Como los amigos abandonan

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"Cuando el sol brille. Nosotros brillaremos juntos.

Dije que estaré aquí por siempre, que siempre seré tu amigo."

-RIHANNA. Umbrella.


Hacía escasos doscientos segundos en los que habían saltado una cerca de malla ciclónica del cementerio. Las mentes de ambos corrían a toda velocidad del mismo modo en el que lo hacían sus pies.

Era imperativo escapar.

Las ideas de Max eran un revoltijo total. No había nadie en quien poder confiar, ni siquiera estaba seguro si Marina sentía verdaderamente ese odio hacia su primo. Él deseaba que sí.

Atravesaron la primera calle que los llevó al camellón que era un arroyo. Siguieron su camino sin saber si alguien los seguía realmente.

"Detén al primer taxi que veas," ordenó Max, que iba unos cuantos pasos detrás de Marina.

"No creo que aparezca ninguno por aquí," replicó ella.

"Tiene que. Mira allí viene un bus."

Ninguno lo dudó ni un segundo. Regresaron a la acera y subieron al camión que venía más cerca. No sabían adónde los llevaría, conocían en lo más mínimo aquella ciudad, sin embargo era más importante seguir libres.

"Apenas lo hemos logrado," decía Max en un agitado susurro.

"Te ves lindo cuando sudas." Respondió Marina sin ningún tipo de temor, le estaba haciendo un cumplido.

"¿Gracias?" dijo el chico. Ambos tomaron asiento uno al lado del otro. Marina quedó en la ventanilla.

El camión iba medianamente lleno. La gente no parecía reparar en el par de muchachos que susurraban y hablaban agitadamente.

"Me gusta esta ciudad," declaró Marina, mientras veía por el cristal de la ventana. "A la gente parece no importarle el hecho de que tienes problemas. No se meten en las vidas ajenas. No como en casa. Me gustaría poder vivir mi vida por mí misma, no por alguien más."

"¿Como ahora?," inquirió Max.

"Sí. Justo así." Ella sonaba mucho más triste que en las horas anteriores. El chico no sabía si decir algo más o solo apretar su mano y guardar silencio. Ella siguió hablando. "Nunca antes había escapado de casa, siempre le hice caso a mis padres. Creo que toda mi vida he hecho lo que ellos quieren que haga, nada ha sido por mí. Y hoy que he hecho algo diferente, que escapé de casa y de la justicia no siento que esta sea yo ni si quiero ser la de antes. Daniel me ha hecho huir, prácticamente hago lo que él no quiere que haga para limpiar mi nombre. Y a eso le temo. Temo que una vez que lo encuentre y compruebe que no está muerto yo vuelva a ser la aburrida de antes."

"Pero no eres aburrida, Marina," la interrumpió Max. "Eres genial y nadie puede decir lo contrario."

"Tal vez, mas nunca dejamos de ser las personas que fuimos en el pasado." Marina comenzó a llorar. Max simplemente aguardó. "Aquella niña fea que conociste alguna vez aún vive dentro de mí."

Eso lo dejó sin palabras. Marina, a sus ojos no era la de antes, era más segura, más feliz. No podía ser cierto que se sintiera aun como la triste y solitaria Marina.

"Tenemos que aprender a vivir con algunos demonios del pasado." Fue lo único que él agregó.

El camión siguió avanzando. Pasaron completamente desapercibidos por entre el desastre del cementerio. Tantas cosas no encajaban en el rompecabezas y otras no tenían sentido alguno.

No somos amigos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora