Capítulo 13

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  -¿Tu novio?- James lo dijo como si no estuviera seguro de lo que había oído y sin apartar la mirada de la foto.

La encantadora dulzura que había existido entre ellos desapareció en cuanto James encendió la luz. Helmut se cubrió con la colcha en cuanto se rompió ese encanto.

-¿Has estado prometido? -continuó él-¿Cuándo?

-Antes de venirme a vivir aquí.

James se levantó y volvió a colocar en su sitio la foto. Se pasó la mano por el pelo con un gesto violento y Helmut le miró como desamparado.

Tenía la camisa todavía abierta y en la boca el sabor de los besos que se habían estado dando anteriormente.

En la mirada, todavía le quedaban rastros de la frustrada pasión que les había embargado.

-¿Por qué no me has hablado de él? Me habías dicho que nunca habías estado con un hombre...

-James, entonces tenía dieciocho años -le dijo Helmut suspirando y cubriéndose el rostro con las manos- Ahora él está muerto.

Eso pareció impresionarle. Ya se había levantado, pero volvió a sentarse en la cama.

-¿Muerto?

-Se mató en un accidente de aviación. Iba a Washington a una convención de banqueros y se estrelló con su avioneta contra la ladera de una colina.

Él le cogió de la mano-Lo siento.

Helmut asintió con la cabeza.

-Tenía veintitrés años y yo lo amaba con todo mi corazón- La mirada de Helmut pasó de James a la fotografia. En ese momento, Ben le pareció muy joven.

-Provenía de una antigua familia de Charleston, amiga de la mía. Era un chico brillante, culto y podría haber conseguido la luna si se lo hubiera propuesto. Casi no me lo pude creer cuando me pidió que me casara con él. Al fin y al cabo, yo no era su tipo habitual. Era tímido y tranquilo, mientras que él era tan extrovertido...

Se encogió de hombros y la colcha resbaló un poco, dejando ver una parte de su anatomía. La mirada de James siguió a la colcha en su desliz y su rostro se puso rígido cuando vislumbró las suaves curvas que se adivinaban.

-Cuando él murió estuve a punto de volverme loco. Mi tío tenía entonces esta finca y el rancho y pensaba revenderlo. Pero cuando vio lo que me estaba pasando, hizo que nos mudáramos aquí. Creo que eso me salvó. No podía dejar de pensar en la forma en que había muerto Ben. Eso me estaba matando.

Él volvió a mirar a Helmut a los ojos.

-Así que es por eso por lo que no salías con nadie –dijo de repente.   

-Por supuesto -le contestó mirando la fotografía-. Le quería mucho. Tenía miedo de intentarlo otra vez, de arriesgarme a amar a cualquier otro. A lo largo de estos años he salido con alguno de mis clientes... Pero la mayoría de los hombres no se conforman simplemente con la compañía y, cuando me di cuenta de eso, dejé de salir.

-Ahora todo tiene sentido -murmuró él.

-¿Qué?

-La forma en que te has comportado conmigo -le contestó él tranquilamente- Como si estuvieras muerto de hambre por un poco de amor.

-¡No!   

-¿Ah, no?     

Él se acercó y apartó la colcha, dejando que cayera sobre la cintura de Helmut. Observó detalladamente su pecho, con una expresión que le encantó.   

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