"Tal vez creas, o tal vez no te importe.
Demonios, tal vez no hay un dios en las enormes y blancas nubes allá arriba"
-KODALINE. Big Bad World.
-Hmm... -Daniel miró pensativamente el techo, Marina no lo veía, ya que seguía inmersa en su casillero y las cosas dentro de él-. Me gusta que me hagas pensar de vez en cuando. Eres genial.
-Esto... ¿gracias? -por detrás de la puerta metálica Marina se sonrojó-. Pero, ¿adónde irías?
-Adónde nadie me pueda encontrar. Tal vez al mismo infierno si es necesario.
-Odio cuando haces eso -confesó la chica.
-¿Hacer qué?
-Intentar que nada te importe cuando sabes que es imposible -Marina cerró su casillero con calma y volteó hacia donde Daniel-. Deberías replantearte eso de hacerte el desaparecido y enfocarte en lo que de verdad es importante.
Daniel comenzó a reír.
-¿Y qué es eso importante?
-La vida que tienes por delante.
Marina comenzó a alejarse. Había ocasiones en las que admiraba a aquel muchacho que a esas alturas era alguien cercano, pero en situaciones como esa, tenía lastima. Más de la que nadie pensaría.
-Iría adonde el león ruge. Al brillo incandescente del oro. A la libertad del mártir. Al último refugio del mundo -respondió Daniel, pero Marina siguió su camino.
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Marina jugaba con la policía.
Había encendido de manera permanente su teléfono móvil para intentar contactar con Daniel, así rastrearían el origen de la llamada (a ella) y del mismo modo el destino de esta (Daniel). Todo para demostrar que nadie había muerto en este asunto.
Era divertido.
¿Por qué?
Pues sabía que en cuanto triangulaban su posición ella estaba en otro sitio, más adelante, o más atrás de donde se había originado la llamada. Había puesto manos a la obra con renovados bríos, y tras una ardua investigación encontró la información que necesitaba.
Por un manos libres que acababa de adquirir, escuchaba al teléfono dar los tonos de llamada. Aunque Daniel no respondía, Marina sabía que era la forma más sencilla de dar con su paradero.
Se dirigía por una calle angosta rumbo a un sitio que Daniel mencionó cuando habían tenido la conversación que era la única pista a todo lo que ella sabía; la libertad del mártir.
Fue verdaderamente sencillo descubrir el significado de la oración. El patrono de la ciudad, como era costumbre en casi todas las ciudades del país, era un santo, conocido como San Sebastián Mártir. Hacía no muchos años en la ciudad se había erigido un centro cultural, y una de las tantas portadas era una escultura de un hombre siendo flechado por unos arqueros, provocando así su muerte. La figura representaba a San Sebastián, y la escena era su muerte, o como Daniel lo había dicho, su 'libertad'.
Le tomaría alrededor de una hora llegar si seguía su plan al pie de la letra. Resultaba curioso que se dirigiera a un lugar tan cerca del sitio en el que se habían hospedado desde la primera ocasión ella y Max.
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No somos amigos ©
Teen FictionEl chico que siempre vio junto a su casillero ha desaparecido y lo único que ha dejado tras de su misteriosa desaparición es una simple nota escrita sobre una servilleta. Ella sabe adónde ha ido o cree saberlo, pero no pondrá su atención en ello has...