Capitulo XIX

1.7K 192 164
                                    

- ¿No crees que debas hablar con Bright?

Frank me cuestionó desde el otro lado de la habitación, mientras se recargaba en el tocador. Yo sólo negué con la cabeza. Definitivamente no tenía ganas de hacerlo.

- Estoy agotado. Me duele la cabeza sólo de pensar en todo lo que me va a pasar cuando llegue a casa. Sólo quiero dormir, o intentar hacerlo. - Me sinceré.

Él asintió, sonriendo ligeramente para tratar de animarme.

- No está mal que te tomes tu tiempo para ti. Es mejor a que lo termines arruinando si no te sientes listo para llevar el tema.

- ¿Tú lo crees? - Cuestioné.

- Claro, estoy seguro de ello. No lo pienses ahora si no tienes ganas, dicen que a la fuerza ni los zapatos entran. Sólo descansa, hombre. Tampoco te viene mal.

Cómo siempre, consiguió levantarme un poco el ánimo, lo suficiente para darme una ducha rápida y tumbarme rendido en la cama con el fin de dormir hasta que mis ojos se abrieran por si solos. Mañana sería el último día de trabajo antes de volver a casa. Pensaba tomarme un poco de tiempo para merodear por ahí, en un lugar donde nadie más pudiera verme y tal vez me permitiría empezar a pensar las cosas con más calma.

También quería hablar con Pear. No quería que se enterara así, pero ya que lo había hecho, me sentía mucho más relajado, y podría hablar con ella cómodamente de nuevo. Sin sentir todo el tiempo que no le era del todo honesto.

Casi diría que no estuvo tan mal después de todo, pero la realidad es que fue espantoso de principio a fin. Y sí pudiera haberlo evitado, lo habría hecho sin dudar.

Me acosté en mi cama, echándome las sábanas encima y cerrando mis ojos por un par de segundos, hasta que el timbre en mi teléfono sonó, haciéndome voltear, dispuesto a colgarle a quien fuera que estuviese marcando.

>> Joder<<

Se trataba de mi padre. Lo pensé por unos segundos, tenía miedo de contestar y también de no hacerlo. Mi padre jamás me hablaba, era obvio que no le preocupaba mi salud ni cuán aburrido hubiese sido mi día. Estaba llamando por algo, y sabía perfectamente qué era lo que buscaba.

Dejé el teléfono sonar, hasta que se perdiera la llamada, pero él siguió insistiendo, confirmando mis sospechas sobre lo que ya sabía. No había cosa más obvia para saber que mi padre ya estaba al tanto de todo que su insistencia en comunicarse conmigo. Mi papá nunca había sido un padre cariñoso ni protector, ni siquiera cuando éramos niños, no habría razón para serlo ahora porque estoy durmiendo fuera de casa tres noches.

Bajé el volumen de las notificaciones del celular, dejando que el teléfono vibrará sobre la madera y arruyandome con aquel sonido hasta quedar dormido sobre la almohada.

Si me iba a preocupar por algo, definitivamente sería al día siguiente. Y así fue.

Levantarme no me había costado tanto trabajo, pero cambiarme sí que había sido una tortura. Veía cada vez más cerca el tener que salir al mundo con la mirada del resto puesta en mis acciones, y eso hacia drenar mi energía sólo de imaginarlo.

Sin más, me adelanté a Frank, trayendo un par de sándwiches que hicieron los empleados de recepción para vendernos en la entrada. Era mucho más cercano que ir a hacer fila a cualquiera de los pocos restaurantes que quedaban relativamente cerca de la zona, así que no dudé en comprarles.

Llevaba dos de jamón con queso para mí y dos de lo mismo para Frank. Cuando volví este ya estaba de pie, abrochandose los tenis y alzando la mirada cuando me escuchó entrar por la puerta.

EnchantedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora