeó.
Salió con el brusco contraste del sol, cegándola por un breve momento. Por instinto, se detuvo y elevó su mano por encima de sus cejas, para ver mejor los alrededores del hospital, buscando con la mirada una cabellera ceniza y ojos obsidianas. Estuvo así varios segundos que se sintieron siglos, pues cada décima la desesperaba más por ser impaciente, además de tener la ansiedad en el cuerpo y la idea sobre que capaz ya era demasiado tarde.
Sin embargo, a lo lejos, antes de entrar al barrio residencial, pudo observar un puente que pasaba por encima de un riachuelo, y que en él, había alguien cruzándolo. Alguien de melena rubia. Abrió la boca de la sorpresa y sonrió levemente, haciendo temblar las comisuras de sus labios. Lo acababa de encontrar. Así que, sin perder más tiempo, emprendió nuevamente su carrera con la adrenalina suplantando la sangre. Cruzó el pasillo principal del hospital, rodeó unos arbustos y giró a la derecha, observando como se acercaba a dicho puente y qué tan cerca estaba de él. No lo dudo mucho, así que, en una gran bocanada de aire, antes de siquiera llegar, gritó a todo pulmón.
— ¡Mikey!, ¡Detente! — Quizás su grito alarmó a toda la vecindad, pero qué importaba si gracias a ello había conseguido detener al chico y llamar su atención.
El nombrado se giró confuso, con las manos en los bolsillos de su chándal negro y holgado. Frunció el ceño cuando observó a la pelirroja derrapar para quedar frente al puente y cruzar por él, quedando apenas a unos metros de la muchacha. Hina respiraba con cierta dificultad, sudada ante el calor y el esfuerzo ejercido. Su pelo se había despeinado y la boina movido de lugar. Se dió unos segundos para recolocarla junto a su blusa de rayas blancas y rosadas. Hina vestía muy bien, pensó Mikey, quien apenas tenía una camisa holgada de manga corta de color blanca y unas sandalias de paja.

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Inexorable. | Takemikey
FanfictionEl futuro era imposible de evitar y Takemichi era terco hasta morir. Era lo que pensaba Manjiro luego de que viese a Takemichi volver del futuro. Acontecimientos luego del futuro de Mikey!Bonten, spoilers del manga, la historia cambia a partir del ú...