Capitulo XVIII

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Amanecí bajo las rasposas y añejas sábanas del hotel, con los brazos de Bright bien puestos en la hendidura de mi cintura y su mentón apoyado en mi cuello. No quería despertarlo, pero no podía irme sin antes darme la vuelta para observar su rostro dormido plácidamente sobre la almohada. Sus ojos estaban completamente cerrados y sus labios se veían resecos, las marcas de mis dientes le habían dejado notorias zonas de hiperpigmentación y me hizo saber cuán descuidado habíamos sido al no pensarlo por la noche.

Me escabullí lentamente hasta que logré tocar el suelo y alejarme del colchón, golpeándome contra el piso al no tener un lugar mejor para caer.
Me dirigí al baño, sólo para vaciar mi vejiga y corroborar el estado deplorable en el que aquel sujeto había dejado mis labios también, al igual que yo, puso tanto esfuerzo en ello y cero ganas de ocultarlo.

- Mierda. - Murmuré, tirando de la manija del inodoro.

Eran las siete diez am y tenía que ir a bañarme y arreglarme antes de reunirnos en el bosque para empezar con la reforestación. Dado que empezaríamos a las ocho, aún quedaba algo de tiempo para salir de dónde me encontraba y correr sin parar hacia el edificio que me correspondía, y eso fue lo que hice.

Salí de la habitación sin hacer mucho ruido para procurar no despertar a nadie y evitar que salieran a asomarse, no me convenía que alguien notara mi presencia en un edificio que no me correspondía, y en una habitación en la que jamás debía estar. Acto seguido, bajé por el ascensor y troté todo el camino de regreso hasta que llegué a mi edificio.

Presioné mis labios durante todo el camino, escondiendolos lo mejor que pude para que nadie notara el estado en el que se encontraban, para mí suerte había traído cubre bocas conmigo, era cuestión de no quitarmelo frente a nadie en lo que las marcas se pudieran disimular.

Al llegar a recepción, saludé a la señora del día anterior, caminando hacia las escaleras para llegar cuanto antes arriba, el ascensor estaba ocupado y no tenía más tiempo que perder. Busqué entre las puertas el número de habitación que me correspondía, abriéndola rápidamente y encontrandome con Frank durmiendo junto al amigo de Bright, ambos en la misma cama y con las piernas entrelazadas.

- ¿Qué diablos pasó aquí? - Los observé por unos segundos más, dejándolos tirados en la cama antes de meterme a la regadera.

Pensé en despertarlos para que se preparan, pero también me parecía gracioso ver hasta cuándo iban a despertarse y cuál sería su reacción al encontrar sus cuerpos tan espantosamente juntos. Por las botanas y basura que habían dejado en el suelo, imaginé que habían tenido una larga conversación entre ellos. Habían tomado confianza demasiado rápido. Ni siquiera yo había dormido con Frank aún, y pensé conocerlo más que aquel chico.

Abrí la regadera, poniendo mi cabeza bajo el chorro de agua que caía desde arriba, masajeando la misma mientras me aseguraba de frotar mis cabellos, pasándome después las manos por el cuerpo y tallandome con las palmas a falta de un estropajo, procediendo a enjabonarme el cuerpo y el cabello, para enjuagarme rápido y salir de la ducha. No tenía mucho tiempo para perder, y sabía que la verdadera necesidad de bañarme vendría después del trabajo sucio.

Cuando salí del baño, Frank apenas estaba pestañeando a contra luz, llevándose la mano al rostro con el fin de taparse los rayos de sol que se colaban por la ventana.

- No creo que debas dormir tanto, tenemos que estar en el bosque en menos de media una hora. - Dije.

Frank volteó a verme con confusión, empujando la pierna del chico que tenía encima en un intento de ponerse de pie al ver la hora, no sin antes sacudir un poco al más grande para hacerlo despertar.

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