Cuando amaneció, Helmut todavía estaba despierto. La noche anterior podía haber sido un mal sueño si no fuera por el dolor que todavía sentía en el labio.
Se sentó en el porche de la casa, todavía vestido, mirando sin ver las montañas. Era primavera, y las flores silvestres destacaban entre la dispersa vegetación, pero él ni siquiera se daba cuenta de la belleza de aquella mañana. Su mente había vuelto al día en que conoció a Barnes, cuando tenía dieciocho años y acababa de llegar a Sweetwater con su tío Dan.
Había ido al restaurante de comidas rápidas a comprar un refresco. Barnes estaba sentado en una banqueta cercana.
Recordaba cómo se le había acelerado el corazón cuando le vio, era el primer vaquero que veía de cerca. Tenía la misma mirada desafiante de siempre, el pelo tan alborotado como en la actualidad y también estaba igual de mal afeitado.
Sus ojos azules pálidos lo miraban insolentemente cuando se apoyó en la caja registradora para observarlo mejor.Evidentemente, tenía una absoluta falta de educación.
Helmut trató de ignorarle al principio, pero cuando lo llamó y le preguntó si le apetecería salir a dar un paseo por el pueblo con él, su carácter, mezcla de escocés e irlandés, se impuso. Todavía podía recordar su expresión de sorpresa cuando se le enfrentó a él fríamente y le dirigió una mirada helada.
-Mi nombre -le informó– es Señor Zemo, no «oye, tú», y no estoy aquí buscando diversión. y si lo estuviera haciendo, no sería con un bárbaro como tú.
Entonces, él se echó a reír.
-Bien, bien. Si no eres un señorito del Sur, ¿de dónde eres precioso?
-Soy de Charleston. Eso es una ciudad, y está en California del Sur.
-Tuve muy buenas notas en geografía.
-¿ y sabes leer?
Eso le sacó de quicio. El lenguaje que empleó a continuación hizo que Helmut se ruborizase, pero eso no lo amilanó.
Se levantó entonces, ignorando las miradas de los que les rodeaban, se dirigió resueltamente hacia él y le abofeteó. Después, se marchó dejándole atónito.Fue días más tarde cuando él supo que eran vecinos. Él se había acercado a su casa para hablar con el tío Dan acerca de un caballo. Cuando lo vio, sonrió y le contó a su tío lo que había pasado en el pueblo, como si eso le divirtiera. Tardó semanas en acostumbrarse al rudo humor de Barnes y a su «poco fina» forma de comportarse.
Sorbía ruidosamente el café e ignoraba el uso del pañuelo y la servilleta, además de utilizar un lenguaje excesivamente fuerte para su gusto. Pero, como siempre estaba por los alrededores, no le quedó más remedio que acostumbrarse a su presencia.
Llevaba ya un año en el pueblo cuando Helmut fue a ver un rodeo. Allí estaba Barnes, evidentemente borracho, dándole una paliza a otro vaquero y quitándose de encima al resto de los que trataban de separarles.
Cuando Helmut le tocó levemente en el brazo, él dejó inmediatamente de golpear al vaquero y se la quedó mirando, como si no pasara nada. Helmut le cogió de la mano y le llevó al otro lado del corral, donde les estaba esperando Jake.
Después de aquello, Jake la iba a buscar cada vez que su jefe se metía en problemas. Pero, después de aquella noche, no volvería a ir con él.
Dio un largo suspiro y se metió en la casa. Se preparó una taza de café y una tostada.

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Tal Como Eres
RomantikEl maleducado granjero James barnes quería aprender buenos modales para así enamorar a... ¿una mujer? y Helmut Zemo era la única persona del pueblo que tenía la suficiente educación como para llevar a cabo ese trabajo. Ningun otro hombre o mujer se...