II

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Entré en la casa tratando de evadir a cualquiera que estuviese cerca mientras caminaba directamente hacia mi habitación. Tomé la perilla de la puerta y la hice girar hacía mi dirección con el fin de abrirla, sin embargo, para mi grandiosa mala suerte, Gulf ya se encontraba sentando en la orilla de mi cama esperando por mí y me echó sus ojos encima tan pronto como abrí la puerta.
Por su mirada pesada, podía estar seguro de que ya sabía acerca de lo que había hecho.

— Ya sé lo que vas a decir y no me arrepiento. - Me adelanté a contestar mientras lanzaba mi mochila al pequeño sillón de cuero que tenía en la esquina de mi cuarto.

Gulf sólo me negó con la cabeza, sus ojos no suavizaban el ataque ni siquiera por un segundo. Estaba completamente enojado y me veía con desaprobación. Nunca antes se había enojado conmigo a tal punto. Y en todo caso, no entiendo por qué hacerlo, el que se acostó con Pream fue ese idiota, no yo.

¿Será que mañana iba a amanecer con los cristales rotos del auto?

— ¿Por qué lo hiciste? No tenías por qué ir a enfrentarlo. No es asunto tuyo. – gruñó bastante molesto.

Se paró de la cama quedando frente a mí, quien se sostuvo firmemente esbozando una delgada sonrisa con un tanto de ironía.

— ¿Y qué se supone que debía hacer? ¿Aguantar como todos hablan de como el orgullo de mi hermano es pisoteado por un bastardo que se dedica a bajarle las bragas a todas las chicas que conoce? ¿Enserio esperas que sea así de idiota?

Mi voz sonó notablemente furiosa, sin dejar espacio a la duda de que lo estaba.

Es mi hermano y quería ayudarlo, quería que dejaran de hablar de cómo su novia abandonó todo por una noche distinta.

Quería que Bright y todo el mundo supiera que mi hermano no estaba solo, y que a pesar de que estaba aguantando ir a ocupar un estúpido lugar que no me pertenecía y que ni siquiera me interesaba obtener, no iba a dejar que el orgullo e integridad de mi hermano o cualquier miembro de mi familia se destrozara así nada más por un cabrón que se divierte estropeando relaciones ajenas.

— ¡Sí, Win! Eso es lo que tenías que hacer. - Me gritó.

Su mirada distante recorría las paredes blancas de mi habitación mientras mordía fuertemente su labio inferior y con su mano se masajeaba las sienes. Estaba recargando energía para seguir abofeteándome con sus estupideces.

— ¿Acaso no pensaste en lo que ibas a ocasionar comportándote como un idiota? - Por la expresión que hizo a continuación, sabía que se daba cuenta que yo no estaba para nada conforme con las palabras que estaba recibiendo. Pero eso sólo consiguió que sus palabras fueran aún más duras- ¡Estás en todos lados ahora, maldición! Hay cientos de vídeos donde se ve claramente a Bright empujándote contra en suelo.

— ¡Tú también te comportas así! Incluso quebraste sus vidrios - Le recordé, apretando mis puños mientras trataba de calmar la ira que sus palabras estaban empezando a desatar en mí.

Tenía pensado golpear a Bright, pero en este punto, podría decir que terminaría golpeando a mi hermano si seguía regañándome como si realmente tuviera el derecho.

— Sí, Win. Yo sé lo que hice. Pero somos diferentes. Nadie me toma enserio, nadie piensa que puedo hacer las cosas bien, y lo sabes. A pesar de que vivo en la misma casa, el trato hacía mí es absurdo. Mi papá se rindió conmigo y mi madre no hace otra cosa más que tenerme lástima.

Vi su mirada relajarse a medida que su semblante bajaba la tensión, pero pronto, sus ojos se tornaron cristalinos y el color rojo empezaba a colarse de las orillas al centro; incluso sus labios comenzaron a temblar de forma muy tenue y casi invisible. Pero era mi hermano después de todo, no importaba qué tan dura sea la capa en la que se esconde, lo conozco tan bien como él me conoce a mí.

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