Capítulo 20

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Los siguientes días fueron una agonía  para Helmut.

Perdió el apetito, perdió casi todo.

Incluso las ganas de vivir. 

Por  primera vez en su vida, el  trabajo no era suficiente para mantenerlo vivo. 

Los recuerdos  de Ben, que lo mantuvieron ocupado durante años, se habían transformado en unas agradables añoranzas del pasado.

Echaba de menos a  Barnes. 
Era como estar viviendo sólo con la  mitad del cuerpo.

Una  vez, se metió accidentalmente en el restaurante de comidas rápidas del pueblo. Iba a comprar un refresco  para tomárselo camino de la oficina y, precisamente cuando salía, llegaba él.

El corazón  se  le  subió  a  la garganta  y  bajó  la  cabeza. 

Ni  siquiera  se  sentía  capaz de mirarle.

Se  dio  la  vuelta y  salió  por  otra  puerta. La  mirada que había  adivinado en sus ojos  había sido  suficientemente  expresiva.

Al  cabo de  dos  semanas,  Patty pasó  por  su casa  para  invitarlo a  ir  con  ella  al Rodeo  que  se  iba  a  celebrar en el  pueblo.

-Vente -le dijo- Estuviste encerrado y llorando demasiado tiempo. Necesitas algo de diversión.

-Bueno...

-Puedes venir con  Jake  y conmigo.  Las cosas  van  muy  bien por esta  parte  del mundo;  podría  decir,  incluso,  que  ya  casi  le  tengo atrapado.- Helmut  sonrió.

-Me  alegro  por  ti,  de  verdad.

Pero  no  podía  pensar  siquiera  en  ir  en  la  furgoneta  al  lado  de  Jake,  oyéndole hablar  de  Barnes,  así  que  buscó  una excusa

-Tengo  algunas cosas que  hacer  antes en el  pueblo, así que  yo  iré en  mi  coche y nos veremos allí.  ¿De  acuerdo?   

-De  acuerdo.

Helmut  se  imaginaba  que  Barnes  estada  allí  y,  en  el  último  momento,  casi  se arrepintió  de  ir.  Pero él  estaría  cómo  competidor, como  casi  siempre, y  no  iba  a  tener que estar cerca. Iba  a poder verle, pensó,  y  esa tentación  fue demasiado para  su hambriento corazón. 

Sólo  verle sería para él, como  el cielo.

Salió de casa un cuarto de hora antes de que empezara el rodeo y tardó mucho en encontrar un sitio donde aparcar.  Tuvo que dejar el coche en  doble fila junto a una gran camioneta, sabiendo que tendría que salir de allí  antes de que el dueño quisiera irse.

Patty  le hizo  una  seña  con  la  mano desde donde estaba sentada con Jake.  El brazo del capataz le rodeaba la cintura.

-Justo a tiempo -le dijo  Patty- De  todas formas, más vale tarde que nunca.

-No encontraba aparcamiento. Hola,  Jake  -dijo Helmut sentándose  al Iado de Patty.

Parecía  como si  ese  día hubieran cambiado ambos  la forma de vestir. 

Patty llevaba un precioso vestido  verde  estampado y Helmut botas,  unos vaqueros  y una camiseta azul.

-Hola -dijo  Jake  sonriendo- No sabía  que te gustaban los rodeos.

-Últimamente me gustan un montón de cosas raras.  Parece que al final,  no has necesitado aprender a tocar la  guitarra- Jake  se  rió  y apretó a Patty aún más contra  sí. 

-Es una suerte,  porque soy un manazas.  ¿Sabes  que el jefe va a  montar hoy?- Solamente oírle nombrar hizo que el corazón le diera  un salto.

-¿Sí?

-Ha estado entrenándose.  Espero  que se lleve el premio. 

Helmut le buscó con la mirada por todo el recinto, intentando también  ver si había por allí alguna mujer  que le fuera desconocida. 

-¿Es qué no se ha traído a gente para que le anime?- Jake  y Patty intercambiaron una divertida mirada  de complicidad.

-Por  supuesto,  está aquí. Somos nosotros.

-Sorprendente. Pensé que el objeto  de sus atenciones estaría por aquí. ¿Qué  tal está quedando la casa?

-Preciosa -le contestó  Jake- De  todas formas, parece como si él hubiera perdido todo el interés por ella,  dice  que no va a volver a utilizarla.

-No hay ninguna otra persona  -murmuró Patty- Ya  te  dije que  eras tú. -Helmut  se  ruborizó.

-Ya no.

-¿Es que dejas de amar a la gente  simplemente porque te enfadas con  ella?

No, pensó  Helmut.

Él no había  dejado de  amar  a  Barnes.  Pero, ¿qué  tenía eso de bueno para él?  Se  iba  a  morir  de un amor  no  correspondido  y  eso era todo. 

La competición de monta de caballos salvajes  fue muy  emocionante. 

Muchos  de los vaqueros  participantes hicieron  muy  buenas montas y  las  puntuaciones estaban bastante altas.  Pero cuando Barnes entró  violentamente en la  arena,  montando un caballo  llamado TNT un rugido surgió de las  gradas.  Montaba maravillosamente, pensó  Helmut  observando su delgada figura.

Los zahones flotaban  al viento y su  cuerpo se curvaba elegantemente, con  gracia, como si absorbiera los golpes de los salvajes movimientos del caballo.

  Y cuando sonó el cuerno, señal del final de tiempo, todo el  mundo supo  que  el  premio  mayor  se  lo  iba  a llevar  Barnes.





       *        *        *        *        *       *


Heyy!

¿Cómo están?

(Casi que no actualizo hoy xD)

Quizás me haga un tiempo y actualizo el jueves/ viernes(?

¡Que tengan buen inicio de semana!

PD: ya solo faltan 3/4 caps para el final...

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