-Por favor, siéntate- le suplicó Helmut.
-Siéntate tú si quieres, yo me voy. Si vienes conmigo, ya sabes. ¿Dónde narices está la cuenta? -le pidió al tembloroso Henri- La quiero ahora, no cuando a ti te apetezca.
-¡Aquí la tiene monsieur!
James la cogió y salió a toda prisa hacia la caja, dejando que Helmut se las arreglará solo.
Él se levantó tranquilamente de su silla y salió lentamente del comedor. Tenía que demostrar que, a pesar de todo, él era el joven Zemo de Charleston.
Pero la serenidad era precisamente lo que no tenía en el momento en que se encontró con James en el aparcamiento.
-¡Eres un idiota engreído, un salvaje!-empezó Helmut a decirle con los puños cerrados y los ojos brillantes por la furia.
-A mí no me va la hipocresía. Entra, que te llevo a tu casa.
-¡Nunca me había sentido tan violento!
-¿Por qué?
-¿Qué por qué?- Él se le quedó mirando, Helmut se había quedado rígido, Al lado del coche, sin abrir siquiera la puerta.
-Bueno, entra -le dijo.
-Cuando me abras la puerta -le dijo Helmut fríamente- Eso es de buena educación.
Con un suspiro de resignación, James dio la vuelta al coche y le hizo toda una demostración de cómo se abría una puerta, le ayudaba a entrar y volvía a cerrarla.
-¡No voy a volver a ir contigo a ninguna parte durante todo el tiempo que me quede de vida! -le dijo Helmut cuando él se sentó a su lado y puso en marcha el motor.
-Tú empezaste -le recordó cuando entraron en la autopista- Haciendo resaltar mi ignorancia...
-Yo no hice eso. Me limité a preguntarte qué más podrías hacer. Te encanta el ser ganadero, siempre te ha gustado. No te sentirás a gusto con ningún otro trabajo y lo sabes.
-Lo que querías decir era que no sería capaz de hacer ninguna otra cosa.
-¿Qué dices? Siempre estás a la defensiva conmigo, tienes la manía de interpretar mal todo lo que te digo.
-Yo soy un salvaje, ¿recuerdas? ¿Qué se puede esperar de mí?
-Sabe Dios. Y esto no fue idea mía, así que no me preocupa si te dedicas a comer con los dedos durante el resto de tu vida.
Después de eso, se hizo un largo e incómodo silencio.
Él encendió un cigarrillo y se dedicó a fumárselo mientras pasaban los kilómetros. De vez en cuando, Helmut le miraba; tenía el rostro rígido y la mirada fija en la carretera. Parecía sentirse desgraciado y Helmut se sintió culpable por ello, Estaba claro que él quería a Patty y que, sin un poco de educación, no iba a poder conseguirla jamás.
-¿Qué estudios tienes tú? -le preguntó Helmut de pronto.
-Tengo un titulito en Administración de Empresas y una licenciatura en Económicas.
Eso lo dejó helado. Se le notó mucho.
-Estuve estudiando mientras hacía el servicio militar en los marines. Pero de eso hace ya mucho tiempo. He vivido y trabajado muy duramente y no he tenido tiempo para relacionarme con la gente. Odio a los pretenciosos, a la gente que miente a los demás y pretende ser más que ellos, a los que se creen superiores por tener dinero... ¡A todos ellos! Además de que también odio esos sitios en los que solamente les importa tu cuenta corriente. ¡Dios, cómo los odio!
ESTÁS LEYENDO
Tal Como Eres
RomanceEl maleducado granjero James barnes quería aprender buenos modales para así enamorar a... ¿una mujer? y Helmut Zemo era la única persona del pueblo que tenía la suficiente educación como para llevar a cabo ese trabajo. Ningun otro hombre o mujer se...