Enchanted

XXVI: Final

Caminando por el estrechó pasillo de la universidad...no no, ¿Eso no suena demasiado al principio?

He narrado toda esta historia en tiempo pasado, por fin llegó el día en el que puedo hablar sobre lo que pienso en tiempo presente.

Ahora mismo me encuentro con Gulf, me está llevando en su coche a mi primer día de universidad; otro primer día de universidad.

Conseguí una beca bastante buena, me libera de la mitad de la colegiatura mientras logre mantener mi promedio arriba del 9.5, puede ser alto, pero es sin duda mi mejor opción.

Cuando me inscribí tuve un breve curso de un día. Se nos pidió elaborar una maqueta sobre la casa de nuestros sueños.

Dijeron que al terminar la carrera, nos volverían a pedir lo mismo, para mostrar el desarrollo final de nuestras habilidades hasta el último día en su escuela.

Tenía curiosidad sobre como le estaría yendo a Frank. Su primera clase había empezado hace una hora, esperaba que fuera bueno para él.

— ¿Necesitas ayuda?

— No es necesario. Gracias por traerme, hermano. - le agradezco con una sonrisa.

— Qué va, no es nada. Espero tengas un buen día, Win. Disfrútalo mucho.

Gulf sonreía de oreja a oreja, dándole un vistazo a la facultad desde adentro del auto mientras yo me bajaba del vehículo.

La facultad de arquitectura se veía mil veces mejor que la de Economía. No es por presumir, pero podías notarla desde el otro lado; era blanca y elegante. Nada que ver con el edificio de pinta añeja en ladrillos color café de la facultad de Economía.

Tal vez por sí sola no es un mal diseño, pero estaba lo suficientemente cansado de ese lugar que empecé a verlo cada vez más feo.

— ¡Suerte para ti también! Nos vemos luego. - le grito, empujando la puerta con mi brazo izquierdo para que se cerrara.

La voz alegre del vigilante es lo primero que escucho cuando cruzo la puerta del lugar.

Le devolví el saludo y fui directamente hacía las escaleras del edificio de primer año, o bueno, esa era la intención, pero empujé a alguien más que iba hacia el mismo sitio.

Sostuve la maqueta con fuerza y giré mi cuerpo para que no le pasara nada.
Me volví bastante egoísta por salvar una casa de madera, pero para mí era más que una casa de madera: era mi esfuerzo de todas las vacaciones y mis horas de desvelo.

Esa casa valía mucho más que una pequeña caída de un chico que desconozco.

Cuando me di cuenta de aquello, bajé la mirada hacia el suelo; el chico quedó apoyado sobre su rodilla, y al igual que yo, tenía sus manos bien aferradas a la base de su construcción.

— Hey, disculpa. No te vi. - le dije.

— Está bien, tampoco te vi.

El chico me responde sin siquiera voltearme a ver, dejó su maqueta en el suelo y se sacudió la rodilla, tomando de nuevo su maqueta para por fin voltear a mí.

— ¿A qué salón vas?

— El C. - le dije.

— Yo también voy a ese. - sonrió. - ¿Quieres que vayamos juntos?

Asentí en un movimiento leve, sonriendo un poco para no dar una mala impresión.

Aunque esa probablemente estuvo hecha desde el momento en que lo hice ver las estrellas y casi perder su primer trabajo.