"La enfermera XXX"

644 25 0
                                    

Y todo pasó muy rápido.

De repente ella lanzó lejos el cigarro mentolado, al que solo le había dado tres u/o cuatro caladas, y tomó, entre sus puños, las solapas de mi chaqueta nueva negra.

Y ¡BAM!

Nuestros labios ya se encontraban pegados.

Oh, Santo Dios...

Cerré los ojos y, con mis manos busqué de donde agarrarme...

Sólo encontré su cintura, por dentro de su chaqueta abierta.

Al instante sentí el dulce y rico calor que irradiaba su cuerpo delgado...

Delgado pero no escuálido...

Su lengua lamió mis labios, muy juguetonamente, y sus dientes jalaron suavemente de mi labio inferior.

Oh, Santa mierda...

Dios mío, que... delicia...

Abrí la boca, totalmente entregado a lo que ella quiera hacerme, y me deleité con una mezcla de sabores...

Podía sentir mi propio sabor a cerveza y lo que quedaba de la menta de mis pastillas, también su sabor a mojitos y cigarrillo mentolado...

Eso, más su sabor dulce... que parecía meramente natural.

Me animé y, cuando ella retiró un poco su lengua, le metí la lengua para explorar mejor todo lo que pude de su deliciosa y embriagadora boca.

Mmhhmm... Será mi sabor favorito desde esta noche... No lo olvidaré.

Jamás.

Un suave ronroneo escapó de su garganta y, en un impulso, la arrimé todo lo que pude a mi cuerpo.

Luego de largos e interminables segundos, o minutos, de pasarnos saliva, mordernos delicadamente, y meternos las lenguas todo lo que se podía: sentí mis pulmones aclamar con desesperación por oxígeno.

Ella pareció notarlo, porque se alejó lentamente, saboreando mi labio inferior con su lengua entre los labios.

La quedé mirando unos segundos, mientras que recuperaba aire y regularizaba mi respiración.

Ella sonrió.

--¿Quieres ir conmigo, dulce Harry...?-ronroneó con sensualidad y subió sus manos para juguetear con mi cabello. Pasé saliva.

--¿En serio...?-pregunté luego de contener el aire unos segundos.

Su blanca sonrisa y ojos destellantes me enfrentaron.

--Claro que sí. -aseguró. Sonreí.

--Vamos. -dije, totalmente conforme con sus caricias y mimitos en mi nuca.

(...)

Entramos a mi casa a tumbos, mientras que nos mordíamos las lenguas en una batalla interminable desde que nos bajamos del taxi, luego de un pequeño respiro de dos o tres segundos en todo el viaje repleto de besos, manoseos, y cachondeo.

No podía dejar de frotarme contra ella.

Era una sensación tan increíble...

Cerré la puerta con llave, mientas que ella me manoseaba, bajo la camiseta, y en la bragueta.

Subimos hasta mi habitación y, con su ayuda, comencé a sacarle la ropa...

Y luego nos deshicimos de mi propia ropa.

Nos manoseamos, acariciamos, besamos; todo el cuerpo casi, y finalmente ella me ayudó con el bendito condón.

Y...

Virgin.[HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora