Maratón: 2/3
* * * * * *
-¿Por qué, Helmut?
-James...- Sus grandes manos lo cogieron por la cintura haciendo que sus cuerpos se acercaran más.
-¿Por qué, maldición?- Exigió James con la paciencia a punto de terminársele.- ¿Por qué, Helmut?
Helmut trató de apartarse de esa especie de timidez que lo estaba dominando, James era el hombre más atractivo que había visto en su vida y eso lo turbaba.
Levantó la cabeza hacia él y le miró.
Parecía preocupado, como si se viera dominado a su vez por pensamientos profundos.
-Supongamos que tú me enseñas ahora a bailar. Entonces, a la semana siguiente le toca a la cultura. Vaya hacerme con unas entradas para el ballet en Phoenix. Supongo que no te importará venir y explicarme qué es eso.
Helmut se echó a reír.
-¿Tú en el ballet?
-¡No sigas por ahí!
-De acuerdo, James.
-Pon en marcha ese maldito tocadiscos, ¿no?
Un momento más tarde, la música deshizo suavemente el silencio.
Helmut se dejó atrapar dulcemente entre sus brazos y le mostró cómo tenía que agarrarlo, ni demasiado cerca ni demasiado lejos. Luego, le explicó cómo debía dar los pasos. Al principio estuvo un poco patoso, pero era un buen alumno y aprendió rápidamente.
-¿Por qué tenemos que estar tan separados? -le preguntó él- Las parejas que he visto, bailan estando mucho más juntas.
-Evidentemente, el compañero no era muy educado.
-Por supuesto que sí -murmuró él, apretándolo hasta que estuvieron tan cerca el uno del otro que Helmut podía notar los latidos de su corazón contra su pecho- Era algo como esto.
-Mmm- murmuró- Así está mucho mejor.
Eso dependía del punto de vista de cada uno, pensó Helmut nerviosamente. Se sentía mal porque su cuerpo empezaba a excitarse al tenerle tan cerca.
-No tengas miedo, sólo estamos bailando.
-James... -protestó inútilmente.
-Helmut, se que eres virgen -le dijo él tranquilamente- No te preocupes, que no te haré hacer ninguna salvajada.
-Ya lo sé, pero... pero...
-Pero puedes darte cuenta de lo que te deseo y estás atemorizado. ¿No? Mira, yo no estoy turbado. ¿Por qué lo tienes que estar tú? Lo que me pasa no es más que la reacción natural de una persona a otra que es encantadora.
Helmut nunca había oído decir algo así.
-Me he pasado la vida trabajando con animales -continuó él- tal vez por eso, no encuentro nada extraño en todo lo que tiene que ver con la reproducción, con el sexo. Tú tampoco deberías encontrarlo. Es la forma de que las especies se perpetúen y es algo hermoso,
-La verdad, es que haces que lo parezca.
-No me gusta la idea de un ligue pasajero o de que la gente viva junta sin casarse, Estoy chapado a la antigua y me gustaría casarme con una persona que pensara como yo, no con una de esas que se sienten liberadas y enseguida toman la iniciativa...
-¿Es que te ha pasado eso alguna vez?-
James se rió suavemente.
-En realidad, sí, en una convención de ganaderos. Era una preciosa amazona de rodeo, muy guapa. Se me acercó y, tocándome de una forma, que ni siquiera te puedo contar, me invito a pasar la noche con ella.
-¿Y lo hiciste?-
-¡Pero bueno! ¿Qué hace un jovencito como tú preguntándole esas cosas a un hombre hecho y derecho?
-¿Dormiste con ella? -insistió Helmut.
-No, no lo hice -bromeó James- me gusta ser yo quien elija.
-Sí, me lo imaginaba -le contestó extrañamente aliviado, La mano de James se deslizo por toda su espalda, y lo apretó un poco más contra su cuerpo. Helmut notó que se le cortaba la respiración y se quedaba como helado
-¿Es demasiado íntimo? -murmuró él-. De acuerdo, mensaje recibido. A las chicas con las que estoy acostumbrado a salir no les importa que bailemos asi. Pero supongo que todavía me queda mucho que aprender de cómo comportarme civilizadamente.
-Pues yo debería de aprender lo contrario- le dijo Helmut Con una sonrisa- Nunca había bailado así con nadie.
Las manos de James apretaron su cintura y Helmut se quejó.
-Eh, no tan fuerte -le dijo riendo- ¡Me haces daño!
-¿Por qué no sales con nadie?
Esa era una buena pregunta, pero no era el momento más apropiado para las confesiones.
-Me gusta mi propia compañía.
-Algún día necesitarás a un hombre.
-No, no quiero ninguno en mi vida.
De repente, James le cogió del pelo y lo obligó a levantar la cabeza y a mirarle, Helmut, sorprendido, le miró como si se tratara de un extraño.
-No puedes vivir siempre solo -le dijo él mirándolo a los ojos- Necesitas más cosas aparte de tu trabajo.
-¿Y qué es lo que necesito, dado que eres un experto en la materia.
James volvió a tirarlo del pelo, forzándolo a apoyar la cabeza en su hombro mientras la música seguía sonando, olvidada por completo.
-Necesitas un hombre que te meta en su cama y te haga el amor durante toda la noche, Eso es lo que necesitas.
-No será contigo, ¡Tu ya tienes una mujer!
-¿Quién, yo?
-Por supuesto que tú- murmuro empujándole fuertemente, tratando de librarse de su abrazo.- ¿O se te ha olvidado que estás tratando de cambiar para conquistarla? Ésa que debe ser tan tonta como para que tú le gustes,.. Siendo como eres. ¿Me vas a soltar? ¡Maldición!
Pero no, James no mostró la más mínima intención de hacerla, al contrario, empezó a acariciarlo con la mano con la que hasta entonces lo había estado agarrando del pelo.
-Baila, no pelees -susurró él- No luches conmigo.
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Tal Como Eres
RomanceEl maleducado granjero James barnes quería aprender buenos modales para así enamorar a... ¿una mujer? y Helmut Zemo era la única persona del pueblo que tenía la suficiente educación como para llevar a cabo ese trabajo. Ningun otro hombre o mujer se...