Capítulo 22

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<< Nota al final del cap>>





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Cerca de  la  medianoche,  Helmut se había dado  un  agradable baño caliente  y  se había rociado con el  mejor perfume  que  tenía, además de arreglarse como  no  lo  había hecho en su vida  y ponerse un  precioso atuendo amarillo. 

No llevaba  nada más. 

Se  cepilló  también el pelo hasta que brilló.  Cuando  hubo terminado con todo  eso,  se  metió en  el  coche  y se  dirigió  hacia la  casa  de  Barnes. Todas las  luces estaban  apagadas.

Aparcó  delante del porche delantero,  estaba seguro de que  todos los chicos se habían ido  porque  era sábado. Sonrió maliciosamente cuando  pensó en lo  que estaba dispuesto a hacer. Las situaciones  drásticas requieren medias  drásticas,  y  nadie había estado  antes más  desesperado de  lo que  lo  estaba  Helmut en ese momento, pensó. 

Se  dio  cuenta  de  que la valla había  sido  pintada  recientemente.  El  porche  estaba bonito pintado  de blanco, parecía  diferente.  Además, también había unas  sillas  y una  mesa  blanca.

Hubo  algunos ruidos en el  interior  de  la  casa  cuando  llamó. La  puerta se  abrió  y James apareció  entonces  recortado  contra  la  luz del interior. 

¡Estaba totalmente desnudo!

James  se  puso  bizco  y  lo miró  como  si  se  tratara  de  un  sueño.

-¿Helmut? -preguntó.

La verdad era  que  también estaba tratando de  reponerse del  shock  que le había producido  el verle así...  Tuvo  que hacer un verdadero  esfuerzo para  levantar  la vista y mirarle  la  cara.

-¿Puedo  entrar?- James se  apartó  y  se pasó  una  mano por el pelo, limitándose a mirarlo.

Helmut entró entonces  en el salón.

  La impresión que recibió entonces  fue casi tan grande como la  de  cuando  vio  a  James. El  destrozado  y viejo mobiliario había desaparecido y, en  su  lugar, la  casa  estaba  amueblada con recios  muebles  de  madera tapizados  en  colores  crema y chocolate. La  moqueta marrón era espesa  y las cortinas  hacían  juego con los tapizados.  Para  terminar  de impresionarlo,  la  preciosa  chimenea había  sido  arreglada y era  tan  bonita como siempre  había imaginado  que podía  llegar a ser.  

-La  casa  ha quedado preciosa -le dijo  entonces, forzándose  a mirarle  a  la  cara.

-¿Qué  estás  haciendo  aquí a estas  horas de  la  noche?- Helmut  le  miró  de  arriba  abajo  y  se  ruborizó.

-Recibiendo lecciones de  anatomía.- Él también  miró hacia  abajo y sonrió.

-Bueno, debías  haber avisado  antes.

-Supongo  que sí.

-¿Quieres  que  me  ponga algo  de ropa o  ya no te  importa?- Helmut  le miró  a los ojos.

Había  esperado tanto... los  nervios  volvieron a asaltarlo.  James  necesitaba un afeitado,  pero tenía un aspecto  tan masculino, que deseó acariciarle. Helmut  se le  acercó, observando cómo sus ojos se  entornaban dubitativamente.

-Quiero...que  te  vengas a  la  cama conmigo-logró  decirle. 

-Ya  te dije  esta tarde lo  que pienso  de  eso.

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